Socorro Martínez. Comunidades Eclesiales de Base

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“Para resignificarnos, las CEB no podemos perder la memoria”

Socorro Martínez Maqueo ha compartido buena parte de su vida con las Comunidades Eclesiales de Base (CEB). Como expresión eclesial de primer nivel, “las CEB florecieron hace 50 años a lo largo y ancho de América Latina, bajo el impulso renovador del Concilio Vaticano II”, afirma la religiosa mexicana, destacando que “tras décadas de persecución e indiferencia hoy sobresalen por su particular sintonía con ‘una Iglesia pobre y para los pobres’, una de las mayores insistencias del papa Francisco”.

En el proceso de resignificación de las CEB, el X Encuentro Continental celebrado recientemente en Paraguay (cf. Vida Nueva 154, p. 38) ha revelado su actualidad y proyección.

¿Qué balance hace del último encuentro continental de las CEB?

Bastante positivo. Recuperar la memoria del camino que hemos recorrido desde el Vaticano II ha sido determinante, no para quedarnos en el pasado sino para proyectarnos mejor en el momento actual, reconociendo lo que somos y lo que hacemos. Para resignificarnos no podemos perder la memoria, porque a veces nos quedamos con las fotos del encuentro pero perdemos la memoria.

¿Cómo describe la ‘foto’ de las CEB que deja este encuentro?

Es una foto muy esperanzadora por varios motivos. Es una foto intergeneracional. Siempre nos preguntamos por la participación de los jóvenes, pero ellos mismos nos han dicho que no se trata de llenar las comunidades de jóvenes por llenarlas: “queremos que quienes participen en esta línea de comunidad estén convencidos del seguimiento de Jesús y comprometidos con nuestros pueblos”. Entonces, si bien es cierto que los jóvenes no son una mayoría en las CEB, sí reconocemos su protagonismo. Lo mismo se podría decir sobre la presencia de otros sujetos, como las mujeres, los afrodescendientes… con un aporte y una palabra propia.

Y es una foto de fiesta porque aunque pertenecemos a distintas culturas, unos hablen portugués y otros español, compartimos un mismo lenguaje de búsquedas. En fin, somos un mismo cuerpo latinoamericano, y sin embargo la foto refleja muchas pequeñas fotos.

¿Después de 50 años, cuál es el legado y la proyección de las CEB?

Su legado es de esperanza y resistencia. Fueron muchos años de ‘golpes’ que hicieron que las comunidades se debilitaran, sufrieran, pero no se acabaron ni se acabarán porque, como dice José Marins, “son Iglesia en la base, Iglesia sacramento”. Cambiará históricamente la forma como las concebimos, pero seguirán –y eso en sí es una proyección– tal vez con una organización diferente, con renovadas perspectivas que podrían venir de las nuevas generaciones y que tenemos que acoger. En eso también consiste la resignificación de las CEB y estoy convencida de que el pueblo tiene ‘olfato’ para el paso que hay que dar.

Además las CEB tienen un capital teológico que debe seguir adaptando a estos tiempos: sus cánticos, sus expresiones litúrgicas, su modo de ser comunidad, y su compromiso social, entre otros, sin olvidar su formación: concientizándose y concientizando. Por eso las CEB han sido semilleros de líderes.

En una frase, ¿qué son las CEB?

Son la Iglesia del presente y del futuro. Iglesia en salida, pobre con los pobres y para los pobres, como dice el papa Francisco.

Óscar Elizalde

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