Maciel: de fundador a dinamitador de los cimientos

Durante la mayor parte de su vida, el P. Maciel –y, por extensión, la Legión de Cristo (fundada por él en 1941) y su rama laica, el Regnum Christi (RC)– se enfrentó a las acusaciones de abusos sexuales a menores en los seminarios de la congregación en los años 40, 50 y 60. Al menos una veintena de personas fueron sus víctimas; él lo negó siempre, pero cuando la Congregación para la Doctrina de la Fe recibió las denuncias en 1998, éstas eran más que públicas.

La nota de la Sala de Prensa vaticana del 19 de mayo de 2006, sin ser explícita, no podía ser más elocuente: tras la investigación autorizada por el entonces prefecto, cardenal Ratzinger, se decidía, “invitar al Padre a una vida reservada de oración y penitencia, renunciando a todo ministerio público”.

Fallecido el fundador, el 30 de enero de 2008, la congregación –que cuenta con 800 sacerdotes y 2.500 seminaristas mayores y menores en 22 países, más unos 70.000 laicos del RC– siguió con sus tareas de apostolado, sobre todo en educación: entre otros, gestiona el Ateneo Regina Apostolorum en Roma (erigido en 1993, y al que luego Juan Pablo II le concedió el título de ‘Pontificio’) y el Instituto Pontificio Notre Dame de Jerusalén (confiado por el papa polaco a través de un motu proprio).

El penúltimo escándalo se conoció en febrero de 2009: la Legión admitía que el P. Maciel tenía una hija, fruto de su relación “prolongada y estable” con una mujer, que salía a escena a cuenta de la herencia del supuesto imperio económico que el sacerdote había dejado tras de sí. Poco después aparecían al menos dos hijos más, de una segunda mujer. En la Legión insisten en que no se sabía nada de esta ‘doble vida’ del fundador, y reiteran las disculpas.

El período desde entonces está siendo realmente traumático. Benedicto XVI ha ordenado una Visita Apostólica en los centros de formación y otras obras de los legionarios, y, según el vaticanista Sandro Magister, el próximo 30 de abril los cinco obispos visitadores (Ricardo Watty Urquidi, de Tepic, México; Charles J. Chaput, de Denver; Giuseppe Versaldi, de Alessandria, Italia; Ricardo Ezzati Andrello, de Concepción, Chile; y Ricardo Blázquez, de Valladolid) presentarán en Roma sus informes.

Las decisiones las tomará el Papa, y no parece que le vaya a temblar el pulso: cobra fuerza la hipótesis de un comisario, y hasta se ha hablado de la disolución, o, como informaba la Agencia EFE el 18 de abril, la Legión podría recuperar el nombre original con el que fue erigida canónicamente en 1948: Congregación de los Misioneros del Sagrado Corazón de la Virgen de los Dolores.

El pasado 15 de marzo, el actual director general, el P. Álvaro Corcuera (cuya continuidad también pende de un hilo), firmaba, junto al resto de directores territoriales, un comunicado en el que “reprobamos éstos y todos los actos contrarios a los deberes de cristiano, religioso y sacerdote en la vida del P. Maciel, y afirmamos que no corresponden a lo que nos esforzamos por vivir”. El duro reconocimiento de que “no podemos mirar su persona como modelo de vida cristiana o sacerdotal” abre una etapa de necesaria renovación en la que la otrora admirada y poderosa Legión de Cristo ya no puede ni quiere “presentar la figura del fundador igual que otras congregaciones y movimientos”.

En el nº 2.704 (24-30 de abril de 2010) de Vida Nueva.

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