Tribuna

Misericordia, esperanza y paz

Compartir

Hemos terminado el año 2016, año extraordinario de la misericordia. Seguramente lo hemos vivido intensamente; hemos comprendido y experimentado que la misericordia de Dios Padre es su esencia y su atributo principal.

Al finalizar un año debemos evaluarlo a la luz de nuestro Padre Creador, quien nos ha dado vida, salud, trabajo, familia, fe, esperanza y amor. Hay que mirar, ante todo, lo positivo que hay en nosotros, las obras buenas que practicamos, los logros familiares y profesionales alcanzados, el servicio que dispensamos a los demás. Todo lo conseguido es fundamentalmente obra de Dios naturalmente con nuestro concurso personal y comunitario. Por eso lo primero es agradecer al Señor su misericordia con nosotros. Pero somos también conscientes de nuestras fallas y debilidades y por eso acudimos a Él, para que nos perdone y nos enseñe a perdonar.

Al comenzar un año nuevo, 2017, nuestra mirada se dirige al Señor Jesús, quien nos permite seguir viviendo y nos sigue ofreciendo su amor. A Él le pedimos abundantes bendiciones para cada uno de nosotros, nuestros familiares y amigos y la paz con justicia social para nuestra querida Colombia. Gracias a Él se ha refrendado el acuerdo de paz entre el Gobierno y las FARC. En este año se comienza la implementación del mismo, trabajo que nos corresponde a todos los colombianos, con entusiasmo y dinamismo, con esperanza y confianza de la nueva Colombia que todos empezamos a construir.

“Existen dos formas de misericordia: dar y perdonar”, San Agustín

Decía que se terminó el año 2016, año extraordinario de la misericordia, pero la misericordia de Dios con nosotros no se termina nunca. Debemos vivir siempre la misericordia, siguiendo esa hermosa frase de San Agustín: “Existen dos formas de misericordia: dar y perdonar. Dar el bien que se tiene y perdonar el mal que se recibe”.

Estas dos formas de misericordia fueron practicadas por Jesús mismo y enseñadas a sus discípulos en la hermosa plegaria del Padrenuestro: “danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden”.

En este año que comienza, hemos de mirar hacia delante como mujeres y hombres de esperanza; ciertamente que no faltarán las dificultades ni nuestras mismas fallas; pero estas no nos detendrán en el camino de la vida; somos personas de fe, quienes unidas en comunión con Cristo y María venceremos siempre. El papa Francisco nos invita a “no dejarnos robar nunca la esperanza que proviene de la fe en el Señor Resucitado. Es cierto, a menudo pasamos por duras pruebas, pero jamás debe decaer la certeza de que el Señor nos ama”.

Leonardo Gómez O.P.

Obispo emérito de Magangué