La Conferencia Episcopal Española renueva la confianza en Blázquez

Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española CEE elecciones marzo 2017

Con Cañizares como vicepresidente, repite el tándem que pilotó la Iglesia en España en 2005-2008

Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española CEE elecciones marzo 2017

JOSÉ LORENZO | Una reelección sin titubeos. Quienes habían deslizado críticas a las dotes de mando del cardenal arzobispo de Valladolid se han encontrando con que casi dos tercios (52) de los obispos presentes (79, más el administrador diocesano de Plasencia) reconocieron la labor de Ricardo Blázquez al frente de la Conferencia Episcopal Española (CEE) durante el trienio 2014-2017, renovándole, en primera vuelta, su confianza.

Eran poco más de las diez de la mañana de la segunda jornada de la 109ª Asamblea Plenaria del Episcopado –inaugurada la víspera, 13 de marzo–, en la que se habían de renovar todos los cargos, a excepción del secretario general, vigente hasta 2018, cuando se confirmó el resultado arrojado la tarde anterior en las votaciones de sondeo: Blázquez era el hombre del consenso. Los obispos no quisieron tener en cuenta que en menos de un mes (el 13 de abril) tendría que presentar la renuncia al Papa por razones de edad. El prelado abulense se había mostrado dispuesto a continuar su servicio a la CEE y se da por descontado que Francisco le prorrogará mientras dure su mandato.

Menos de una hora después, saltaba el nombre del cardenal Antonio Cañizares como nuevo vicepresidente, elegido en primera vuelta con 45 votos. Una sorpresa a medias, pues tras la turbulenta Permanente de febrero, su nombre reapareció con fuerza. Los sondeos de la víspera registraron también ese movimiento sísmico.

Se repetía, así, el tándem presidencial que pilotó la CEE entre 2005 y 2008. “Esto no significa una vuelta atrás. Sencillamente es una segunda vez”, respondió Blázquez instantes después, en su primera comparecencia ante los medios congregados en la Casa de la Iglesia, en Madrid. “Ninguno de nosotros tenemos el reloj parado. Vuestros relojes [refiriéndose a los periodistas], el mío y el de don Antonio, marcan la misma hora”, señaló, en un intento de atajar la interpretación de si la elección del arzobispo de Valencia suponía un regreso a otros tiempos eclesiales. Y valoró la cohabitación de entonces como “un trienio de una convivencia normal, muy grata. Y seguro que lo será en el trienio que estamos empezando”.

Agradecimiento y “aviso”

Nada más ser elegido (en lo que es su tercer mandato, el segundo consecutivo), Blázquez se dirigió a los obispos. Primero, para agradecer “la confianza que reiteradamente me otorgaban. Y me puse sinceramente a su disposición. Tengan la seguridad de que estoy a disposición de la CEE, también de los obispos, y en la medida en que quepa, de la Iglesia en España. Y en comunión siempre con el obispo de Roma, Francisco”.

Asimismo, Blázquez les refrescó a los obispos los Estatutos de la CEE, para sutilmente decirles quién manda, aunque no levante la voz, y conjurar situaciones del pasado. “Hacia fuera, [a la CEE] la representa el presidente, también en la comunicación con Roma y otras instituciones, como el Gobierno central. Y hacia dentro, mi función es la de moderar, que las instituciones de la CEE funcionen correctamente. Que todos tengan la garantía de que lo que significa su ministerio en la Conferencia va a ser custodiado, que todos actúen con libertad, que haya espacio para que las diversas voces sean pronunciadas y escuchadas”.

Y, finalmente, abordó el tema de la unidad –subrayado encarecidamente la víspera, en la inauguración de la Penaria por el nuncio Renzo Fratini–. “Estamos unidos en la misión sacramental y en la misma misión, que nos desborda a nosotros. Y todos queremos ser fieles, también como fraternidad de servidores, a la misión que el Señor nos ha confiado”.

Discurso de apertura

Algunos de estos rasgos los había apuntado Blázquez el día anterior en su discurso inaugural. La coincidencia con la conmemoración del cuarto aniversario de la elección de Francisco le dio pie para presentar la CEE –alineado con los deseos de Bergoglio– como “sujeto de sinodalidad”. “Se trata de prolongar la onda expansiva del Vaticano II”, continuó, poniendo el camino sinodal como “fuente de inspiración y articulación” de la Conferencia.

