En Tuxtla Gutiérrez, el Papa pide “echarle ganas” a la vida
El pequeño Manuel compartió su historia, sobre cómo él y su familia recuperaron la fe cuando él le diagnosticaron su grave enfermedad
DARÍO MENOR, enviado especial, CIUDAD DE MÉXICO | La precariedad es uno de los peores enemigos de la familia, pues no solo “amenaza el estómago”, sino también al alma, abriendo el camino “a la soledad y al aislamiento”. Esta es una de las advertencias que dejó el Papa Francisco en su encuentro con las familias mexicanas, celebrado el lunes 15 de febrero en el estadio de Tuxtla Gutiérrez, en el estado sureño de Chiapas. “Nos puede desmotivar, sacar fuerza y tentar con caminos o alternativas de aparente solución, pero que al final no solucionan nada. Existe una precariedad que puede ser muy peligrosa, que se nos puede ir colando sin darnos cuenta, es la precariedad que nace de la soledad y el aislamiento. Y el aislamiento siempre es un mal consejero”, dijo.
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Jorge Mario Bergoglio disfrutó en su cita con alrededor de las 40.000 personas congregadas en el estadio, muchas de ellas ataviadas con guayaberas y trajes típicos del sur de México.
Mejor una “familia herida que intenta amar, que una sociedad enferma por el encierro”
En un discurso en el que improvisó en varias ocasiones, arremetió contra la “colonización ideológica” que algunos intentan llevar a cabo en las sociedades locales. Lamentó que se trate de construir “colonias de ideologías destructoras de las familias”. Frente al debilitamiento que sufre la institución familiar debido a los ataques que le llegan por “distintos frentes”, apostó por rebelarse ante quienes creen que se trata de “un modelo que ya pasó” e intentan propiciar modelos “basados en el aislamiento”.
Tras reconocer que “no siempre es fácil” vivir en familia, remarcó –como ha hecho en citas anteriores– su preferencia por una “familia herida, que intenta todos los días conjugar el amor, a una sociedad enferma por el encierro y la comodidad del miedo a amar”. En particular, censuró la idea de comunidad “narcisista y obsesionada por el lujo y el confort”. Declaró su gusto por aquellos núcleos familiares “cansados por la entrega” frente a los “rostros maquillados” por los que no ha pasado la ternura ni la compasión.
Con Humberto y Claudia, divorciados vueltos a casar, que testimoniaron: “Comulgamos a través de nuestros hermanos débiles”
Testimonios conmovedores
En los testimonios de las familias al principio del encuentro hubo historias conmovedoras sobre la discapacidad, la pobreza, los divorciados vueltos a casar o la tentación del aborto.
Manuel, un chaval de 14 años contó cómo sus padres y él mismo habían recuperado la fe después de que le diagnosticaran una enfermedad que le ha dejado impedido para poder caminar. “Al principio estaba triste, pero comenzamos a creer en Dios y ahora salgo a evangelizar en en silla de ruedas”, dijo Manuel. El Papa le dio las gracias por su ejemplo y, sobre todo, por su vocación de “echarle ganas” a la vida.
La historia de Beatriz, una madre soltera que crió a sus hijos en medio de grandes dificultades, le brindó su reflexión sobre la precariedad, mientras que el testimonio de unos ancianos que llevaban 50 años casados le animó a recordar la belleza del amor para toda la vida. “El amor no es fácil, pero es lo más lindo que un hombre y una mujer se pueden dar”. Para construir y cuidar de estas relaciones, recomendó “paciencia”, “saber perdonarse” e incluso discutir de vez en cuando, aunque siempre pidiéndose perdón antes de acabar el día.
A la pareja de divorciados vueltos a casar que contaron cómo estaban comprometidos en distintos proyectos de voluntariado motivados por su fe, Francisco les dio las gracias y les dijo: “Ustedes están con Jesús, están integrados en la vida de la Iglesia”. Celebró además la expresión que ellos habían usado: “Comulgamos a través de nuestros hermanos débiles”.
