Editorial

Voces proféticas en el mundo y en la Iglesia

Compartir

Publicado en el nº 2.636 de Vida Nueva (del 15 al 21 de noviembre de 2008).

Se celebra estos días la XV Asamblea General de CONFER. Como viene siendo habitual, se abordarán interesantes reflexiones, no sólo para el funcionamiento de este organismo que aglutina a los religiosos y religiosas que trabajan en la Iglesia española, sino también, y es esto lo principal, sobre el papel de la vida consagrada aquí y ahora, en una sociedad que nos sigue interpelando y en la que hemos de situarnos como “luz y sal”. También se abordarán otros temas de calado de cara al futuro y que cambiarán algunas claves en el seno de CONFER. En esta sociedad y en esta Iglesia se sitúan los religiosos y religiosas con sus retos y desafíos, con sus ilusiones evangelizadoras y sus proyectos de futuro. No podemos relegarlos al ostracismo claustral. Tienen una voz profética y sapiencial en la Iglesia. Voz comprometida desde su inmensa riqueza en los campos de la enseñanza, la sanidad, los medios de comunicación, la asistencia social, los jóvenes, los ancianos, la infancia… Junto a este compromiso, la solidaridad para con la Iglesia universal desde el compromiso misionero. La vida consagrada es un valor en la Iglesia. Desconocerlo, hacer oídos sordos e infravalorarlo mirando más a las lacras que a los aciertos, es una actitud miope, una actitud claramente injusta. 

La vida religiosa hunde sus raíces en momentos delicados y difíciles de una Iglesia que siempre ha buscado su identidad en el silencio del desierto, en los lugares apartados para poder encontrarse con el Señor y buscar el “amor primero”. Históricamente, el reverdecer de la vida consagrada ha estado ligado a momentos difíciles de la misma vida de la Iglesia. Y es ahí en donde ha dado lo mejor de sí misma. Han sabido estar en fidelidad a la Iglesia, siguiendo el carisma de quienes fueron elegidos por el Señor para la misión específica. Los fundadores y fundadoras, y los distintos reformadores, fueron señalados, con no pocas dificultades, para pulir la imagen de una Iglesia que, apegada a lo terreno, había olvidado su misión en el mundo. Nadie puede negar a la vida religiosa este valor. Y es aquí a donde han de aferrarse para mirar al futuro. Dios es un Dios del futuro que sigue suscitando carismas y reavivando la vocación de los consagrados para que sean fieles a su misión 

Las dificultades existen en el interior de la misma vida religiosa, inmersa en la crisis vocacional que invade a la Iglesia entera. La vida religiosa está zarandeada por los mismos vientos de secularismo. Problemas y desajustes internos los hay y tienen que ver siempre con la necesidad de replantear a diario la identidad propia de cada vocación y de cada carisma. También existen dificultades hacia fuera por la dureza del terreno en el que hay que evangelizar. Son inquietudes, desafíos y esperanzas de toda la Iglesia, y también de la vida consagrada.

El reto es seguir escuchando al Señor y respondiendo en fidelidad en la Iglesia. Servir en la comunión amplia y no sesgada: obispos, sacerdotes, laicos, consagrados todos, voces proféticas en el mundo y en la Iglesia. Desde ahí hay que repensar CONFER.