“Mirad los lirios…”

Alberto Iniesta(Alberto Iniesta– Obispo Auxiliar emérito de Madrid)

“Mirad los lirios del campo, decía el Señor. Los cristianos podemos ver por todas partes la mano de nuestro Padre Dios, como el hijo de un artista, que visitara una exposición de cuadros de su padre”

Nuestra actitud ante la ecología bien podría suponer al mismo tiempo cuatro elementos: económico, ético, estético y teológico.

Ante todo, la ecología se preocupa de la atención al medio ambiente, la conservación de las especies, evitar la deforestación de los bosques, la contaminación de la atmósfera y del mar, frenar el gasto de energías no renovables, etc. Todo ello son problemas muy graves, en los que se juega el bienestar y hasta la vida de la humanidad en el presente y el futuro.

En estos problemas entra nuestra responsabilidad, individual o colectiva, ética o política. Ya es hora de que moralmente se califiquen como pecados más o menos graves tantas infracciones como cometemos contra el bien común en el aspecto de la ecología.

Al mismo tiempo, puede entrar también la dimensión estética, poética o contemplativa, porque generalmente tenemos que movernos entre las obras de la naturaleza. Aunque no todas sean espectaculares, siempre tienen algunos aspectos que bien mirados encierran una belleza inagotable y admirable.

Una humilde hierba mojada, bajo la luz del sol naciente, puede parecer un escaparate de pequeños diamantes, cada uno reflejando el efecto arco iris.

Por último, la mirada de un cristiano puede unificar todos esos aspectos en uno solo, en cuanto toda la creación es obra que nos manifiesta el poder, la sabiduría, la gloria, la belleza y el amor del Creador. Gandhi hablaba con frecuencia del Evangelio de la Rosa, que con su olor, su forma y su color no necesita pronunciar discursos sobre la belleza. Mirad los lirios del campo, decía el Señor. Los cristianos podemos ver por todas partes la mano de nuestro Padre Dios, como el hijo de un artista, que visitara una exposición de cuadros de su padre. Y caminar por el mundo cantando en nuestro corazón, como en la Misa: ¡Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria. Hosanna en el cielo!

En el nº 2.668 de Vida Nueva.

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