El Papa alerta de una “fuerte tendencia a la fragmentación” en la Iglesia y llama a recuperar la comunión

  • Francisco aprovecha una carta a la Iglesia alemana para analizar las amenazas intraeclesiales para defender una comunidad “pluriforme”
  • El obispo de Roma reivindica un “sano aggiornamento” aplicando el Vaticano II frente a “toda reducción ideológica cientifista y manipuladora”

El Papa Francisco, en la fiesta de san Pedro y san Pablo/EFE

El Papa ha dirigido a la Iglesia alemana una carta en la que llama a los católicos germanos a llevar la alegría del Evangelio “abriéndonos y saliendo a encontrar a nuestros hermanos principalmente aquellos que están tirados en el umbral de nuestros templos, en las calles, en cárceles y hospitales, plazas y ciudades”. Tras realizar un profundo análisis del contexto social y eclesial, Francisco expone como principal línea de acción “desenmascarar las viejas y nuevas esclavitudes que hieren al hombre y mujer especialmente hoy que vemos rebrotar discursos xenófobos y promueven una cultura basada en la indiferencia, el encierro, así como en el individualismo y la expulsión”.

En la misiva, Jorge Mario Bergoglio reclama una Iglesia misionera “cada día más fiel, disponible, ágil y transparente para anunciar la alegría del Evangelio”. Con referencias directas y constantes al Concilio Vaticano II, reconoce que su aplicación no ha llegado a su fin, “en relación a la sinodalidad llamada a operarse en los distintos niveles de la vida eclesial”.

El riesgo de marchitar y morir

Aunque el destinatario es la comunidad alemana, Francisco hace un análisis global de la situación eclesial. Es más, admite que la Iglesia vive un tiempo de “fuerte tendencia a la fragmentación y polarización” así como de “particularismos y tendencias ideológicas”, ante lo que reclama desarrollar el “sensus ecclesiae” -el sentido de comunión- desde un rostro “pluriforme de la Iglesia”. En este sentido advierte de que si las Iglesias locales “si se encuentran separadas del entero cuerpo eclesial, se debilitan, marchitan y mueren”.

Así, llama a los católicos a estar “atentos a la tentación del padre de la mentira y la división, al maestro de la separación”, consciente del peligro de que se acabe “fragmentando de hecho el cuerpo del santo Pueblo fiel de Dios”.

No al reduccionismo ilustrado

En esta misma línea, el Papa lanza otra seria advertencia para evitar caer en una “reducción ideológica cientifista y manipuladora”: “Velen y estén atentos ante toda tentación que lleve a reducir el Pueblo de Dios a un grupo ilustrado que no permita ver, saborear y agradecer esa santidad desparramada y que vive «en el pueblo de Dios paciente: en los padres que crían con tanto amor a sus hijos, en esos hombres y mujeres que trabajan para llevar el pan a su casa, en los enfermos, en las religiosas ancianas que siguen sonriendo…”.

“De ahí la necesidad de mantener siempre viva y efectiva la comunión con todo el cuerpo de la Iglesia, que nos ayuda a superar la ansiedad que nos encierra en nosotros mismos y en nuestras particularidades”, alerta el Papa que se sirve de una de sus expresiones más recurrentes para reclamar la sinodalidad: “El gusto de sentirnos parte del santo y paciente Pueblo fiel de Dios”.

Cambio de tiempo

“Quiero acercarme y compartir vuestra preocupación con respecto al futuro de la Iglesia en Alemania”, expresa el Papa que señala cómo “no vivimos sólo un tiempo de cambios sino un cambio de tiempo que despierta nuevas y viejas preguntas con las cuales es justo y necesario confrontarse”.

“Asumir y sufrir la situación actual no implica pasividad o resignación y menos negligencia, por el contrario supone una invitación a tomar contacto con aquello que en nosotros y en nuestras comunidades está necrosado y necesita ser evangelizado y visitado por el Señor”, recomienda el Papa a los católicos germanos.

Erosión de la fe

En concreto, el Papa se muestra consciente de la “creciente erosión y decaimiento de la fe” en el país, frente a lo que plantea a toda la comunidad católica alemana “un abordaje serio y consciente que nos estimule a volvernos”. En este sentido, alerta del riesgo de buscar “resultados inmediatos que generen consecuencias rápidas y mediáticas pero efímeras por falta de maduración o porque no responden a la vocación a la que estamos llamados”. De la misma manera, el Papa advierte de caer en la tentación de acometer únicamente “reformas puramente estructurales, orgánicas o burocráticas” que funciones como “remiendos”.

El Papa va más allá para señalar que este tipo de medidas que se disfrazan “en orden y sintonía” solo llevarán a “adormecer y domesticar el corazón de nuestro pueblo y disminuir y hasta acallar la fuerza vital y evangélica que el Espíritu quiere regalar”.

“Se tendría un buen cuerpo eclesial bien organizado y hasta ‘modernizado’ pero sin alma y novedad evangélica; viviríamos un cristianismo “gaseoso” sin mordedura evangélica”, subraya el Papa a continuación en su escrito.

Evitar actitudes reaccionarias

En la carta también recoge que la misión de la Iglesia no se sostiene si se edifica desde “previsiones, cálculos o encuestas ambientales” como el invierno demográfico y el envejecimiento poblacional, ni tampoco a partir de “resultados exitosos de nuestros planes pastorales”. Reconoce el Papa que estas cuestiones hay que valorarlas, “pero en sí no agotan nuestro ser creyente”. De hecho, condena toda “actitud reaccionaria tanto positiva como negativa ante los problemas”.

Es más, Francisco echa la vista atrás para constatar que “cada vez que la comunidad eclesial intentó salir sola de sus problemas confiando y focalizándose exclusivamente en sus fuerzas o en sus métodos, su inteligencia, su voluntad o prestigio, terminó por aumentar y perpetuar los males que intentaba resolver”.

Acoger los desequilibrios

Frente a ello, plantea la necesidad de una conversión pastoral a modo de “sano aggiornamento” no exento de dificultades y de lo que viene en llamar “desequilibros”. “No podemos olvidar que hay tensiones y desequilibrios que tienen sabor a Evangelio y que son imprescindibles mantener porque son anuncio de vida nueva”, matiza.

El Papa respalda de forma explícita el “camino sinodal” iniciado por los obispos alemanes y recomendó que vaya en primera lugar “desde abajo hacia arriba”. “No se puede hacer un gran sínodo sin ir a la base”, recoge en la misiva parafraseando el discurso que pronunció hace unas semanas en la Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Italiana.

La evangelización como camino

Para Francisco, la evangelización no es “una táctica de reposicionamiento eclesial en el mundo de hoy o un acto de conquista, dominio o expansión territorial” ni “la búsqueda para recuperar hábitos o prácticas que daban sentido en otro contexto cultural”.

“La evangelización es un camino discipular de respuesta y conversión en el amor a Aquel que nos amó primero”, propone, para señalar a continuación que “nos lleva a recuperar la alegría del Evangelio”.

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