El Papa pide a la Iglesia mexicana no caer en “la tentación” del narco

En la misa con religiosos, sacerdotes y seminaristas en Morelia

papa Francisco con sacerdotes, religiosas, religiosos, consagrados y seminaristas en Morelia

Religiosas mexicanas aclaman al papa en el estadio Venustiano Carranza de Morelia

DARÍO MENOR, enviado especial, CIUDAD DE MÉXICO | En Morelia, la “capital del narco” en México, el papa Francisco ha hecho hoy un llamamiento para no caer en “la tentación” que ofrecen los cárteles de la droga. Durante la misa que presidió en la capital del Estado de Michoacán ante alrededor de 20.000 sacerdotes, religiosos, monjas, consagradas y seminaristas llegados de todo el país, invitó a los eclesiásticos a no “resignarse” frente a este problema. Esa resignación “atemoriza” y hace que los hijos de la Iglesia “se atrincheren” en las sacristías y en “aparentes seguridades”.

Jorge Mario Bergoglio centró la homilía durante la ceremonia eucarística celebrada en el estadio ‘Venustiano Carranza” de Morelia en las tentaciones que sufren los presbíteros, consagrados y obispos. En su contundente sermón lanzó una serie de preguntas dedicadas a remover las conciencias de los presentes: “¿Cuál puede ser una de las tentaciones que nos podría asediar? ¿Cuál puede ser una de las tentaciones que brota no sólo de contemplar la realidad sino de caminarla? ¿Qué tentación nos puede venir de ambientes muchas veces dominados por la violencia, la corrupción, el tráfico de drogas, el desprecio por la dignidad de la persona, la indiferencia ante el sufrimiento y la precariedad? ¿Qué tentación podemos tener una y otra vez frente a esta realidad que parece haberse convertido en un sistema inamovible?

Resignación y droga

Sin hablar directamente de connivencia con los cárteles de la droga, Francisco consideró que la mayor tentación que asediaba a los eclesiásticos era la resignación, “una de las armas preferidas del demonio”. Este conformismo invalida en cierta forma al consagrado o al presbítero, pues le impide “anunciar” y “alabar”. “Nos quita la alegría y el gozo de la alabanza”, dijo el Papa.

Francisco les recordó a todos los presentes que habían sido “invitados” a participar en la vida divina. “Ay de nosotros si no la compartimos, ay de nosotros si no somos testigos de lo que hemos visto y oído, ay de nosotros”, advirtió. Los sacerdotes, religiosos y consagradas no deben convertirse en “funcionarios de lo divino”, pues “no somos ni queremos ser nunca empleados de la empresa de Dios”. Están en cambio “invitados a participar de su vida, somos invitados a introducirnos en su corazón, un corazón que reza y vive diciendo: ‘Padre nuestro’”.

El Pontífice animó a la Iglesia mexicana diciéndole que recurra a su memoria en los momentos de tentación. “No todo ha comenzado con nosotros, no todo terminará con nosotros, por eso cuánto bien nos hacer recuperar la historia que nos ha traído hasta acá”, aseguró. En particular, recordó la figura del español Vasco Vázquez de Quiroga, primer obispo de Michoacán.

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