Hermano Alois: “Es urgente ir más lejos en el ecumenismo”

Hermano Alois, prior de la comunidad ecuménica de Taizé

Prior de la comunidad ecuménica de Taizé

Hermano Alois, prior de la comunidad ecuménica de Taizé

Entrevista con el hermano Alois [extracto]

JOSÉ MIGUEL DE HARO, C.Ss.R. (TAIZÉ) | Decir Taizé es decir ecumenismo y reconciliación. El año 2015 está lleno de momentos relevantes para esta comunidad: el 75º aniversario de su fundación, el centenario del nacimiento de su fundador, el hermano Roger, y los diez años de su asesinato. Pero su mirada sigue puesta en un futuro donde las religiones compartan más lugares para el encuentro.

Hay un breve paseo desde la iglesia de la Reconciliación de Taizé (Francia) hasta la que fue la habitación del hermano Roger en la zona retirada de la Comunidad. Los hermanos hacen este recorrido tres veces al día para acudir a la oración con los jóvenes. Hago ese trayecto para dialogar con el prior actual, el hermano Alois. El encuentro se desarrolla en esa habitación, que sigue siendo un lugar vivo de la Comunidad. No han querido hacer de ella un museo, pese a mantenerla tal como quedó tras la muerte del hermano Roger. Agradecen la memoria de su fundador, pero miran al futuro desde la que fue su última palabra: “Ensanchar”.

El lugar está envuelto en un agradable silencio, aunque este sea un año movido. Durante 2015, Taizé celebra y renueva su memoria histórica: el centenario del nacimiento de su fundador, los diez años de su asesinato y los 75 de la fundación de la comunidad. La colina se prepara para acoger no solo a jóvenes, sino también a mujeres y hombres de Iglesia y teólogos de diferentes confesiones, países y continentes.

Hermano Alois, prior de la comunidad ecuménica de Taizé, con José Miguel de Haro

El hermano Alois con José Miguel de Haro durante la entrevista

Desde 2012, la Comunidad vive y propone a los jóvenes la búsqueda de una nueva solidaridad. Iniciamos la conversación en torno a esta palabra, a esta búsqueda. El hermano Alois, de origen alemán pero nacionalizado francés, deja sentir su cercanía y responde serenamente.

PREGUNTA.- Taizé es una comunidad monástica. ¿Cómo es que propone a los jóvenes la búsqueda de una “nueva solidaridad”?

RESPUESTA.- Cristo ha introducido una nueva solidaridad en la humanidad. Ha dado su propia vida para reunir a todos los humanos en una única comunión. Queremos tomar más en serio ese don de Cristo y ser coherentes con eso. El hermano Roger nos inspira este tema de la nueva solidaridad. Para él, la fe, la confianza en Dios, estaba muy ligada a la solidaridad con los demás. Era un apasionado de salir al encuentro de los demás, especialmente de quienes sufren. En estos tiempos, muchos jóvenes piden que los cristianos vivan una globalización de la solidaridad. Decimos que esta es nueva porque requiere una nueva decisión interior. Cuando muchos buscan cómo resaltar su identidad, hay que ir más allá de los miedos y de la desconfianza para hacer de la solidaridad una prioridad. Durante la Segunda Guerra Mundial, el hermano Roger acogía a refugiados que huían del norte de Francia. Y al finalizar, acogió a presos alemanes. ¿Qué gestos de solidaridad se nos piden hoy? Queremos reflexionar sobre eso.

P.- Taizé es una comunidad ecuménica. Desde el encuentro de Estrasburgo, en 2013, usted utiliza con frecuencia la expresión “estar bajo el mismo techo”. ¿Qué intenta resaltar?

