Tribuna

Pentecostés educativo

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Del 5 al 8 de junio, en la ciudad de Nueva York, el ámbito educativo de la Iglesia Católica se encontró en un nuevo Congreso Mundial, bajo el lema “Educatio ‘Si” (haciendo alusión a la última encíclica del Papa Francisco), y con el tema “Educar al humanismo solidario para construir una «civilización del amor»

Quinientos cincuenta educadores de más de ochenta países, pudieron intercambiar experiencias, compartir miradas, experimentar la fraternidad y reflexionar desde el llamado del Papa Francisco a vivir una ecología integral.

Hasta aquí los datos que seguramente encontremos en varios portales del mundo. Habiendo participado del Congreso, quisiera compartirles algunas reflexiones sobre lo vivido.

Far far away… (muy muy lejos…)

Cuando la Iglesia define los lugares donde grandes eventos ocurrirán, no son tomados al azar. Todo tiene un significado, una proyección y un anuncio. En esta oportunidad, la ciudad elegida para recibir al mundo educativo católico, fue Nueva York. Y la pregunta que surgía entre los participantes fue: ¿por qué este lugar? ¿Habrá sido un guiño eclesial ante la situación que la nación vive en torno a temas de abusos? ¿Habrá sido en relación con un proceso pastoral iniciado con la visita del Papa Francisco a Estados Unidos en el 2015? ¿Habrá sido como momento oportuno para acompañar desde el ámbito educativo católico las denuncias que el episcopado local realiza contra el gobierno de turno? En lo personal, no traje una idea clara o que haya reflejado ser fruto de un discernimiento profundo para su elección. Pero lo que si pude traer bien en claro fueron dos situaciones en lo personal no menores: que solo unos pocos pudieron asistir porque el costo económico era sumamente altísimo (aclaro que como fui invitado por la organización para exponer, no tuve gastos ni de traslado ni de alojamiento), y que el tema del visado fue una vez más motivo de exclusión ante el pedido de ingreso proveniente de algunos países. Y esta segunda situación me recuerda la escala que el Papa Francisco realizó antes de llegar a Estados Unidos: aterrizó en Cuba.

La ley de la selva: una manzana

En una entrevista brindada a Jordi Évole, presentador del programa “Salvados” de la cadena española La Sexta, el Papa Francisco se refirió al «capitalismo salvaje». “Cada vez hay menos ricos con mucha plata y cada vez hay más pobres con muy poca plata”, lamentó Bergoglio luego de asegurar que considera al capitalismo como el causante de la pobreza mundial.  El capitalismo, concebido así como salvaje […] la economía de mercado, si es social, puede andar, pero lo que no anda es el mundo de las finanzas”. Aunque sin considerarse así mismo como anticapitalista, invitó a la sociedad mundial a vivir un “capitalismo sano”. Esta entrevista, dada a comienzos de este año, nos vuelve a interpelar también a nosotros, educadores, responsables de acompañar la formación del nuevo humanismo solidario. Durante el Congreso, no pudimos tener contacto directo -como aquel buen samaritano que tocó al prójimo tirado en el suelo y se abajó a su realidad- con las historias más complejas de la gran manzana, como fruto de ese árbol que también descarta la manzana podrida. No pudimos conocer las consecuencias de este capitalismo salvaje pero en lo inmediato, y no en los países latinoamericanos desde algunos proveníamos. No existió la vivencia educativa del Bronx, ni del Bedford-Stuyvesant, ni una visita nocturna por el hermoso Central Park. No existió la expresión de misión porque la calidad de lo académico, una vez más, extinguió el rasgo profético del Evangelio, rasgo esencial del ritmo educativo.

Naciones unidas, jamás serán vencidas

“Los organismos financieros internacionales han de velar por el desarrollo de los países y la no sumisión asfixiante de éstos a sistemas crediticios que lejos de promover el progreso someten a los poblaciones a mecanismos de mayor pobreza, exclusión y dependencia”. Estas fueron algunas de las palabras pronuncias por Francisco en la ONU, mismo espacio donde este Congreso tuvo su clausura. Allí para sorpresa de muchos, Francisco envió un video, donde dejó un mensaje claro a toda la comunidad educativa católica del mundo: “Una de las principales dificultades que la educación encuentra hoy en día es la tendencia generalizada a deconstruir el humanismo. El individualismo y el consumismo generan una competencia que degrada la cooperación, oscurece los valores comunes y socava la raíz de las normas más básicas de la coexistencia. La cultura de la indiferencia, que envuelve las relaciones entre individuos y pueblos, así como el cuidado de la casa común, también corroe el sentido del humanismo”. Además para Francisco, “otro peligro que amenaza la delicada tarea de la educación es la dictadura de los resultados. La cual considera a la persona como un objeto ‘laboratorio’ y no tiene interés en su crecimiento integral. También ignora sus dificultades, sus errores, sus miedos, sus sueños, su libertad”. No es necesario aportar ninguna idea más a estas expresiones puntuales para la tarea educativa que el sábado 8 de junio, previo a la fiesta de Pentecostés, en un clima de diversas lenguas y culturas, trataba de enunciar las líneas de acción para le Educación Católica hasta el 2030, líneas que lo pronto no tuvieron las mismas fuerzas que las palabras de Francisco.

La experiencia de Iglesia Universal es un gran signo pentecostal. Por eso, les comparto mis conclusiones de estos días de encuentro fraterno:

1) La escuela católica debe ser una respuesta de salvación y para ello el aula tiene que ser considerado un espacio teológico, conscientes de que allí Dios habla e interpela. Un aula que dé el fundamento para la humanización y que sea una respuesta al clamor de los pobres. La escuela es un sacramento de vida.

2) Decidir por un currículo que esté ajustado a las necesidades de los estudiantes, a partir de la pregunta: ¿qué persona queremos formar y en qué tipo de sociedad queremos que los estudiantes vivan? Para ello, tomar en consideración las áreas pedagógica, filosófica, antropológica, neuropsicológica y tecnológica. Entonces, tenemos que evangelizar desde escuela teniendo en cuenta la identidad, la inclusión y la innovación.

3) Inspirados en los discípulos de Emaús, en que Jesús se presenta como Maestro que da sentido a la vida, acompañar a los estudiantes para que vivan un proceso de libertad, favoreciendo experiencias significativas que colaboren para que se relacionen con Dios, consigo mismo, con los demás, con la naturaleza, la cultura y sean realmente felices.