Más de 900 religiosos participaron en la convocatoria del ITVR
JOSÉ LORENZO. Fotos: JESÚS G. FERIA | Tardarán en apagarse los ecos de la 44ª Semana Nacional para Institutos de Vida Consagrada, celebrada en Madrid del 9 al 12 de abril bajo el lema Memoria, presencia, futuro. La Vida Religiosa en el Pueblo de Dios. No solo por el número récord de asistentes (más de 900 personas) o la calidad de los ponentes, sino, fundamentalmente, porque fue un momento privilegiado, en plena conmemoración del Año de la Vida Consagrada, para que los consagrados españoles volviesen a palpar el afecto de toda la Iglesia.
- Luz para el siglo XXI, por Carlos Martínez Oliveras, CMF (solo suscriptores)
- Francisco a los formadores: “Que la crisis de cantidad no determine una crisis de calidad” (solo suscriptores)
Un mensaje enviado por el papa Francisco, en donde les invitaba a “renovar la dimensión eclesial y profética”; el del secretario de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica, José Rodríguez Carballo, que destacaba “la mucha vida y el mucho vigor” de la Vida Consagrada (VC) en España; el del presidente la Comisión Episcopal para la VC, Vicente Jiménez, quien les agradeció “ser un signo de gratuidad y amor”; o la ponencia del presidente de los obispos, Ricardo Blázquez, en donde, entre otras cosas, les decía “sois una forma preciosa de ser Iglesia”, certificaban un cambio en la carta de navegación entre jerarquía y Vida Consagrada en España y una invitación a sumarse al cambio que se está operando en toda la Iglesia
Con toda claridad lo manifestaba en la inauguración de las jornadas –organizadas por el Instituto de Vida Religiosa (ITVR), en colaboración con CONFER y la UPSA– el nuevo arzobispo de Madrid, Carlos Osoro: “Las cosas no se pueden dejar como están. Esta Semana tiene también un sentido programático que tendrá consecuencias importantes para todos nosotros. Os invito a meteros en el camino al que nos lleva Francisco, que no son solo palabras”.
“Lo que estamos viviendo en la Iglesia junto al Papa –dijo– tiene un nombre: reforma. Francisco quiere una reforma de la Iglesia, explicitada en la Evangelii gaudium, que abre caminos para los próximos años, que rompe esquemas aburridos, que vuelve a las fuentes, al Evangelio”.
Y, para andar esos caminos, explicitó la necesidad de “un transplante de ojos, para salir a ver la vida a través de los de Jesucristo; pero también de corazón, para ver que la moneda que mueve al mundo no es la de los bancos, sino la del corazón”.
Una presencia indispensable
La ponencia inaugural corrió a cargo de Fernando Sebastián –él mismo religioso claretiano–, quien repasó la doctrina de la Vida Religiosa desde el Vaticano II. A su luz, no solo defendió la eclesialidad de la VC –“los consagrados no simplemente estamos en la Iglesia como algo añadido o tolerado, sino que somos realidad de la Iglesia”; “la Iglesia no sería plenamente ella misma sin la presencia de la VC”; “la Iglesia no puede prescindir de la VC porque en ella se vive y se expresa de forma singular su naturaleza esponsal, unida a Dios con Cristo por un amor indefectible, y entregada hasta la muerte”–, sino que, “en esta hora del laicismo y de la evangelización, la presencia de los consagrados es indispensable”. Pero, para ello, el cardenal abogó por que los religiosos “recuperen la fuerza y el esplendor de su radicalidad evangélica”. “No importa que seamos pocos, si somos fieles y auténticos”, añadió a modo de conclusión.
Gran expectación había para escuchar al cardenal Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga el sábado 11. Y no defraudó. Veterano de estas “Semanas”, en las que ya había participado en tres ocasiones, el arzobispo hondureño se llevó la primera salva de aplausos al reconocer el “ingente bien” de esas jornadas formativas del ITVR.
“Los consagrados les necesitamos. Que nada ni nadie les desanime”, dijo ante el director del citado Instituto, el claretiano Carlos Martínez Oliveras, en lo que no era un mero brindis al sol.
Ya en su ponencia, el coordinador del Consejo de cardenales de Papa, invitó a los religiosos no solo a conocer las constituciones fundacionales, sino a “hacerlas vida”. Y les preguntó: “¿De qué manera presentamos nuestra forma de vida como una forma de libertad o plenitud personal? ¿Cómo anunciamos la pobreza en un mundo en donde todo se vende y se compra, hasta las personas? No debemos tener ningún complejo de inferioridad al presentar la Vida Consagrada como lo que es. Hemos de ser testigos de manera que no nos roben el concepto de servicio que propuso Jesús. No nos convirtamos en activistas del activismo y diluyamos el concepto de servicio”.
“Evangelio encarnado”
Los consagrados, les recordó Maradiaga, han de habitar ahora un mundo en donde se descuelgan crucifijos de la aulas y se desmontan belenes de los colegios. “Bienvenidos al siglo XXI”, les dijo entre risas, respondidas desde todos los rincones del inmenso salón de actos de la Fundación Pablo VI. Y les invitó a profundizar en la caridad y la justicia que predicó Jesús, de tal manera “que no pase nadie a nuestro lado sin que se beneficie de una mirada o una caricia”.
Asimismo, les conminó a “no contagiarnos del concepto de esa justicia legal del mundo, tan lejos de la justicia de la Cruz”. “Dios –alertó– ha sido muchas veces excomulgado del mundo y del concepto de justicia que se usa en el mundo”.
El cardenal arzobispo de Valladolid, Ricardo Blázquez, puso la guinda en el reconocimiento de la jerarquía a los consagrados en la ponencia de clausura del domingo 12: “La Vida Religiosa es una forma original y preciosa de seguir a Jesús”.
Pero también les invitó a ser “Evangelio encarnado” y, preguntándose en voz alta si “somos resto o somos residuos”, les pidió acoger la crisis actual desde la categoría de purificación y nueva oportunidad.
Concluyó Blázquez agradeciendo el servicio de tantos consagrados y consagradas e invitándoles a “aprehender” la dimensión profética. Y, en un guiño teresiano, retener en la memoria “que solo Dios basta”.
Reflexión, debate, música y oración
La 44ª Semana Nacional contó también con otras destacadas ponencias y momentos para el debate, con una mesa redonda entre religiosos jóvenes, y una tarde de música y oración.
Entre los conferenciantes, el claretiano Gonzalo Fernández sugirió acoger el decrecimiento y la pequeñez evangélica, a la vez que beber en las fuentes de la alegría. El ex superior general de los maristas, Séan Sammon, apostó por retornar a los valores fundacionales si se busca la renovación. El también claretiano Bonifacio Fernández abordó el sentido eclesial de la Vida Consagrada señalando que “es co-esencial en la vida de la Iglesia”.
Giovanni Maria Vian, director de L’Osservatore Romano, les invitó a “ser mostradores de Jesús”. Para el claretiano José Cristo Rey García Paredes, “es un error pensar que se esté hablando de los funerales de la Vida Consagrada”. Y la superiora general de las Hijas de María Auxiliadora, Yvonne Reungoat, por su parte, ofreció pistas para que la Vida Consagrada, en línea con la Gaudium et Spes, pueda ahondar en su diálogo evangélico con la cultura secular, informa el ITVR.
En el nº 2.937 de Vida Nueva