R.- Es urgente ir más lejos en el ecumenismo. En Cristo ya existe una comunión, ya estamos unidos por el bautismo; pero no le damos suficiente espacio. Por eso quisiéramos hacer propuestas concretas para vivir más “bajo el mismo techo”, como aquí, en Taizé, donde en la Iglesia de la Reconciliación, tres veces al día, hay una oración con jóvenes católicos, protestantes y ortodoxos. Es necesario rezar juntos más a menudo. Que los cristianos se reúnan en pequeños grupos en las parroquias, en los barrios, más allá de la división. ¿No sería posible que, en nuestras ciudades, la catedral o la iglesia principal fuese el lugar donde todos los cristianos puedan ir a rezar juntos? Durante este año, desarrollaremos otras propuestas como esta.

La importancia de la reconciliación

P.- A veces, Taizé hace propuestas que no todos comprenden. En los encuentros europeos, los jóvenes son invitados a visitar mezquitas y sinagogas. ¿Es una manera de indicar la importancia de vivir reconciliados en esta sociedad cada vez más plural? ¿Está recordándonos que ya no se puede hablar solo de la tradición judeo-cristiana, sino que el islam está pidiendo su lugar?

R.- Esta pregunta es cada vez más urgente. Nuestros encuentros están centrados en la fe cristiana, pero muchos jóvenes vienen con la pregunta de cómo vivir en su trabajo o en la escuela con jóvenes musulmanes. Cuanto más enraizados estemos en Cristo, más tendríamos que estar abiertos a los demás. Nosotros, como comunidad, quisimos hacer un gesto al final de nuestro consejo, en enero. Fuimos a la mezquita de Chalon-sur-Saône, cerca de aquí. El imán nos acogió muy bien. Incluso asistimos a la oración que hicieron durante nuestra estancia allí. Nuestros hermanos de las fraternidades de Bangladesh y Senegal, desde hace muchísimos años, viven, obviamente, mucho más cercanos a los musulmanes. En Bangladesh trabajan juntos cuidando a niños discapacitados. Les he visitado recientemente. Impresiona ver que cuando juntos nos enfrentamos a situaciones de sufrimiento, se vive una armonía muy honda. En Europa también tendríamos que buscar más. En esto, los contactos personales son indispensables.Hermano Alois, prior de la comunidad ecuménica de Taizé

P.- Poco a poco, la multiculturalidad, los lugares multiétnicos son una realidad más universal, y no siempre reconciliada. La Iglesia católica está celebrando el Año de la Vida Consagrada: ¿cree que las comunidades de consagrados podrían ser un anticipo de esa reconciliación, viviendo juntas personas de distintas culturas y tradiciones?

R.- Es una de las prioridades para las comunidades religiosas. Muchas viven ya una interculturalidad. En Taizé es un aspecto muy importante. Somos de 30 países, de varios continentes y vivimos bajo el mismo techo. Hay diferencias culturales que existen, están ahí. A veces, las heridas entre las culturas, los continentes, aún marcan el interior de las personas. Estamos saliendo de un largo período en el que Europa se vio a sí misma como superior; pero tenemos que buscar más cómo dar y recibir entre las distintas culturas de una manera nueva. Eso lo vivimos en el día a día de nuestra comunidad. Y las comunidades religiosas pueden ser como un pequeño laboratorio y preparar a nuestras sociedades a ser más abiertas.

P.- Pero en Europa encontramos a cristianos (rusos y ucranianos) que vuelven a matarse entre sí. Jóvenes de esos dos países pasan temporadas en Taizé. ¿Qué signos de reconciliación anima Taizé en esos lugares? ¿Qué palabra ofrece a estos jóvenes?

R.- Es verdad que vienen a Taizé muchos jóvenes de Rusia y de Ucrania. Se encuentran aquí y se escuchan. No es fácil. Juntos vemos que tenemos que profundizar nuestra fe común en Cristo resucitado. Acabamos de regresar de una peregrinación con jóvenes a Moscú y Kiev, donde hemos celebrado la Pascua ortodoxa. Los llevamos en el interior de nuestros corazones. Sentimos lo que sienten familias que están divididas en el interior de ellas mismas. Lo siento hasta en mi propio corazón.

