Los obispos de Cuba lamentan la “falta de libertad” y proponen un gesto por Navidad: que el régimen libere a los presos políticos

  • En su mensaje de Adviento, reclaman “que volvamos a soñar con construir una patria de hermanos”
  • “Cuánta falta nos hace despertar la alegría y esperanza, en medio de tantas oscuridades y desalientos”

Cubanos en Miami

La Conferencia Episcopal de Cuba ha publicado un mensaje de Adviento, “un tiempo de gracia” en el que “Dios se manifiesta de un modo más cercano y, con su presencia, nos invita a crecer, a renovarnos, a purificar el corazón para ser más humanos y fraternos”.



Desde este espíritu, con la mirada ya puesta en la Navidad, que “es siempre un acontecimiento nuevo porque nuestra situación personal, eclesial y social va cambiando”, los prelados de la Isla apuntan que, “en Nochebuena, vamos a escuchar al profeta Isaías, que nos dice: ‘El pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran luz…’ (Is. 9,2). Deseamos que esa luz brille en nosotros para reconocer nuestras tinieblas y dejar que, en medio de ellas, irrumpa esa gran luz. Que allí donde haya miedo, desconfianza, rutina, mentira y odio, Cristo ponga coraje, esperanza, entusiasmo, verdad y perdón”.

Caminando juntos

“Caminando juntos, sinodalmente”, será como los cubanos “avanzaremos guiados por el Espíritu Santo y a la escucha de nuestros hermanos y hermanas”. Un apoyo capital para “las familias que sufren la emigración y necesitan de un modo especial que esa luz, que encendió Jesús al nacer pobre y humilde en Belén, brille cálida, mostrándoles su presencia cercana, solidaria, que consuela y reconforta, que nos da la certeza que en Jesús se unen todos los caminos y se acortan todas las distancias”.

Tras este abrazo espiritual a los muchos cubanos que en los últimos meses huyen a la desesperada hacia Estados Unidos, encontrando bastantes veces la muerte en el mar o la persecución de las autoridades de ambos países, los pastores reclaman una especial sensibilidad y atención para “estar más atentos” y “aprender a mirar y escuchar”, pero sobre todo “para descubrir cómo Dios se va manifestando en la realidad, tejiendo nuestra historia con asombrosa cercanía y respeto, ayudándonos a poner lo mejor de nosotros al servicio de todos”.

Con la mirada de Dios

Puesto que “la Navidad saca lo mejor de cada persona”, Dios, que “viene a quedarse y enseñarnos a mirar la vida con su mirada para reconocer su presencia en el prójimo”, llama a todos a acompañar al otro, “especialmente en el dolor y la soledad de tantas personas mayores, enfermas o que padecen graves dificultades y carencias”.

Sin mirar a otro lado y sabiendo que decenas de miles de cubanos sufren por la gran crisis de desabastecimiento que padece el país, los obispos llaman a no desfallecer: “Cuánta falta nos hace despertar la alegría y esperanza, en medio de tantas oscuridades y desalientos”.

Salir al encuentro

Y es que “Jesús es el Buen Samaritano, que sale a nuestro encuentro, que se detiene ante nuestra realidad con compasión, que se acerca para sanar nuestras heridas, darnos consuelo y esperanza, que nunca nos abandona y nos invita a salir para hacer lo mismo con nuestros hermanos más necesitados, con aquellos que sufren hambre, soledad, falta de libertad y esperan de nosotros un gesto de clemencia o misericordia”.

Tras esta significativa mención a la “falta de libertad”, en un contexto en el que cientos de presos que llevan más de un año en la cárcel por manifestarse reclamando al régimen comunista más derechos y libertades, el Episcopado da un paso audaz y comprometido en su defensa: “¡Cuánta alegría traería para sus familias y pueblo en general saber que, en esta Navidad, un buen número de quienes guardan prisión se les otorga la libertad y retornan a sus hogares para reinsertarse en la vida habitual e iniciar así el nuevo año!”.

Signos de esperanza

Porque “vivir la Navidad no es solo acoger la luz que enciende Jesús con su presencia, sino también aceptar la invitación que Él nos hace de ser luz para nuestros hermanos, que necesitan signos de esperanza que los fortalezca para seguir haciendo el camino de la vida”.

El mensaje de los obispos concluye con una renovada llamada a la fraternidad: “Que en esta Navidad volvamos a soñar construir una patria de hermanos, donde cada uno pueda vivir con dignidad, donde nos escuchemos y dialoguemos para discernir el futuro, donde luchemos por el bien de todos, en especial de quienes han quedado marginados por distintos motivos”.

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