Elecciones en la CEE: tiempo de equilibrio, baile de peones

Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española CEE elecciones marzo 2017

Las votaciones para el Ejecutivo y la Permanente muestran que “la minoría es más mayoritaria de lo que se creía”

Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española CEE elecciones marzo 2017

JOSÉ LORENZO | El resultado de las elecciones episcopales celebradas los pasados días 14 y 15 de marzo en el marco de la 109ª Asamblea Plenaria, deja la sensación de que las reformas de Francisco tienen acogida en la Iglesia española, ma non troppo. No es de extrañar que desde Roma se diga que Bergoglio “está muy preocupado” por esta situación.

Es cierto que los resultados hablan de un cierto equilibrio en el Comité Ejecutivo y en la Comisión Permanente entre las distintas sensibilidades. Pero la photo finish muestra el arreón final de los críticos con Ricardo Blázquez y la línea del Papa. Y sobre todo, esa fotografía es aún más significativa por quien se ha caído de ella, el hasta ahora vicepresidente de la Conferencia Episcopal Española (CEE), Carlos Osoro.

Dada su condición de arzobispo de Madrid, tiene plaza fija en el Ejecutivo, pero su descalabro ante Antonio Cañizares en las votaciones para la vicepresidencia (45 votos frente a 28 en primera ronda) indica que ser el último cardenal español creado por Francisco (en el consistorio de noviembre) no es punto de referencia. O lo es de indiferencia. “Es una inmerecida bofetada para el cardenal de Madrid, que indica ese ansia de afirmación frente a las reformas papales”, sostiene una fuente consultada por Vida Nueva. No se hacía ilusiones Osoro sobre sus posibilidades, consciente del rechazo que genera en una corriente episcopal desde su designación para Madrid, donde rebrotan las críticas pese a su política conciliadora de nombramientos.

Era previsible, por otra parte, que en el Ejecutivo entrase el arzobispo de Barcelona, Juan José Omella. Distinguido por el Papa no solo por su nombramiento para la Congregación de los Obispos, sino con su afecto, tiene mucho que ver con la nueva hornada de obispos. Su nombre apareció también en papeletas para la presidencia y la vicepresidencia.

El Comité se completó con el arzobispo de Zaragoza, Vicente Jiménez, a quien se le reconoce su buena labor de “apagafuegos”, tanto en su relación con la Vida Religiosa, como en Zaragoza, y cuyo sorpresivo nombramiento –directamente ejecutado por Francisco–, prolongó la incertidumbre sobre el destino final de Fidel Herráez, auxiliar de Madrid.

Del propio Fidel Herráez, antes de la elección de Bergoglio, se daba como seguro que sustituiría al cardenal Rouco en la capital. Según ha sabido esta revista, el ahora arzobispo de Burgos ha estado muy activo ante esta convocatoria electoral, y sus seguidores le llevaron a “disputar” un puesto en el Ejecutivo, que recayó finalmente en Jiménez. Otra vez. Entraría en la Permanente en su condición de metropolitano de Burgos.

Y solo quienes no le conocen hablan de la “sorpresa” de la elección de Jesús Sanz. El arzobispo de Oviedo aparecía insistentemente en las primeras votaciones para el Ejecutivo. Su papel en la CEE reaparece con fuerza tras unos inicios prometedores con Rouco y su controvertido mandato en la Comisión Episcopal de Vida Consagrada. Se truncó en el trienio anterior, donde ni siquiera tuvo acomodo en la Permanente. Es el miembro más joven del Ejecutivo (62 años), lo que le coloca en situación de aspirar a más altas responsabilidades cuando quienes que le acompañen en ese comité hayan tenido que presentar la renuncia o estén a las puertas de hacerlo.

El otro puesto en el Ejecutivo le corresponde, en calidad de secretario general de la CEE, a José María Gil Tamayo, que tiene asegurado hasta noviembre de 2018, cuando se cumple el quinquenio de su mandato. “Su puesto no se votaba, pero si no, irían también contra él. Ahora estará más controlado por el vicepresidente”, apuntan desde Añastro.

Renovación al 21%

Y de equilibrio se puede hablar también en cuanto a los nombramientos efectuados en la tarde y mañana de los días 14 y 15. La renovación de 8 de los 14 presidentes de la Permanente suponía otra prueba para medir fuerzas. Aunque no puede hablarse de renovación y sí de “intercambios de cromos”, toda vez que donde acababan mandato unos, eran elegidos otros de la misma cuerda que cesaban también en su función. Y quedaron muy a la par, con llamativas novedades en las comisiones de Pastoral (Braulio Rodríguez, en sustitución de Sebastià Taltavull) y Vida Consagrada (Jesús Catalá, en lugar de Vicente Jiménez).

De todos ellos, solo cuatro caras nuevas (Juan Antonio Meléndez, Atilano Rodríguez, Enrique Benavent y Rafael Zornoza), lo que supone el 21% de renovación. Que se completan con los metropolitanos de Santiago, Mérida-Badajoz y Burgos, que no resultaron elegidos.

Baile de peones para un tiempo de equilibrio. “La minoría es más mayoritaria de lo que se creía. Y se comprueba que, de cara al futuro, el camino de la mayoría está en barbecho”, señala, a modo de resumen de esta Asamblea electiva, una fuente muy conocedora de las tensiones vividas.

Publicado en el número 3.028 de Vida Nueva. Ver sumario

 


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