Las seis reformas del cardenal Carlos Aguiar para la Arquidiócesis de México

El sistema de pensiones para sacerdotes, el protagonismo de los laicos, la formación permanente del clero, las Unidades Pastorales y un nuevo esquema de formación para el seminario son algunos de los rubros en los que se vislumbran los cambios más significativos de su gobierno pastoral

Más de cien días han transcurrido desde que el cardenal Carlos Aguiar Retes tomó posesión de la Arquidiócesis Primada de México. Durante este tiempo –poco más de tres meses– el 35 sucesor de fray Juan de Zumárraga se ha dedicado a visitar diversas instancias arquidiocesanas, entre ellas las ocho vicarías territoriales en las que está dividida la Iglesia capitalina; ahí, ha respondido a todo tipo de dudas que tanto sacerdotes, como religiosas y religiosos y laicos, le han formulado en torno a la manera en que está llevando a cabo su gobierno pastoral.

“Vida Nueva” hace un recuento de algunos de los temas más significativos en los que el Arzobispo Primado de México ha tenido que abundar en el marco de estas visitas de reconocimiento, entre ellos, el sistema de pensiones para sacerdotes ancianos, el papel de los laicos tanto en parroquias como en sus ámbitos de trabajo, la formación permanente del clero, la figura de las Unidades Pastorales y un nuevo esquema para la formación de los futuros sacerdotes.

Un sistema de pensiones digno

La seguridad social del presbiterio ha sido un tema recurrente en las charlas abiertas con el clero; este tema incluye, entre otros aspectos, los gastos de jubilación para sacerdotes, mismos que tiene considerado dignificar.

Al respecto, el cardenal Carlos Aguiar ha señalado que en la Arquidiócesis de México ya hay un camino andado en materia de seguridad social, por lo que el reto ahora es fortalecer este rubro para que sea más eficiente y adecuado. En este sentido, recuerda que cuando llegó a ejercer su ministerio episcopal a la Arquidiócesis de Tlalnepantla, tuvo que replantear el sistema de pensiones con base en ajustes en las aportaciones hechas por las parroquias, pues así como hay unas que reciben fuertes ingresos, hay otras que reciben muy pocos, y en estas últimas resultan insuficientes los fondos para cubrir este derecho social de los sacerdotes jubilados.

Tras revisar en Arquidiócesis de Tlalnepantla la situación de las parroquias en cuanto a sus capacidades económicas, planteó aportaciones diferenciadas, medida que en la Arquidiócesis de México también podría funcionar, aunque habría que considerar las circunstancias, que siempre suelen ser distintas.

El Arzobispo de México considera que establecer porcentajes igualitarios para todas las parroquias puede ser algo relativamente injusto cuando en una diócesis existen fuertes contrastes. “Habrá que revisar bien la situación en la Arquidiócesis de México, y tomar medidas para que el sacerdote que se jubile tenga una pensión digna”.

Solo un Plan Diocesano de Pastoral

De manera reiterada, el arzobispo primado se ha referido también a la importancia de que toda la estructura de la Arquidiócesis de México trabaje en comunión operativa, a fin de dejar de duplicar funciones y hacer más eficiente el trabajo pastoral. Considera que para ello un aspecto importante es la creación del Plan Diocesano de Pastoral –no uno por cada vicaría–, a fin de poder llevar a cabo procesos pastorales.

Para efectos de la elaboración del Plan Diocesano de Pastoral ya se está llevando a cabo un estudio en las ocho vicarías episcopales; una vez concluido, se hará un replanteamiento del funcionamiento de la Iglesia “que posibilitará la generación de procesos pastorales que influyan en la sociedad, y no simplemente eventos pastorales, que sólo pueden mover a pequeños grupos, cuestión que ha sido materia de análisis en el Consejo Episcopal Latinoamericano desde el año 2002, cuando se creó un estudio sobre globalización y la nueva evangelización”.

El cardenal Aguiar dijo que pasar de eventos a procesos es algo que también se ha discutido en la Santa Sede, ya que la misma Curia Romana suele realizar eventos sin procesos. “Esto se hace a nivel mundial, regional o diocesano. ¿Pero hacia dónde vamos con esto? En la Arquidiócesis de México tenemos que dar ese salto. La primera impresión que me ha quedado de la Iglesia de la Ciudad de México es que tiene un gran potencial, muchas cosas muy buenas, pero sin organicidad quedan aisladas, e influyen sólo en un pequeño sector. En cambio, si como Iglesia se actúa en comunión operativa, tendrá una influencia en lo social”.

Lograr eso es el gran desafío –ha señalado–, por lo que es necesario trabajar en comunión tanto religiosos como religiosas, sacerdotes, parroquias e instituciones educativas. “Si se pone en comunicación operativa toda la fortaleza que tiene la Arquidiócesis de México, podríamos influir enormemente en el ser de la sociedad. ¡Esa es mi esperanza!”.

