Francisco al Camino Neocatecumenal: “La misión consiste en hacer discípulos, no en conquistar”

  • Miles de personas llegadas de 134 países celebran en Tor Vergata el 50º aniversario de su fundación
  • “La dinámica del discipulado es distinta de la del proselitismo”, les recuerda el Papa, que envía a varias comunidades a la misión

El papa Francisco preside el 5 de mayo de 2018, en Tor Vergata, los actos conmemorativos del 50º aniversario de la fundación, en Roma, del Camino Neocatecumenal

Alrededor de 120.000 miembros del Camino Neocatecumenal, llegados de 134 naciones -también para ser enviados algunos de ellos a todos los confines del mundo para evangelizar-, se han reunido en la mañana de este sábado, 5 de mayo, con el papa Francisco en la explanada de Tor Vergata, en Roma, para celebrar el 50º aniversario de esta realidad eclesial en Roma, aunque nacida en las periferias de Madrid cuatro años antes, en las chabolas de Palomeras.

Durante este encuentro, Francisco bendijo las cruces y entregó a los líderes 34 nuevas ‘missio ad gentes’ que llevarán el Evangelio a las diversas partes del mundo. Igualmente, el Papa procedió al solemne envío de una veintena de comunidades del Camino de las parroquias romanas para brindar su testimonio evangélico en los suburbios de la Ciudad Eterna.

En lo que ha sido calificado de “un encuentro histórico”, aunque similar al que Bergoglio está manteniendo con otras realidades eclesiales, como hizo en marzo pasado con la Comunidad de Sant’Egidio en su medio siglo de historia, el Papa les dirigió unas palabras en las que agradeció estos 50 años de presencia eclesial, aunque tuvo un agradecimiento especial para aquellos que iban a ser enviados esa mañana.

Contra la tentación de no correr riesgos

“¿Cuántos vas a ir a una misión?”, les preguntó. “Tengo ganas de decirles algo desde el corazón precisamente en la misión, en la evangelización, que es la prioridad de la Iglesia hoy”, aunque reconoció que “en la vida hay una fuerte tentación de quedarse, no correr riesgos, contentarse con tener la situación bajo control. Es más fácil quedarse en casa, rodeado de aquellos que nos aman, pero no es el camino de Jesús. Él envía: ‘Ve'”.

Aunque, acto seguido, Francisco se preguntó en voz alta: “¿Pero cómo vas?”. Según el Pontífice, “para ir, debes ser ligero. Para anunciar es necesario renunciar. Solo una Iglesia que renuncia al mundo anuncia bien al Señor. Solo una Iglesia liberada del poder y del dinero, libre del triunfalismo y el clericalismo testifica de una manera creíble que Cristo libera al hombre. Y quien, por su amor, aprende a renunciar a las cosas que pasan, abraza este gran tesoro: la libertad”.

Pero quienes deciden “ir”, tiene que saber, en palabras del Papa, que luego han de caminar “juntos”. “Totalmente misionero no es quién va solo, sino quién camina juntos. Caminar juntos es siempre un arte para aprender. Uno debe tener cuidado, por ejemplo, para no dictar el paso a otros. Más bien debemos acompañar y esperar, recordando que el camino del otro no es idéntico al mío”.

Unidos con los pastores, sin fugas ni quejas

En este sentido, añadió que “al igual que en la vida nadie hay exactamente igual a otra, así también en la fe y la misión: ir juntos hacia adelante, sin aislar y sin imponer su sentido de la marcha, unidos, como Iglesia, con los pastores, con todos los hermanos, sin fugas hacia adelante y sin quejarse sobre quién tiene el ritmo más lento. Somos peregrinos que, acompañados por sus hermanos, acompañan a otros hermanos, y es bueno hacerlo personalmente , con cuidado y respeto por el viaje de todos y sin forzar el crecimiento de nadie, porque la respuesta a Dios madura solo en una libertad auténtica y sincera”.

Abundando en ‘la forma de ir’, es decir, de misionar, Bergoglio les recordó que la misión consiste en “hacer discípulos”, no en “conquistar”. “La misión es regresar a los discípulos con los nuevos discípulos de Jesús. Por supuesto, la Iglesia es maestra, pero no puede ser maestra si no es discípula antes, así como tampoco puede ser madre si no es hija antes. Aquí está nuestra Madre: una Iglesia humilde, hija del Padre y discípula del Maestro, feliz de ser la hermana de la humanidad. Y esta dinámica de discipulado, el discípulo que hace discípulos, es totalmente diferente de la dinámica del proselitismo“.

 La fuerza del anuncio la situó Francisco en su alocución “no en los argumentos que convencen, sino en la vida que atrae; no en la capacidad de imponerse, sino el coraje de servir. Y tiene en su ADN esta vocación para anunciar la vida en familia, siguiendo el ejemplo de la Sagrada Familia: en humildad, sencillez y alabanza”.

Antes de concluir y dar gracias a Dios por el carisma de la camino Neocatecumenal, “que es un regalo de Dios para la Iglesia de nuestros tiempos”, el Papa invitó a sus comunidades a “amar las culturas y tradiciones de los pueblos, sin aplicar modelos preestablecidos”, sin partir de “teorías y esquemas, sino de situaciones concretas”, de tal modo que “será el Espíritu el que dará forma al anuncio de acuerdo con sus tiempos y sus formas. Y la Iglesia crecerá a su imagen: unida en la diversidad de personas, dones y carismas”.

Kiko Argüello y la revolución de Cristo

La ‘liturgia’ de esta conmemoración estuvo animada, como es habitual en estos actos, por el iniciador del Camino Neocatecumenal, Kiko Argüello, quien a sus 79 años dio muestras de una gran energía, como se vio cuando recibió a Francisco entre cánticos y vivas o como cuando fue presentando a las distintas comunidades, por continentes y países, y a las autoridades eclesiásticas que las acompañaban, entre ellas los cardenales Ricardo Blázquez, Carlos Osoro y Antonio María Rouco, parte del colectivo de 14 obispos y 8.000 españoles presentes en Tor Vergata.

Argüello -que estuvo acompañado por el sacerdote Mario Pecci y Ascensión Romero, nombrada tras el fallecimiento en 2016 de Carmen Hernández, también iniciadora del Camino- señaló a los congregados, instantes antes de la llegada del Pontífice, que “la Palabra de Cristo es una revolución”. “Estamos anunciando el kerygma de parte de la Iglesia -añadió-, lo que se llamaba el esperma del Espíritu”.

“La fe -señaló el fundador español- no viene por una meditación o una conferencia, sino que viene del cielo, es una virtud sobrenatural”.

 

 

 

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