Francisco en el ángelus: “La cruz es un signo sagrado del amor de Dios y no debe reducirse a un objeto supersticioso”

  • Bergoglio ha hecho “un llamamiento al diálogo constructivo y al respeto de la legalidad internacional” en los conflictos del Mediterráneo oriental
  • El Pontífice destaca que “el compromiso de ‘tomar la cruz’ se convierte en la participación con Cristo en la salvación del mundo”
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Como cada domingo, el papa Francisco no ha faltado a su cita con los fieles reunidos en la plaza de San Pedro para rezar a mediodía con ellos la oración mariana del ángelus. “Sigo con preocupación las tensiones en la zona del Mediterráneo oriental”, confesó el Papa, quien hizo “un llamamiento al diálogo constructivo y al respeto de la legalidad internacional para resolver los conflictos que amenazan la paz de los pueblos de aquella región”. Además, recordó que desde el 1 de septiembre, Jornada Mundial de oración por el cuidado de la creación, y el 4 de octubre, Jornada de la Tierra, se celebrarán distintas propuestas organizadas por diferentes confesiones para celebrar el jubileo por los 50 años de esta última jornada.



El camino del discípulo

Comentando el evangelio del día en el que Jesús realiza en anuncio de la pasión (cf. Mt 16, 21-27), Francisco señala la los discípulos no entienden el alcance de las palabras de Cristo porque “tienen una fe todavía inmadura y demasiado ligada a la mentalidad de este mundo”. Pedro, destaca el Papa, “cree en Jesús, quiere seguirlo, pero no acepta que su gloria pase por la pasión”.

“Para Pedro y los otros discípulos –¡pero también para nosotros!– la cruz es un ‘escándalo’, mientras que Jesús considera un ‘escándalo’ huir de la cruz, lo que significaría huir de la voluntad del Padre, de la misión que le ha confiado para nuestra salvación”, prosiguió el pontífice destacando que “es propio del diablo alejarnos de la cruz de Jesús” mostrando como Pedro pasa de ser alabado a reprochado por Jesús en un intervalo de 10 minutos. 

Por ello, Jesús “muestra el camino del verdadero discípulo” a través de la renuncia de sí mismo –“ lo que no significa un cambio superficial, sino una conversión, una inversión de valores”, explicó– y “tomar la propia cruz”. “No se trata sólo de soportar pacientemente las tribulaciones diarias, sino de llevar con fe y responsabilidad esa parte del esfuerzo y el sufrimiento que implica la lucha contra el mal”, añadió.

Más que un elemento decorativo

Para Francisco, “el compromiso de ‘tomar la cruz’ se convierte en la participación con Cristo en la salvación del mundo”. “Pensando en esto, asegurémonos de que la cruz que cuelga de la pared de la casa, o la pequeña que llevamos al cuello, es un signo de nuestro deseo de unirnos a Cristo para servir con amor a nuestros hermanos y hermanas, especialmente a los más pequeños y frágiles”, añadió.

“La cruz es un signo sagrado del amor de Dios y del sacrificio de Jesús, y no debe reducirse a un objeto supersticioso o a una joya decorativa”, prosiguió. Bergoglio invitó a que “cada vez que miramos la imagen de Cristo crucificado, pensamos que Él, como verdadero Siervo del Señor, cumplió su misión dando su vida, derramando su sangre para la remisión de los pecados”. “Si queremos ser sus discípulos, estamos llamados a imitarlo, gastando nuestras vidas sin reservas por amor a Dios y al prójimo”, concluyó.

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