P.- El Papa se ha referido positivamente varias veces a Taizé. En la cuestión ecuménica, ¿qué espera Taizé de Francisco? ¿Qué les supone que ponga Taizé como ejemplo de buen trabajo pastoral con los jóvenes? ¿Hay comunicación entre Francisco y Taizé?

R.- Tuve una primera audiencia con él el 28 de noviembre de 2013. Era impresionante ver cómo nos daba su confianza. Me pedía que continuásemos acompañando a los jóvenes, demostrándoles nuestra cercanía. Expresó una estima muy grande por el hermano Roger. Esa confianza es muy preciosa para nosotros, a la vez que un desafío. El Papa nos llama a todos los cristianos a una conversión, a vivir verdaderamente el Evangelio, a vivir como Jesús en la sencillez, el compartir, la solidaridad. Su llamada está siendo escuchada más allá de la Iglesia católica. Y es yendo al centro del Evangelio donde vemos lo más ecuménico de Francisco. Tiene gestos espontáneos para mostrar una fraternidad con cristianos de otras Iglesias. Esa espontaneidad es muy hermosa, porque muestra algo evidente: que ya hay una comunión.Hermano Alois, prior de la comunidad ecuménica de Taizé

P.- Resulta fácil ver al hermano Roger como un signo, alguien que supo responder creativamente a los desafíos de su tiempo. ¿Qué destacaría de su perfil como aportación a este momento de la Iglesia y de la sociedad?

R.- Taizé es una comunidad muy joven y propio el hermano Roger dijo que era solo una pequeña rama en el gran árbol de la vida monástica. Queremos tomar dos intuiciones suyas: la primera, que nuestra comunidad sea como una parábola de comunión. Una vida que llegue a ser signo. Venimos de confesiones, países y continentes distintos y es Cristo quien nos reúne. No solo entre confesiones; también entre culturas. Y la segunda intuición: que seamos siempre solidarios con los más pobres. En el mundo, religiosas y religiosos están atentos al sufrimiento de muchos. Lo están haciendo y nos llevan a ello. Recuerdo a las Hijas de la Caridad en el barrio de Cité Soleil, en Puerto Príncipe (Haití). Una pequeña comunidad respondiendo ante miles de personas. Así es en muchos sitios. Religiosas y religiosos son, en esos lugares, como luces del Evangelio.

Enviados al mundo

P.- Desde Taizé, las visitas son constantes a países y comunidades de todos los continentes. ¿Cómo reconcilia esta comunidad su vocación de “ir a los otros” y, a la vez, su vocación monástica?

R.- Es una tensión saludable, positiva, creativa. Para nosotros, lo primero es la vida de comunidad en Taizé. Pero el objetivo no es crear un hermoso lugar aquí, en la colina. Sentimos profundamente que Cristo nos envía al mundo. Desde muy temprano, el hermano Roger envió hermanos a visitar y a formar fraternidades en otros lugares. Acoger aquí a tantos jóvenes hace que sea importante que conozcamos la realidad en donde ellos viven. Hice una reciente peregrinación por los pueblos del Caribe y México y eso me ha marcado. Era la primera vez que íbamos a Cuba. Pudimos hacer dos encuentros de jóvenes. Era impresionante escucharlos decir “estamos demasiado aislados”. Ellos quieren participar en la universalidad de la Iglesia, de la humanidad. En Haití también tenemos lazos desde hace mucho tiempo. El hermano Roger ya había estado. Es muy importante estar cerca de este pueblo que sufre tanto y que tiene una fe profunda. Esa fe, esa confianza en Dios, en Haití es verdaderamente muy impresionante. Con la que llamamos Peregrinación de Confianza que hacemos a lo largo de todo el mundo, quisiéramos transmitir un sentido de universalidad a los jóvenes. En los encuentros de este verano nos gustaría sacar a la luz esta visión de universalidad.

En el nº 2.939 de Vida Nueva

 

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