La mafia calabresa intenta envenenar al cura milagro poniendo lejía en el vino de misa

El sacerdote Felice Palamara notó un olor extraño en el líquido, por lo que decidió no beber

Felice Palamara

No es la primera vez que el padre Felice Palamara ha visto su vida peligrar. Primero, por una enfermedad, cuya curación le dio el sobrenombre de “cura milagro”; después, por ser objetivo de la mafia calabresa. Después de varias cartas amenazantes, e, incluso, de haber saboteado su coche, el último atentado contra su vida llegaba hace apenas unos días, cuando pusieron lejía en las vinajeras de la misa.



Párroco de Pennaconi, en Cessaniti (Italia), Palamara estaba celebrando la eucaristía cuando, tal como señala la prensa italiana, al llevarse el cáliz a la boca notó un olor extraño, por lo que decidió no beber. El origen de aquel olor lo descubrió después, al llevar el líquido a analizar en un laboratorio que confirmaría que lo que había en los recipientes era lejía.

Por su parte, el obispo de Mileto-Nicotera-Tropea, Attilio Nostro, mostraba su cercanía al sacerdote. “La diócesis está viviendo un momento de sufrimiento debido a actos de intimidación que nada tienen que ver con la vida cristiana normal de las parroquias”, escribe el prelado en un comunicado, en el que hace un llamamiento “a las comunidades cristianas para que no se dejen desanimar por este lenguaje de violencia”. “No debemos ceder a esta lógica, dejándonos tentar por la desesperación y la ira. No podemos aceptar este lenguaje, no debemos responder al odio con odio, sabiendo que no es posible dialogar verdaderamente con quienes se niegan a hacerlo”, insiste.

En la misma línea se sitúa el sacerdote, quien subraya que su “venganza se llama amor”, asegurando (en una publicación de Facebook) que no se detendrá “ante los obstáculos, ni me espantaré de las tinieblas, porque más allá de todo, sea quien sea, todo lo que se ha hecho por mí es y sigue siendo ese hermano sólo para amar, aunque la justicia deba seguir su curso”.

El milagro de Francesco Mottola

Palamara forma parte de los Oblatos del Sagrado Corazón, fundados por el beato Francesco Mottola, quien, a su vez, tiene mucho que ver con ese carácter “milagroso” del sacerdote”. Y es que, en 2008, cuando Palamara asistía al seminario, comenzó a experimentar fuertes dolores en la vejiga. Aquel fue el comienzo de una enfermedad que se alargó durante más de dos años y, aunque fue operado, no hubo una mejora concluyente. Tenía, tal como él mismo ha relatado, miedo a morir sin haber celebrado una misa. Por eso, todos los días rezaba ante un cuadro de Mottola.

“La noche del 13 al 14 de mayo de 2010 tuve un sueño: estaba en una iglesia, y en cierto momento vi llegar a un sacerdote. No le miré a la cara, mantuve mis ojos bajos, hacia su sotana. Le dije: ‘¿Quién eres?’. Él respondió: ‘Soy el padre Mottola, usted siempre me llama, habla de mí con todo el mundo’. ‘Padre estoy enfermo, tengo que hacer otras cirugías’, le dije. Y él dijo: ‘No, no te preocupes. No se le realizará ninguna otra cirugía. Tu vejiga volverá a ser como antes. Ahora levántate y ve al baño”, ha explicado el sacerdote. “Poniendo su mano sobre mi cabeza y me dijo: ‘Adelante hasta que la sangre sea derramada porque me servirás para muchos bienes en la Iglesia’“. Desde entonces, Palamara se recuperó por completo.

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