Sadio Keita, de Guinea Conakri: “Soy un migrante pobre, pero mi corazón es rico”

Mesa de migrantes de la IV Conversaciones PPC

Sadio pasó nueve días en una patera junto con 99 personas. Solo querían llegar a la costa de Tenerife. Pero su barca se averió. Y el capitán de la barcaza les instó a que decidieran entre los tripulantes quién sacrificaba su vida lanzándose al mar, para intentar volver a retomar el rumbo de la nave con menos peso. “Yo iba con un amigo de la infancia y decidimos que se lanzaría él. A cambio, le garanticé que me encargaría de su familia y de la mía”. Finalmente, la patera se puso en marcha.  Hoy Sadio vive en Madrid, en el hogar del sacerdote Jorge de Dompablo, junto con otra decena de migrantes.

La voz de Sadio Keita, de Guinea Conakri, y de Arman Abujeyed, de Bangladesh, se dejaron escuchar como relatos en primera persona en la mesa de testimonios que acogió hoy las IV Conversaciones PPC, organizadas en colaboración con el Instituto Superior de Pastoral. La mesa estuvo moderada por la teresiana Tusta Aguilar, responsable de formación de la delegación de migraciones del arzobispado de Madrid.

Acceso a la asistencia sanitaria

“No consigo un trabajo estable, porque no tengo estudios. Gracias a un sacerdote pude aprender a leer y aprobé el carné de conducir a la primera”, relató, a la vez que reivindicó la necesidad de acceder a la asistencia sanitaria: “Sufrimos mucho daño en el viaje que hacemos, ya sea en la valla o en el mar. Nuestro cuerpo acaba agujereado y no tenemos derecho a un hospital”.

De forma especial, Sadio quiso dar las gracias a Dompablo: “Cuando no tenía nada, me encontré con él y me dijo: “Lo bueno de ser cristiano es la libertad. Tú eres musulmán y te acojo tal cual. Todo lo que necesitas, lo vas a tener. Mi casa es tuya. Gracias a él mi vida ha cambiado mucho más de lo que yo esperaba Hoy tengo un padre que se llamar Jorge y tengo el corazón dividido con mi familia de aquí y de allá”.

Situaciones de marginación

Aunque este africano valora la acogida recibida en España, sí ha vivido experiencias cotidianas de marginación: “Cuando las señoras me ven, algunas agarran fuerte el bolso. A veces, me entran ganas de decirles: ‘Soy pobre, pero mi corazón es más rico que el suyo’”.

Desde su situación personal, se dirigió al auditorio para compartir que “la migración no es invasión ni ocupación ni una epidemia. Nosotros aportamos, ayudamos. Tenemos las mismas manos que vosotros”.  “Si queremos vivir, hay que convivir con esta sana enfermedad y las vallas no es la medicina”, concluyó.

En esta misma línea se manifestó Arman Abujeyed, que tuvo que atravesar hasta once fronteras para llegar a España. “Cuando no tuve papeles mi vida fue muy complicada, no solo por conseguir un trabajo sino para poder pagar cualquier cosa”, recordó, a la vez que comentó: “Todos somos iguales, nadie nace con papeles”. Hoy, después de ser latero, es camarero con contrato temporal. “Espero tener un trabajo estable algún día”.

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