Anne Soupa: “El poder de decisión lo siguen teniendo solamente los obispos”

Anne Soupa

Cofundadora del colectivo Toutes apôtres (Todas apóstoles), creado el pasado mes de julio para pedir más responsabilidades para las mujeres en la Iglesia, Anne Soupa se siente obligada a “transgredir” las reglas. “Candidata” al Arzobispado de Lyon desde el mes de mayo, esta teóloga parisina de 73 años quiere cambiar las quejas por “propuestas concretas”. Vida Nueva ha hablado con ella para saber más sobre su compromiso.



PREGUNTA.- El 22 de julio, siguiendo su ejemplo, siete mujeres del colectivo ‘Toutes apôtres’ depositaron en la Nunciatura Apostólica en París su candidatura a puestos reservados para hombres ordenados. A día de hoy, cuatro han recibido una llamada para organizar un encuentro, probablemente este septiembre. ¿Y usted?

RESPUESTA.- No. Es cierto que no pedí ninguna cita. También que el cargo que pido es muy importante, sobre todo si se considera que las mujeres no pueden ni siquiera acceder al diaconado.

P.- Si el nuncio vaticano en Francia la contactara, ¿qué le diría?

R.- Le pediría que me nombrara arzobispo de Lyon. Seguramente me respondería con objeciones, a las que intentaría responder de la mejor forma posible. Y llamaría su atención sobre la cuestión de las mujeres en la Iglesia en general.

P.- ¿Como nació la idea de solicitar este cargo?

R.- Fue una propuesta de mi hijo. No es alguien que bromee sobre estos temas. Sabe lo importantes que son para mí, y cuánto me importa el anuncio del Evangelio. Era la primera vez que alguien me decía: “¡Podrías ser arzobispo!”. Y es cierto que en distintas ocasiones pensé: podría ser un buen obispo, sin ir más allá. Al principio, pensé que era una locura. Luego, me di cuenta de que era una buena manera de llevar adelante la causa de las mujeres; para no quedarme en las quejas, sino hacer propuestas concretas. La elección de Lyon fue bastante natural. La sede está vacante y es la diócesis francesa que más ha sufrido con los abusos. Llevo mucho tiempo diciéndolo: cuando haya más mujeres en cargos de responsabilidad en la Iglesia, se reducirán los abusos. ¿Por qué? Porque el sistema de los abusos se mantiene por autosegregación clerical.

P.- ¿Pero lo suyo no resulta una provocación?

R.- Claro que sí, pero no tengo otra opción. ¿Recuerda el episodio del paralítico que quería bajar a la piscina de Betesda para ser curado, pero nunca llegaba a tiempo porque nadie le ayudaba a meterse en el agua? Es lo mismo. El nuncio nunca llamará a una mujer para ser obispo. En realidad, no soy yo la que provoca, sino la autoridad masculina que subsiste dentro de la Iglesia a pesar de las evoluciones de la sociedad. Con mi candidatura, he querido abrir un camino en las conciencias, para invitar a otras a hacer lo mismo.

Cambio de estilo

P.- Desde su llegada en 2013, el papa Francisco ha dado señales para reforzar el papel de las mujeres en la Iglesia. ¿Es suficiente?

R.- Ha cambiado el estilo, eso sí. El Papa es un adepto de la sinodalidad, le gusta que se tomen las decisiones a distintos niveles. Sin embargo, mucha gente ha quedado decepcionada con los resultados de los dos últimos sínodos, que han desembocado en poca cosa. A principios de agosto, Francisco ha nombrado seis mujeres en la supervisión financiera del Vaticano. Pero, en realidad, esto significa que el Papa no pretende cambiarlo todo, no toca el sistema, solo introduce pequeños cambios. Es más, a veces, manda señales incluso contrarias. En primavera, creó un nuevo comité sobre el diaconado femenino, subrayando el fracaso del primero, instituido por él en 2016. Es una forma de ganar tiempo. En su exhortación Evangelii gaudium, insistía sobre la importancia de distinguir entre gobierno de la Iglesia y ministerio. En siete años, no ha habido casi ningún avance al respeto. El poder de decisión lo siguen teniendo solo los obispos.

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