El delito canónico de los ‘Romanones’ sigue vigente

El sobreseimiento civil en el caso de abusos de Granada no afecta al proceso eclesial, pendiente de sentencia

pintada en un templo en Granada después del caso de abusos sexuales

Una pintada en un templo de Granada tras descubrirse la trama

JOSÉ LORENZO | Era la esperanza que albergaban las respectivas defensas de los acusados y, también, el temor de las acusaciones. Y al final, se ha cumplido. El juez que instruye el caso contra el llamado ‘clan de los Romanones’, investigado por una presunta trama de abusos sexuales que implicó a varios sacerdotes y seglares de la diócesis de Granada, dictó un auto el pasado 14 de febrero por el que acuerda, “por aplicación legal obligatoria, declarar la prescripción de los delitos de abusos sexuales sin penetración, exhibicionismo y encubrimiento, todo ello con prevalimiento” para 11 de los 12 implicados.

Únicamente continuará la investigación judicial para el considerado cabecilla del grupo, el llamado P. Román, cuyo presunto delito (abuso sexual continuado con penetración y prevalimiento) contempla un pena grave (superior a cinco años de prisión), por lo que no prescribe hasta que hayan pasado 10 años. Y los hechos sucedieron en 2007.

Pero desde el punto de vista religioso no está todo dicho. “El abuso también es un delito canónico que no prescribe hasta los veinte años”, señala a Vida Nueva un canonista que sigue con mucha atención los temas de pederastia en la Iglesia, “por lo que el procedimiento sigue en marcha”.

De los diez sacerdotes implicados, tres fueron apartados de sus responsabilidades pastorales el pasado mes de noviembre por el arzobispo. Los otros siete siguen en sus respectivas parroquias, algo que otros curas de la diócesis consideran “un inmenso error” por parte del arzobispo Javier Martínez.

“Es un caos pastoral, porque esas parroquias están bajo mínimos, porque esos sacerdotes están sufriendo también una terrible tensión interior, al límite de sus fuerzas, viviendo el bochorno personal de subir todos los días al altar”, señala un sacerdote granadino que pide encarecidamente preservar el anonimato.

“Los curas estamos indignados por la indecisión total del arzobispo. La diócesis entera está sufriendo mucho y no tenemos a nadie que nos consuele, que nos ofrezca confianza, que hable con nosotros”. Lo corrobora un arzobispo consultado por Vida Nueva: “El presbiterio está hundido”.

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En el nº 2.930 de Vida Nueva

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