Un laicado responsable

Frente a la pregunta que se le planteó en una vicaría, en el sentido de que si la labor del presbiterio, ante la falta de sacerdotes, corría el riesgo de reducirse a la sola impartición de los sacramentos, dejando de lado su labor socio-caritativa, el cardenal Carlos Aguar Retes respondió terminantemente: “¡Es la hora del laico!”.

“Desde el Concilio Vaticano II –señaló–, se dijo claramente que si en la Iglesia no le abrimos espacios al laicado, seremos incapaces de dar el ancho para lo que necesiten nuestros fieles. No sólo se trata de decir que los laicos tienen una gran relevancia, sino de que, a través de una metodología, ir trabajando con ellos”.

En varias ocasiones ha dicho que hay una gran diferencia entre agentes de pastoral y laicos comprometidos, términos que frecuentemente se llegan a confundir, cuando en realidad no son la misma cosa. “El agente de pastoral –precisó– es el que sirve a las estructuras de la Iglesia para su buen funcionamiento, alguien que se compromete con la parroquia, con la vicaría o con la diócesis. En cuanto al laico comprometido, de acuerdo con la enseñanza del Concilio Vaticano II, es aquél que tiene la vocación y misión de trasformar las estructuras temporales, desde sus diferentes ámbitos en la vida: laboral, social o político; a éste hay que nutrirlo desde la Iglesia”.

El Arzobispo de México considera que a la Iglesia le han hecho falta plataformas de apoyo para los laicos en la transformación de dichas realidades sociales. “Los hemos dejado solos. Únicamente les decimos que esa transformación es su vocación primaria, pero no los ayudamos a mantenerse en su convicción, y son absorbidos por los ambientes corrompidos en los que se mueven”.

Sacerdotes con nueva mentalidad

Uno de los aspectos que el cardenal Carlos Aguiar Retes considera de la mayor importancia para el funcionamiento adecuado de las estructuras eclesiales de la Arquidiócesis de México, es la formación permanente del clero, que constituye el punto clave para el cambio de mentalidad de los sacerdotes.

“Los de mayor edad –recordó en una de sus visitas a vicarías– fuimos formados para que funcionaran bien las estructuras de la Iglesia, y para servir al pueblo fiel que nos fue encomendado, pero dentro de esa mentalidad, existe otra mentalidad, la del clericalismo; es decir, creer que el mundo de la Iglesia es el mundo de los servicios religiosos, un paradigma con el que tenemos que romper, considerando que la cultura de cristiandad está fracturada, que en Europa está en plena agonía, y en América, desde hace tiempo, viene en picada. En nuestro país, la expresión más fuerte de este fenómeno la vemos en la Ciudad de México, donde la cultura de cristiandad está rota”.

El Arzobispo de México afirma que la mayoría de los mexicanos aún se identifica con la Iglesia Católica, lo cual se debe ver como una oportunidad, pues gracias a eso América Latina es una esperanza para la Iglesia Universal. “Como lo dijo el papa Francisco cuando nos visitó: ‘México es un tesoro para la Iglesia, pero tiene fecha de caducidad’. Está en nuestras manos que ese tesoro siga siendo tesoro, y que la fecha de caducidad se vaya alejando hasta desaparecer. Estamos a tiempo, pero necesitamos tomar conciencia de que ya no vivimos en aquella cultura de cristiandad, sino en una cultura pluricultural, por lo cual el Papa nos pide hacer una Iglesia en salida, y para esto se necesita forzosamente ese cambio de mentalidad”.

Unidades Pastorales, la nueva forma de administración

Con miras a otorgar a los feligreses una mayor identidad eclesial, facilitar la coordinación entre parroquias y fortalecer la vida espiritual de los sacerdotes, el Arzobispo de México ha propuesto para la Arquidiócesis de México una nueva forma de administración parroquial basada en Unidades Pastorales, una fórmula surgida del Concilio Vaticano II, y que contempla desde hace muchos años el Derecho Canónico, mismo que señala que es posible levantar los límites territoriales de las parroquias para crear este tipo de unidades, las cuales son atendidas por equipos de sacerdotes, todos con la misma autoridad en las parroquias que la conforman, y cuya toma de decisiones colegiales es tutelada por un coordinador, “no por un superior”.

El cardenal Aguiar Retes ha explicado que, bajo esta nueva fórmula, en la que se unirán parroquias de un territorio determinado, se invitará a los sacerdotes que conformen dicha unidad pastoral a vivir en una casa común. “Esto no será de la noche a la mañana, ni de forma generalizada, sino que tendrán que ir haciéndose unas primeras experiencias”.

Para ello, el arzobispo ha solicitado a los obispos auxiliares que en cada vicaría ubiquen una o dos opciones para ver si es posible comenzar con estas unidades pastorales, para observar el caminar de las mismas, y los sacerdotes vayan conociendo los beneficios.

