5 claves que aporta la Jornada ‘Pro orantibus’ en plena desescalada

El Papa Francisco, durante el encuentro con las contemplativas peruanas en Lima/EFE

Si alguien ha sido testimonio de cómo afrontar el confinamiento durante las peores semanas del coronavirus, esas han sido sin duda las comunidades contemplativas. La costumbre ha querido que la festividad de la Santísima Trinidad coincida en plena desescalada este domingo 7 de junio. Es también el día marcado para la Jornada ‘Pro orantibus’, en recuerdo de las personas consagradas contemplativas.



1. Un lema

Para este año el lema elegido es “Con María en el corazón de la Iglesia”. La jornada es una oportunidad para agradecr a Dios esta forma de consagración que necesita la Iglesia y que está en su mismo ‘corazón’. Los obispos responsables recuerdan que “la Virgen María y la Iglesia constituyen el marco para la vida consagrada en España este año”, en continuidad con la Jornada de la Vida Consagrada (2 de febrero” cuyo lema fue “La vida consagrada con María, esperanza de un mundo sufriente”.

En este día, explican los obispos, “María se nos ofrece como signo para la vida consagrada contemplativa, que está llamada, como ella, a habitar el corazón del cuerpo místico de Cristo, de la Iglesia que, con amor materno, acompaña a sus hijos e hijas en todo momento, pero sobre todo en la desgracia”.

2. El corazón

“Entendí que la Iglesia tiene un corazón y que este corazón está ardiendo en amor. Entendí que solo el amor es el que impulsa a obrar a los miembros de la Iglesia y que, si faltase este amor, ni los apóstoles anunciarían ya el Evangelio, ni los mártires derramarían su sangre. Reconocí claramente y me convencí de que el amor encierra en sí todas las vocaciones, que el amor lo es todo, que abarca todos los tiempos y lugares, en una palabra, que el amor es eterno”, escribe santa Teresa de Lisieux al describir su vocación. Este el corazón de la Iglesia.

3. Lo escondido

Escriben los obispos en su mensaje que “la vida contemplativa –como María en medio de la comunidad discipular, como el corazón en el centro del cuerpo humano– permanece ‘escondida’ de todo y de todos, pero presente en todo y en todos. No constituye un miembro entre otros, sino que representa aquello que vivifica y sos- tiene a todos los miembros: el amor”.

Este presencia escondida se refleja también en la Virgen. Prosigue el mensaje diciendo que “María es memoria primerísima del amor de Dios en Jesús; la vida contemplativa es memoria singularísima del amor de Jesús en la Iglesia. Por eso, el lugar de la vida consagrada contemplativa coincide con el lugar de María, Madre de Dios y Madre de la Iglesia: cada una a su modo, ambas constituyen el corazón del cuerpo místico de Cristo, ese hondón en el que se recoge y se expande la sangre que vivifica a todos los hombres con la fuerza del amor divino”.

4. La esperanza

Sin duda, en estas semanas, la esperanza es una de las grandes aportaciones de la fe para afrontar la pandemia. “La vida consagrada contemplativa, con María, alienta sin descanso la gran esperanza de la Iglesia, que es la misericordia del Padre”, señalan los obispos.

“Con María al pie de la cruz, las personas consagradas contemplativas despiertan a su alrededor la paciencia y la perseverancia de quien se sabe acogido por las entrañas compasivas de Dios Padre en toda circunstancia, aun en medio de grandes sufrimientos, como los presentes”, recuerdan agradecidos en su mensaje.

5. La alegría

Un componente esencial que marcaba el papa Francisco en su “plan para resucitar” publicado en Vida Nueva es la alegría que surge de la fe y la Resurrección. “La vida consagrada contemplativa, con María, irradia al mundo la alegría de vivir según el Evangelio, según la gracia del Espíritu”, señalan los obispos en su mensaje.

“Con María en las bodas de Caná, las personas consagradas contemplativas contagian ese gozo que solo conoce quien ha probado el vino mejor del Espíritu Santo, ese vino que es Buena Noticia para quien lo saborea sin prisa, convirtiendo cada día, por sencillo y cotidiano que parezca, en un anticipo precioso del gran banquete del Reino”, concluyen.

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