Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco: siembra de esperanza en Cuba

Juan Pablo II con Fidel Castro 1998, Benedicto XVI con Raúl Castro 2012, Cuba espera al papa Francisco 2015

Claves para entender el diálogo entre la Iglesia católica y la Isla

Juan Pablo II con Fidel Castro 1998, Benedicto XVI con Raúl Castro 2012, Cuba espera al papa Francisco 2015

ANTONIO PELAYO, corresponsal de Vida Nueva en ROMA | La visita de enero de 1998 fue un calculado desafío entre Juan Pablo II y Fidel Castro, un pulso entre la Iglesia católica y el Estado cubano, del que ambos se proclamaron vencedores. Casi quince años después, en marzo de 2012, Benedicto XVI y Raúl Castro repiten la jugada y el resultado es un amistoso empate que consolida y amplía las aperturas conseguidas. Ahora le toca el turno a Francisco, que llega a la Isla del 19 al 22 de septiembre, tras su histórico apoyo al acercamiento entre La Habana y Washington, enemigos durante más de medio siglo y, desde hace unos meses, vecinos cada vez más cercanos.

La siembra de esperanza que produjo Wojtyla ha dado sus frutos; aunque la mies no haya sido tan abundante como hubiéramos deseado, nadie puede negar que la situación es más esperanzadora que hace veinte años. Este artículo ofrecer al lector algunas claves de interpretación de este proceso.portada Pliego Tres papas en Cuba 2955

Castro-Wojtyla: expectación mundial

Cuando a finales de 1997 se anunció viaje de Juan Pablo II a Cuba, el premio Nobel de Literatura Gabriel García Márquez bautizó el encuentro entre Fidel Castro y Karol Wojtyla como un “choque de trenes y nadie se lo quiere perder”, expresión que hizo fortuna en muchos de los comentarios previos a la visita. Ni que decir tiene que la expectación era mundial y miles de periodistas nos desplazamos al “largo lagarto verde” (José Lezama Lima) para asistir a un acontecimiento sin precedentes.

Cuando el avión de Alitalia, después de recorrer los casi ocho mil kilómetros que separan Roma de la capital cubana, se posó en las pistas del aeropuerto José Martí, todas las miradas y objetivos se centraron en el saludo que intercambiaron el Papa polaco y el “líder máximo”, que había cambiado su habitual uniforme verde oliva por un elegante traje cruzado. Los dos comprobaron la hora en sus respectivos relojes, como si quisieran cerciorarse de que estaban protagonizando un momento histórico.

En su primer discurso, Wojtyla quiso pronunciar la frase que la historia ha considerado como resumen del objetivo de su viaje: “Que Cuba se abra con todas sus magníficas posibilidades al mundo y que el mundo se abra a Cuba, para que este pueblo que, como todo hombre y nación, busca la verdad, que trabaja por salir adelante, que anhela la concordia y la paz, pueda mirar al futuro con esperanza”.

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Fidel se confiesa con Ratzinger

El de Benedicto XVI a Cuba fue el penúltimo de sus veinticuatro viajes internacionales. Después de dos días de estancia en México para celebrar los 200 años de su independencia y la de otros muchos países latinoamericanos, Joseph Ratzinger llegó el lunes 26 de marzo de 2012 a Santiago de Cuba, desde donde, al día siguiente, se trasladó a La Habana, volviendo a Roma el jueves 29. El “motivo” de la visita fue celebrar el cuarto centenario de la recuperación en las aguas del mar por unos pescadores de la venerada imagen de la Virgen de la Caridad del Cobre, patrona de la isla caribeña.

Muchas cosas habían cambiado en la república cubana desde el viaje de Juan Pablo II; la más notable, sin duda, la proclamación el 24 de febrero de 2008 de Raúl Castro como presidente del Consejo de Estado y del Consejo de Ministros, en sustitución de su carismático hermano mayor Fidel, cuyo estado de salud se había deteriorado notablemente apartándole de la escena pública.

En el avión que le conducía a México y Cuba, Ratzinger quiso clarificar cómo veía él la contribución de la Iglesia al proceso político que se estaba desarrollando en el país caribeño: “Hoy es evidente –dijo a los periodistas durante la conferencia de prensa– que la ideología comunista como se la concebía no responde ya a la realidad: así no se puede responder y construir una sociedad; hay que encontrar nuevos modelos con paciencia y de forma constructiva. En este proceso, que exige paciencia y también decisión, queremos ayudar con espíritu de diálogo para evitar traumas y para ayudar el camino hacia una sociedad fraterna y justa (…). Es obvio que la Iglesia está siempre a favor de la libertad: libertad de conciencia, libertad de religión”.

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El esperado Francisco

El cardenal Jaime Lucas Ortega y Alamino puede jactarse de ser el único arzobispo del mundo que va a recibir en su diócesis a los tres últimos papas. El purpurado cumplirá en octubre 79 años y puede deducirse que la visita de Francisco va a ser uno de los más relevantes acontecimientos del final de su mandato arzobispal.

El viaje que comienza el próximo sábado 19 de septiembre va a producirse en unas circunstancias muy favorables, de manera que ya puede anticiparse, sin miedo a ser desmentido por los hechos, que constituirá un éxito superior al de los precedentes.

Francisco llega aureolado como un viejo amigo del pueblo cubano que ha querido hacer preceder su importante viaje a los Estados Unidos con una visita previa a Cuba. Un detalle de la inteligente geopolítica que este Papa y la Secretaría de Estado, guiada por el cardenal Parolin, están llevando a cabo con el éxito que todos reconocen.

Pliego íntegro publicado en el nº 2.955 de Vida Nueva. Del 12 al 18 de septiembre de 2015

 

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