Uno de los muchos beneficios –ha dicho el Arzobispo–, es que se facilitará la coordinación entre parroquias para el ofrecimiento de servicios pastorales. “En vez de que cada parroquia tenga su equipo de catequistas, su equipo de pastoral social, etcétera, la unidad pastoral hará un solo equipo para cada tarea. Así, además de que las parroquias ampliarán inmediatamente su radio de acción, la que tenga más recursos humanos podrá ayudar a otra que a lo mejor no tiene tantos”.

Las Unidades Pastorales también ayudarán a fortalecer la vida espiritual de los presbíteros. El cardenal Aguiar Retes ha explicado que cuando un equipo de sacerdotes vive en una casa común, cuando comienzan a compartir la vida sacerdotal, abandonan su soledad. “La soledad del sacerdote es la que muchas veces provoca las tentaciones en las cuales se cae; por estar solo, afectivamente se va deteriorando su capacidad de resistir a ellas. Pero cuando estás con otro que está dando la vida como él, que está poniendo el mismo entusiasmo que él, se fortalece la vida espiritual. Así que vamos a ensayar esta unidad parroquial”.

Cambios de fondo en el Seminario Conciliar

Finalmente, entre los cambios importantes que el cardenal Carlos Aguiar hará en la Arquidiócesis de México, se encuentra el de la reestructuración del Seminario Conciliar, con miras a preparar a los futuros sacerdotes con base en una nueva mentalidad. “En el Seminario Conciliar –ha dicho– vamos a aceptar sólo a alumnos de la Ciudad de México, en virtud de que el proceso de formación sacerdotal, si es acompañado por la familia y si se lleva a cabo en los contextos donde nace su vocación, garantiza una formación en la que la madurez humano-afectiva quedará bien sostenida”.

Ha adelantado que el Seminario Menor se va a transformar en ‘Acompañamiento Familiar’. “Yo entré al Seminario Menor a los 11 años; me ayudó muchísimo a mis hábitos de lectura; aprendí griego y latín a temprana edad, pero eran otros tiempos. En la actualidad, el tener a un adolescente en internado, en vez de hacerle un bien, se le hace mal. El Acompañamiento Familiar lo hemos hecho en otras diócesis con mucho éxito; al principio, pareciera que bajan las vocaciones, pero después repuntan. El ingreso a internado será hasta el Curso Introductorio”, aclaró.

En cuanto al Curso Introductorio, ha señalado que éste ya no será de carácter académico, sino que estará sustentado en talleres con dos ejes fundamentales: la formación humana y la espiritualidad. “En cuanto a la parte de la formación humana, la persona será conducida a encontrarse consigo misma, con los demás, y hacer vida en común; en lo que respecta a la parte de la espiritualidad, tendrá que aprender a relacionarse con Dios, conocer los evangelios, aprender a orar. Tenemos que romper el esquema de horas-clase, y, con base en estos talleres, incidir mejor y más rápidamente en la formación de los seminaristas. Al final del Curso Introductorio se les hablará sobre la importancia de estudiar Filosofía, de la razón por la que la Iglesia lo pide, de las cosas para las que le habrá de servir”.

Sobre la etapa de Filosofía, el Arzobispo de México ha informado que durará tres años, tras los cuales vendrá la Etapa Intermedia, misma que ahora será obligatoria. “Esto es porque después de años de acompañamiento, los alumnos necesitan vivir sin la infraestructura que les da el Seminario. Necesitan comprobar si los hábitos que, se supone, han ido adquiriendo en el Seminario, ya los asimilaron. El alumno va a buscar o no ir a Misa, va a buscar o no confesarse, va a buscar hacer o no su oración. Ya no va a tener esa infraestructura que le garantiza que a las 6:00 horas se va a levantar, a las 7:00 tendrá su Misa, a las 8:00 su desayuno, etcétera. Ahora tendrá esa confrontación con la propia experiencia de su itinerario formativo”.

De acuerdo con este esquema, en la Etapa Intermedia el alumno tendrá que trabajar, “ganarse el pan con el sudor de su frente”, conocer lo que sufre un asalariado, padecer los traslados en medios de transporte públicos, experimentar en carne propia lo que sufre otro estudiante como él. “A lo que sí les vamos a ayudar es a tener plazas de trabajo en algunas empresas, para que estén en recursos humanos, convivan con los empleados y tengan mayor conocimiento de las familias de la gente que trabaja. Terminada esa etapa, tomarán su decisión de ser o no sacerdotes, con plena conciencia de su caminar”.

Finalmente, el cardenal Carlos Aguiar Retes ha externado que la etapa de Teología ya no se hará en el Seminario, sino en un “internado mediano”, que consiste en la integración de pequeñas comunidades de entre cinco y ochos seminaristas en cada casa cural, a fin de prepararlos bajo el paradigma de la Unidad Pastoral. “Estarán metidos en el estudio teológico, pero al mismo tiempo conociendo lo que hace el párroco, las estructuras de los consejos pastorales, la formación que se ofrece a los laicos, y se integrarán a los procesos pastorales. De manera que tendrán un formador y un párroco”.

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