Sí hay salida al maltrato. La aportación de la Iglesia

Congregaciones religiosas y diócesis ponen su grano de arena para luchar contra un drama que afecta al 12,5% de las mujeres

velas en recuerdo de mujeres víctimas de violencia de género

BLANCA RUIZ ANTÓN | “Cuando la violencia entra en una casa, es un elemento devastador”. Así de claro habla Julia Almansa Fundación Luz Casanova, una iniciativa promovida por las Apostólicas del Corazón de Jesús, que, junto a otras instituciones como Cáritas y los Centros de Orientación Familiar (COF) de las diócesis, trabaja cada día para que las mujeres puedan huir de sus parejas y así salvar la vida. Esta mujer, ingeniera agrónoma y coach ejecutivo, recibe a Vida Nueva en uno de los centros de esta fundación en Madrid. La seguridad que rodea el edificio en el que se encuentra la casa de acogida de emergencia es tan discreta como eficaz, porque las chicas que viven allí necesitan, precisamente, eso: pasar desapercibidas en un ambiente seguro.

Porque, cuando se reúne el valor suficiente para escapar de un maltratador, el miedo es el mayor enemigo. Según cuenta Almansa, la gran mayoría de las mujeres llega a la casa de emergencia prácticamente con lo puesto y derivadas de los servicios sociales de la Comunidad de Madrid. La mayoría viene para no regresar jamás. En los últimos 10 años, el índice de mujeres maltratadas que vuelve con sus parejas ha pasado del 25% al 2%.

También son mayoría las que han estado expuestas a la violencia durante mucho tiempo, a pesar de que la media de edad de las mujeres acogidas es de 30 años. “Hay chicas desde 19 a señoras de 60 años”, comenta la directora, quien también explica que nada más llegar al centro se establece con ellas un protocolo de seguridad en el que se definen las áreas y las personas con las que la mujer puede estar sin ponerse en riesgo de encontrar a su agresor.

Las primeras semanas después de abandonar al maltratador son las más peligrosas porque los agresores sienten que han perdido el control sobre las víctimas y esto les lleva a ser aún más violentos. “Gran parte de las mujeres son asesinadas por sus exparejas, con las que ya no conviven, porque ellos sienten que han perdido el control sobre ellas, piensan que han perdido algo que era de su propiedad”, explica la directora de esta fundación que trabaja con mujeres víctimas de violencia. Un ejemplo de este comportamiento parece estar detrás del reciente asesinato en Cuenca de dos jóvenes presuntamente a manos del exnovio de una de ellas. O en el que le costó la vida a un sacerdote de Sevilla en julio pasado, cuyo asesino pretendía matar también a su exmujer, sobrina del cura, de quien había recibido atención y consejo en su proceso de separación.

Atacaite es una de esas casas que, bajo la dirección de Cáritas, ayuda a las mujeres en situación o riesgo de exclusión social, sean o no víctimas de violencia de género, en Tenerife. Cáritas tiene casas, centros de acogida, programas de formación, empleo y apoyo legal y psicológico, de los que se benefician 10.000 mujeres al año. Colabora también con programas de las comunidades autónomas y congregaciones.

No a la dominación

“El amor conyugal cristiano se vive en donación al otro, lo necesitamos para salir de nosotros mismos. Si vives con esa visión, estás en las antípodas del dominio, de la violencia doméstica o de género. Porque lo primero que piensas es en darte al otro y cómo hacerlo. No en dominarlo”, explica Carlos Luján Berenguel, director del Centro de Orientación Familiar San Julián, de Cuenca.

A una situación de dominio, apunta este especialista, se llega “en muchos casos más por inercia o por un tipo de educación que por un abuso consciente”, asegura el director del COF, por lo que subraya la importancia de que “la mujer se conciencie de que están abusando de ella psicológicamente mediante la objetivación de la situación. Es decir, tiene que darse cuenta de su situación poniendo su problema como si fuera el de otra persona. Viéndolo desde fuera es más fácil aceptar que esa es una situación que no va bien”.

Las Apostólicas del Corazón de Jesús llevan a cabo un trabajo similar a través de la Fundación Luz Casanova, haciendo que las afectadas vean que no son las únicas mujeres que han vivido esos malos tratos. Por lo que la terapia es un punto fundamental cuando se piensa en comenzar una nueva vida. “El agresor se ha encargado de culpabilizarlas de que la relación no fuera bien. Y él es violento porque ella le provoca”, afirma su directora, Julia Almansa. Y se tarda mucho en deshacer ese mensaje que traen grabado a fuego y sangre en ellas.

Desde el Centro de Orientación Familiar de Cuenca también trabajan la prevención de comportamientos abusivos entre jóvenes.

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En el nº 2.953 de Vida Nueva

El teléfono 016 es el servicio de ayuda a víctimas de violencia de género

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