Editorial

Un asunto de conciencia

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El conversatorio de Vida Nueva Colombia el pasado 19 de marzo, partió de una pregunta: ¿es la ecología un asunto de conciencia?

Las intervenciones de los ponentes dieron pistas a los asistentes, para encontrar una respuesta a la provocadora pregunta. Uno de los ponentes llamó la atención sobre la distancia que hay entre el ideal propuesto por la Constitución Nacional y las políticas públicas, de modo que la “preservación del ambiente”, mencionada en el artículo 361, se queda en el papel a la hora de la minería, por ejemplo. Cuando ésta pone en marcha sus retroexcavadoras o los mineros echan mano del mercurio en su búsqueda del oro, la prioridad es el oro. Ni los mineros ni la población vecina ni la selva ni los ríos son tenidos en cuenta. Este fenómeno de inversión de las prioridades es el que se da en las conciencias individuales en donde ni la naturaleza ni las personas que se mueven alrededor de ella tienen la categoría de problemas.

Si la ecología es esa conciencia de vivir juntos en una casa común, esta es una percepción que aún no logran ni los que diseñan ni los que ejecutan las políticas públicas; tampoco el ciudadano.

Solo hechos como la visión del planeta tierra en el espacio pudieron revelar a los astronautas una nueva percepción de su mundo. Anotó en su diario Russel Schweickart, el astronauta: “Todo lo que significa algo para ti, la historia, el arte, el nacer, la muerte, el amor, la alegría y las lágrimas, todo está en ese pequeño punto azul y blanco que es la tierra vista desde fuera: una preciosa mancha pequeña que puedes tapar con el dedo pulgar”. Y agregaba otro astronauta, Sigmund Jähn: “desde el espacio comprendí que la empresa más exigente es cuidar con esmero y preservar al planeta para las generaciones futuras”. Son expresiones que se repiten en boca de otros astronautas y que refuerzan la convicción de que es necesaria esa visión del planeta como casa de todos, como paso previo a la formación de una conciencia sobre los deberes para con la tierra.

Se agregó en el conversatorio que hay un paso desde la ecología-ciencia hasta la ecología-conciencia. Se necesita un conocimiento de la naturaleza, más allá de la visión utilitaria predominante en la enseñanza de las ciencias naturales. A partir de las experiencias concretas de los ponentes sobre las explotaciones mineras, ellos pudieron afirmar que “el modelo de minería que hoy se aplica en Colombia, produce asimetrías y conflictos”.

Bajo la idea de que la naturaleza es un reino al servicio del ser humano, que se mueve sobre ella como un soberano, los humanos han perdido de vista la responsabilidad que les cabe frente a ella, no como reyes de lo creado sino como sus jardineros.

Ejemplos concretos, como la imagen de las mujeres campesinas que, frente a la fuerza pública puesta al servicio de los grandes empresarios mineros, se tendieron sobre el suelo para expresar su decisión de proteger la tierra, le dan la razón a Isaac Asimov cuando, al preguntarse sobre la cultura que estamos construyendo, se respondió: “el legado de este cuarto de siglo espacial es la percepción de que la tierra y la humanidad forman una única entidad”.

Algunas palabras de los ponentes

“¿Es la ecología un problema de conciencia? Por supuesto que sí. Pero también es un asunto de ciencia, de diálogo intra y transdisciplinario. No basta la conciencia para resolver la crisis. Tan grave es la situación, que necesitamos el aporte de la ciencia y la tecnología; pero no por separado, como en esquizofrenia, sino en una integración mental, una nueva comprensión de la vida, un nuevo modelo de civilización. Además, es un asunto de experiencia (ex=salir, peri=alrededor), es decir, es un asunto de entrar en contacto con el medio para conocerlo y conocerse. No basta conocer el ecosistema, hay que interpretarlo y darle sentido.” (Alirio Cáceres).

“La crisis ambiental que se vive en el territorio nacional sucede por no aplicar los instrumentos de ordenamiento y organización que parten de la misma Constitución Política de 1991, pero que tienen su principal base en el Decreto 2811 de 1974, conocido como Código Nacional de Recursos Naturales. La crisis se hace visible en el gobierno de Álvaro Uribe Vélez y se agudiza en el actual gobierno de Juan Manuel Santos, en donde la Locomotora minero-energética entra a imponerse por encima de las mismas normas constitucionales al expedir resoluciones como la 0045 de la Agencia Nacional de Minería, mostrando al país que tenemos un supuesto potencial minero que sacará de la crisis económica y que se deben mantener y ampliar estímulos en la confianza inversionista de las multinacionales”.  (Pedro Aldana).

“¿Cómo lidiar con los impactos de la minería en comunidades alejadas de los centros urbanos? ¿Es factible o realista decir NO a la minería en un contexto en el que el modelo extractivista se ha impuesto en todos los países de nuestra región? ¿Cómo hacer para que las comunidades puedan reconocer sus derechos y hacerlos valer frente a esta realidad? ¿Cómo hacer para generar sensibilidad y solidaridad de la gente en los grandes centros urbanos? La respuesta está en las mismas comunidades, en su necesidad de desarrollar campañas sencillas que refrenden su vocación y su cultura, en la necesidad de preservar su entorno de la depredación que deja la explotación minera, y en la necesidad de establecer alianzas con la sociedad civil nacional e internacional para que apoye sus luchas” (Martha Inés Romero).