(Germán García Ferreras– Palencia) Quiero felicitarles por el ‘A ras de suelo’ del número 2.699 de Vida Nueva, y me alegra muchísimo la afirmación que hace el director de la revista, Juan Rubio: “Amo con pasión a esta Iglesia”. Al leerlo, me acordé de santa Teresa cuando, al morir, pronunció su: “Al fin muero hija de la Iglesia”, por la obsesión que siempre vivió la religiosa en obediencia y servicio a la Iglesia.
Su expresión, Sr. director, me recordó la doctrina y vida del beato Francisco Palau, fundador de las Carmelitas Misioneras Teresianas, que llegó a decir: “Yo busco una Iglesia nueva, una Iglesia santa con solo un corazón, es la cosa amada que busco yo”. También me parece muy bien cuando usted afirma: “La Iglesia se hace desde la sencillez, desde el sudor y desde la fe de cristianos”.
Sin embargo, no estoy nada de acuerdo con la afirmación que hace el columnista Pablo d´Ors en la página 45 del mismo número. “Hoy –escribe–, son pocos los curas que realmente sepan, no ya hablar de Dios, sino conducir a Él, sabedores de cuándo detenerse o avanzar por un determinado camino…”. ¡Qué barbaridad! He sido profesor y he asistido y asisto a congresos y convivencias de formación sacerdotal.
En el nº 2.706 de Vida Nueva.
