El plan de José Cobo para Madrid: “Los pobres son nuestro criterio de discernimiento”

  • El cardenal publica su primera carta pastoral al frente de la archidiócesis en la que plantea “ajustar fórmulas pastorales y lenguajes”, porque “no vale lo de siempre”
  • En la antesala de recibir la birreta de manos del Papa, reivindica una “diocesaneidad” libre de ideologías y de añoranzas del pasado

José Cobo, tras su nombramiento como arzobispo de Madrid

“La Iglesia necesita siempre, en cada momento y en cada etapa, emprender nuevos caminos”. Así arranca el neocardenal José Cobo la carta pastoral que ha hecho pública hoy bajo el título ‘Abriéndonos a un nuevo comienzo’ y que sienta las bases de su primer curso como arzobispo de Madrid. El texto ve la luz apenas 48 horas antes de que el pastor reciba de manos del Papa la birreta púrpura que fue anunciada el pasado mes de julio y que le sitúa como uno de los hombres de confianza de Francisco.



En el documento, eminentemente pedagógico y práctico para trabajar de forma individual y en comunidad, aclara que “no se trata de definir acciones ni tareas concretas, sino que nos planteemos actitudes del corazón que posibilitarán luego proyectos para este nuevo comienzo”.

Ciudad sedienta

“Tendremos que cambiar lenguajes, ajustar fórmulas pastorales a este momento, es verdad. No vale lo de siempre”, escribe el purpurado, sabedor de que “el cambio de época lo requiere para anunciar la fascinación del evangelio a una ciudad sedienta de él”.

Para ello, reivindica los “ejes de comunión y de esfuerzo entre todos”: “Nuestra tarea será hacer que nuestra voz coral, entrelazada, suene a Cristo, que dice la verdad de Dios, que nos ofrece su alegría y que actúa al pie de cada cruz, y allí fija nuestro puesto como Iglesia”.

Escuchar y proponer

La misiva parte remitiéndose al profeta Ezequiel, que recoge la misión del pastor de buscar a la oveja perdida y apacentar el rebaño, así como del pasaje del Evangelio de Lucas, en el que Jesús lee el rollo del profeta Elías en el que se sabe enviado “a evangelizar a los pobres, a proclamar a los cautivos la libertad…”. A partir de ahí, Cobo lanza una pregunta a sus diocesanos: “¿Tenemos necesidad de acoger este tiempo nuestro como reto y como ámbito de Dios en el que escuchar y proponer el Evangelio?”.

A lo largo de la carta, expone cuatro líneas de acción para los católicos madrileños, de sacerdotes a religiosos pasando por los laicos. En primer lugar, defiende la necesidad de “ahondar en la vocación bautismal”, deteniéndose en “la identidad de cada vocación, especialmente la laical”, lo que se traduce en reformar “los procesos formativos” tanto de la iniciación cristiana, la que denomina como “necesaria re-iniciación de muchos”, y la de los agentes de pastoral.

Sinodalidad y diversidad

Para Cobo, también urge “re-enamorarnos de la Iglesia”, potenciando la vida y el dinamismo de parroquias y comunidades, así como “acentuando la diocesaneidad”.  Desde ahí, hace un llamamiento a la sinodalidad y a la diversidad de la Iglesia en Madrid para configurar “hogares samaritanos de encuentro y sanación”. Para aterrizar esta propuesta, el arzobispo plantea la revitalización de los consejos parroquiales, económicos, pastorales, arciprestales…

Dentro de otra de las líneas de acción, el cardenal llama a los católicos madrileños a conformar una Iglesia samaritana volcada con “las migraciones, la desigualdad, la soledad, la violencia son los rincones donde están los pobres, los cautivos, los ciegos y los oprimidos”. “Cada pesebre y cada cruz es nuestra matriz”, llega a decir para subrayar a continuación: “Los pobres son nuestro criterio de discernimiento”.

Ni poder ni números

“No pretenderemos tener siempre la razón, ni presumiremos del poder de los números, ni identificaremos el evangelio con ninguna ideología o realización humana”, alerta el prelado, que añade a continuación: “No queremos quedarnos añorando tiempos mejores pasados, sino consagrarnos con ilusión a un futuro por hacer, con la convicción de que el evangelio apunta a un plus de verdad que no se va a encontrar en ningún otro ámbito”. En este sentido, Cobo también añade que “tampoco queremos entretenernos en condenas, reproches o descalificaciones a los demás”.

Con la mirada puesta en el diálogo con el mundo, Cobo destaca que “No queremos encerrarnos sino seguir colaborando como cristianos en el ámbito público y aportar nuestra voz al desarrollo integral de nuestras gentes”. Con esta premisa, explica que “la Iglesia en Madrid quiere trabajar por el bien común, crear alianzas y coaliciones que resistan la polarización, la deshumanización o la ideología que despersonaliza”.

“Cada uno tiene un puesto especial en la Iglesia”, subraya el arzobispo, en una invitación a “redescubrir ala vocación a la que hemos sido convocados y renovar nuestro puesto en el proyecto de Dios sobre esta Iglesia concreta que camina en Madrid”.

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