El timo de los falsos manuscritos de Qumrán

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La noticia de que los dieciséis fragmentos del Mar Muerto que exponía el Museo de la Biblia de Washington son falsos, confirma lo que era una sospecha generalizada. Ya se suponía su falsedad. Cuando no está clara la procedencia y no se puede establecer un hilo sobre el origen de los manuscritos, las probabilidades de que nos encontremos ante un fraude son muy elevadas”. Lo dice –sin sorpresa alguna– Jaime Vázquez Allegue (El Ferrol, 1968), uno de los grandes especialistas españoles en los textos de Qumrán. “Por desgracia –añade–, con los manuscritos del Mar Muerto esto sucede con frecuencia. En los últimos veinte años podríamos contar más de diez intentos de fraude”.



El del Museo de la Biblia es uno más, pero sobresaliente. “Los responsables del Museo cayeron en la trampa y adquirieron los fragmentos creyendo que eran auténticos –afirma el especialista–. Cuando comenzaron las sospechas sobre su falsedad, los retiraron inmediatamente de la exposición. Hoy reconocen que fueron estafados”. Así es. Harry Hargrave, consejero delegado del Museo de la Biblia, admitió en una comparecencia pública lo evidente: “Somos víctimas de la tergiversación, víctimas del fraude”.

Sin nuevos fragmentos desde los 90

Numerosos especialistas, como Michael Langlois, profesor de la Universidad de Estrasburgo, advirtieron al Museo de la Biblia –y a su mecenas, el multimillonario protestante de Oklahoma City, Steve Green– de las dudas de la comunidad científica sobre los fragmentos aparecidos después de 2002. “En efecto. Las últimas campañas arqueológicas sobre la zona de Qumrán realizadas entre 2011-2012, confirmaron que ninguna de las últimas cuevas localizadas contenía manuscritos. No se han vuelto a encontrar fragmentos de textos desde mediados de los 90”, explica Vázquez, autor de Qué se sabe de los manuscritos del Mar Muerto (Editorial Verbo Divino).

“Y los últimos, hallados en las revisiones que se hicieron sobre las primeras cuevas en las que se encontraron manuscritos, eran de muy reducidas dimensiones, irrelevantes desde el punto de vista literario –prosigue–. A día de hoy se han excavado 56 cuevas y solo en las once primeras fueron halladas inscripciones en cerámica o manuscritos sobre papiro o pergamino”. Colette Loll, y su empresa, Art Fraud Insights, comenzó a estudiar en febrero de 2019 los fragmentos del Museo de la Biblia. Su dictamen ha sido que al menos quince han resultado ser falsificaciones modernas sobre cuero antiguo, presuntamente del desierto de Judea.

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Los rollos de Qumrán no solo son víctimas de fraude, también del “sensacionalismo que producen”, como describe el biblista. “Desde su descubrimiento en 1947, los manuscritos del Mar Muerto han estado acompañados de todo tipo de especulaciones, misterios, conflictos editoriales… y los medios de comunicación han ayudado a perpetuar el morbo con titulares disparatados”, señala con rotundidad

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