Theresa Zabell: “Cuidar el planeta es una forma de dar gracias a Dios”

Theresa Zabell, regatista y medallista olímpica de vela

La regatista Theresa Zabell está completamente volcada en cuidar nuestro planeta. Con cinco medallas de oro en campeonatos del mundo, nuestra doble vencedora olímpica de vela (Barcelona 92 y Atlanta 96) y primera mujer vicepresidenta del Comité Olímpico Español, desde que finalizó su exitosa carrera deportiva, ha querido devolverle al mar todo lo que le dio.

PREGUNTA.- ¿Qué es la Fundación Ecomar?

RESPUESTA.- En otoño de 1998 decidí comprometerme mucho más de lo que estaba con el entorno marino. Y, con un grupo pequeño de altruistas defensores de la naturaleza, constituí la Fundación Ecomar, una entidad sin ánimo de lucro dedicada a la educación en el cuidado de nuestros mares, su flora y su fauna. Hoy, somos pioneros en las limpiezas de costas con niños. Debemos cuidar los dos únicos sitios de los que no te podrás mudar jamás: tu cuerpo y tu planeta.

P.- ¿Qué iniciativas ponéis en marcha?

R.- El objetivo principal era concienciar a los más jóvenes, mediante programas específicos de convivencia en el deporte, talleres del cuidado y respeto del planeta, apadrinamiento de limpiezas de costas, alimentación responsable y cuidado de nuestro cuerpo, aproximar a los más jóvenes a los valores ecológicos y sumergirlos en la cultura del respeto marino de la forma más natural posible. Nos centramos en niños de entre 9 y 12 años.

P.- ¿Y los niños captan bien el mensaje?

R.- Perfectamente. Se quedan con nuestros consejos y, cuando crecen, continúan repartiendo la “filosofía azul” entre los más pequeños. (…)

P.- El Papa nos insta con frecuencia a cuidar de la Casa Común. ¿Ha calado su mensaje?

R.- A mí, al menos, sí. Este Papa comunica muy bien y llega a un gran público. Me parece indispensable su mensaje.

P.- ¿Es una mujer creyente?

R.- Totalmente. Por eso quiero cuidar el planeta. Es una forma de dar gracias a Dios. Te confieso que rezaba antes de cada competición, pero luego pensé que no era justo pedir a Dios que me ayudara, porque era una forma de no auxiliar a otros que lo merecían, quizá, más que yo. Nuestro Señor está por encima de eso y nunca más llegué a pedirle que me ayudara. Lo más importante de la vida son otras cosas. Ahora solo ruego por cosas importantes. (…)

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