Mariuca Mesones: “¿Un repunte vocacional tras el coronavirus? ¿Por qué no?”

Mariuca Mesones

“¿Un repunte vocacional como respuesta a la pandemia del coronavirus? ¿Por qué no?”. Es la reacción espontánea que le nace a la religiosa clarisa Mariuca Mesones, abadesa del convento franciscano de San Juan de la Penitenciaría en Alcalá de Henares (Madrid). Para esta religiosa contemplativa el impacto vital de la pandemia del coronavirus ha sido tal en algunas personas que considera que les ha podido despertar una búsqueda de la interioridad, una invitación a vivir en el silencio y la austeridad, un ‘runrún’ que podría desembocar en una llamada a la vida contemplativa.



Mesones lanza esta reflexión en el marco de la Jornada Pro Orantibus con la que la Iglesia quiere poner en primer plano la entrega de los 8.723 monjas y 458 monjes que viven en nuestro país, repartidos en 751 monasterios. Y es que la obligada ‘clausura’ que durante dos meses han vivido los españoles podría haber provocado una nueva espiritualidad.

“El otro día un sacerdote me dijo que veía caras nuevas en su parroquia tras la reapertura. Seguro que habrá gente que descubra que su vida es algo más que salir, trabajar y divertirse”, constata Mariuca. Su comunidad, conocida en Alcalá como “las juanas” y compuesta por doce religiosas, también ha podido comprobar cómo “nos han llovido las peticiones de oración en estas semanas”. Y no solo eso. La abadesa alcalaína considera que “la vida contemplativa se está valorando más tras la pandemia. Hay mucha gente que está volviendo a rezar, aunque no se traduzca tanto en el culto o en el prefecto”.

Jugársela con el testimonio

Pero para que este hormigueo interior no se quede en algo coyuntura, considera que es el momento de echar el resto de puertas para adentro de los monasterios para iniciar un proceso de acompañamiento hacia estas personas vocacionales: “Si empezamos a decir palabras bonitas y elevadas que no entiendan, no ayudaremos a la gente. Necesitan palabras normales, no elevarnos mucho. Basta con acompañar y abrirles a rebuscar en su interior. El trato con Dios vendrá después”. A esto, le une otro elemento fundamental: . “Nos la jugamos a través de nuestro testimonio de vida”.

A esta contemplativa no le agobia el análisis de las estadísticas de la Conferencia Episcopal Española que hablan de que en los dos últimos años se estarían cerrando dos conventos al mes en España. “La situación no es tan grave como pareciera a partir de las cifras. Es cierto que la vida religiosa va menguando, pero eso también es una llamada para cambiar, a admitir una presencia más menuda pero más significativa teniendo en cuenta la sociedad en la que estamos”, apunta.

Y explicita a continuación: “Ya no hay familias de diez hermanos como antes de los que podrían salir cinco curas y monjas. De la misma manera, ha cambiado la mentalidad religiosa”. Ella lo sabe bien. “De repente vas por la calle y ves a un niño que le pregunta a su madre ‘qué es eso’ refiriéndose a ti o entrar a un ministerio a arreglar unos papeles y no saben cómo dirigirse a una monja porque eres alguien totalmente desconocido para ellos. En este contexto, es difícil que surjan vocaciones”.

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