Celebrado el I Congreso Internacional para Formadores para la Vida Consagrada
DARÍO MENOR (ROMA) | El papa Francisco tomó la palabra el sábado 11 con una sonrisa en el Aula Pablo VI, después del saludo inicial del cardenal João Braz de Aviz, prefecto de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica (CIVCSVA). Esperaban con expectación su intervención los alrededor de 1.300 religiosos y religiosas que participaron, del 7 al 11 de abril, en el I Congreso Internacional para Formadores para la Vida Consagrada celebrado en Roma.
El encuentro se enmarca dentro de los eventos del Año de la Vida Consagrada convocado por el Pontífice y que se extiende hasta el inicio de 2016. Jorge Mario Bergoglio empezó su alocución con una broma, dedicada precisamente a uno de los mayores problemas de los religiosos: la escasez de jóvenes que desean entrar en la Vida Religiosa. “Me ha dicho [el prefecto] cuántos sois y le he dicho: ‘Pero con la escasez de vocaciones que hay y tenemos a más formadores que a [religiosos] en formación’. ¡Esto es un problema! ¡Hay que pedirle al Señor y hacer de todo para que vengan las vocaciones!”.
Francisco se mostró convencido de que la crisis vocacional puede revertirse si los consagrados son capaces de transmitir “la belleza de la consagración” con su propio testimonio. “Si no hay testimonio, si no hay coherencia, no habrá vocaciones”, advirtió. La preocupación por el número, sin embargo, no tiene por qué hacer que la selección sea menos exhaustiva. El Papa, de hecho, pidió a los formadores que mantengan una “exigencia evangélica en cada fase del camino formativo, comenzando por el discernimiento vocacional. Que la eventual crisis de cantidad no determine una aún más grave crisis de calidad”.
Entre quienes escuchaban sus palabras en el Aula Pablo VI, estaba el capuchino holandés Theo Jansen. “El Papa utilizó una broma para afrontar una cuestión que está en el centro de nuestras preocupaciones. Él no mostró reservas ni ofreció correcciones, sino que nos dio un estímulo para seguir adelante. Pese a los problemas de distinto índole de la Vida Religiosa, la valoró como una de las esencias de la Iglesia”, explicó Jansen a Vida Nueva.
Como tantos otros participantes en el Congreso, este capuchino que enseña Historia de la Espiritualidad en el Claretianum valoró de forma muy positiva el encuentro. “Resulta muy útil para quienes trabajan en este campo ver cómo responden a las mismas dificultades otras personas. Se aprendía mucho tanto de las ponencias como de las conversaciones que surgían en las mesas donde estábamos cada uno y en las charlas durante la pausa para el café”. En su opinión, la audiencia con el Papa significó una representación de la posición de la Vida Consagrada dentro la comunidad eclesiástica: “Allí estábamos los distintos carismas reunidos frente al sucesor de Pedro dentro de una sola Iglesia”.
Ovación a Rodríguez Carballo
El buen sabor de boca que dejó el Congreso del que habla Jansen quedó de manifiesto en la ovación que dedicaron los participantes al arzobispo español José Rodríguez Carballo, secretario de la CIVCSVA, después de la intervención que realizó el último día para resumir las conclusiones del encuentro. “Carballo hizo que todo el mundo sacara fuera las buenas sensaciones que le había dejado el Congreso”, aseguró Jansen. De hecho, los asistentes se quedaron con ganas de repetir, por lo que Braz de Aviz adelantó que habrá próximos congresos de formadores a nivel continental.
El prefecto pidió a los formadores que no se alejaran de las grandes líneas marcadas en el Concilio Vaticano II. “Quienes toman otro camino y se distancian del Concilio se están matando ellos mismos y más tarde o más temprano morirán”, advirtió. Actuando así se pierde “el sentido” y se acaba “fuera de la Iglesia”.
“Tenemos que construir, que usar el Evangelio y el Concilio como un punto de partida”, subrayó. Esto no significa que haya que quedarse en el ambiente de hace 50 años, cuando concluyó la asamblea sinodal, pues Dios “no es estático” y las necesidades de los jóvenes de hoy no son las mismas que las que tenían los formadores cuando recibieron sus carismas.
El cardenal brasileño incidió en la importancia de tener al Evangelio como el arquitrabe de la formación: pidió que fuera el “vademécum” al que se hace referencia cada día, como hicieron los fundadores de los distintos institutos religiosos. Pese a problemas como la crisis vocacional, el envejecimiento, las escaseces económicas o la descristianización, Braz de Aviz animó a los asistentes a que “abrazaran” el futuro de la Vida Consagrada “con esperanza”.
En el nº 2.937 de Vida Nueva
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