Un primer paso para testar ese camino es el Sínodo para los jóvenes de 2018, cuyo Instrumentum laboris se hará en base a los cuestionarios enviados por el Vaticano a todas las conferencias episcopales. “Es la fase del oír y escuchar con apertura”, indicó el cardenal, quien pidió dialogar con los jóvenes. “Tienen probablemente mucho que decir, y nosotros mucho que escuchar”.

Volvió a mirar Blázquez a la Santa Sede –hoy le acusan de tortícolis los papistas de antaño– en su discurso, para afirmar que la reforma de la Curia romana “repercutirá también en el organigrama de nuestra Conferencia Episcopal y en la organización de los servicios pastorales de nuestras diócesis”.

Los principios que, según él, deben inspirar este proceso son los de “simplificación, agilidad, evitar lentitudes innecesarias y dispersión de esfuerzos personales”. Líneas que ya estaban enmarcadas en el Plan Pastoral de la CEE, el verdadero programa de Blázquez. Ahora, su reelección le refuerza moralmente para ponerlo en práctica frente a las resistencias internas.

Las otras claves del discurso

▪ Situación política: Valoró Blázquez como “un alivio en la sociedad” la formación de un nuevo Gobierno y apeló al diálogo, “insustituible en las Cortes y demás parlamentos regionales”.

▪ Libertad religiosa. “El ejercicio del derecho a la libertad de expresión debe ser compatible con el derecho a los sentimientos religiosos”.

▪ Violencia machista. “¡Cuántas mujeres asesinadas!”, lamentó, para pedir que, junto con medidas legales para proteger sus vidas, “no debe faltar la educación de la conciencia moral”.

▪ “Madres subrogadas”. “No todo lo que se puede hacer respeta la dignidad de las personas”.

▪ Pacto Educativo. Reivindicó el histórico papel de las congregaciones religiosas en el campo de la enseñanza, por lo que “la Iglesia quiere, y juzgamos tiene derecho, a estar presente” en la gestación de este Pacto.

¿Una Iglesia en salida o en la calle?

Vuelve el cardenal Antonio Cañizares (71 años) a la primera línea de la “política” episcopal. Al menos en cuanto a responsabilidades concretas como vicepresidente del Episcopado español. Y vuelve tras su paso por la Curia vaticana como prefecto para el Culto Divino y su desembarco de última hora en Valencia, cuyo acomodo, se dice, trastocó los iniciales movimientos de fichas episcopales de Bergoglio en España.

Y vuelve a hacer tándem con Ricardo Blázquez (74 años), como en 2005-2008, un trienio lleno de retos, con José Luis Rodríguez Zapatero embarcado en su política social con los matrimonios homosexuales, el divorcio exprés, la asignatura de Educación para la Ciudadanía… A todo eso, algunos obispos respondieron saliendo a la calle. Otros, desde la firmeza, optaron por mantener los puentes operativos. Entre ellos, Blázquez y Cañizares. Este último combinó una posición enérgica desde el púlpito con una labor de interlocución con el Gobierno (lo que no entendieron los sectores más conservadores) a través de la vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega. Eran tiempos de intenso puente aéreo Moncloa-Santa Sede.

Zapatero, por su parte, encontró en Blázquez a un interlocutor dialogante y echó el freno a la eutanasia y a una mayor despenalización del aborto. No se atrevió tampoco con los Acuerdos. Eran tiempos raros, donde desde la Cope se insultaba al nuncio Manuel Monteiro. Y también cuando la Iglesia consiguió del Gobierno socialista el incremento del 0,5 al 0,7% para la asignación tributaria. Ahora, los descontentos con Blázquez premian en Cañizares sus sonados pronunciamientos frente a la “nueva política”.

El reto de la nueva cohabitación al frente de la CEE, según apunta un obispo, es “integrar” al pastor levantino, pasar de la Iglesia en la calle a la Iglesia en salida.

Publicado en el número 3.028 de Vida Nueva. Ver sumario

 


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