Tribuna

Llull y Eco

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Gianfranco Ravasi, cardenal presidente del Pontificio Consejo de la Cultura GIANFRANCO RAVASI | Cardenal presidente del Pontificio Consejo de la Cultura

Cuando murió Umberto Eco, algunos periodistas que conocían nuestra amistad desde los tiempos en que frecuentaba la Biblioteca Ambrosiana que yo dirigía, me preguntaron sobre nuestros diálogos. Muchos de ellos giraban alrededor de santo Tomás de Aquino, al que dedicó su tesis de licenciatura y que estaba presente en la biblioteca con un autógrafo de la Summa contra gentiles. También hablábamos de la Biblia y de cuestiones más específicas de tipo cultural y religioso, fruto tanto de su conciencia de matriz cristiana como de su extraordinaria curiositas ecléctica. Resultó sorprendente para los entrevistadores que señalara el intenso interés de Eco por un fascinante autor medieval contemporáneo de Dante, Ramon Llull, nacido en Palma de Mallorca en 1232 y fallecido en la nave que lo llevaba de vuelta desde Túnez en 1316, hace por tanto setecientos años.

La atracción de Eco por Llull nacía de la imparable versatilidad de este escritor dotado de una mente genial e insaciable, de su apertura al diálogo interreligioso, sobre todo con el islam, de su frenética creatividad y de su inquieta existencia, que le llevó incluso a abandonar a su familia. Su vida fue un itinerario incesante, pues sus viajes le llevaron de Mallorca a París, de Montpellier a Roma, de Génova a Chipre, pasando por Argel, Pisa, Viena, Messina…

En la raíz de esta ininterrumpida peregrinación está la experiencia nocturna vivida en 1263 con el encuentro místico, por medio de cinco apariciones, con Cristo crucificado que lo envió como misionero de luz y verdad por el mundo, siguiendo la estela de san Francisco. Desde ese momento la versatilidad de su mente le permitirá escribir un gran número de textos en árabe, latín y catalán. En esta última, que era su lengua materna, escribió el Libro del amigo y del amado, una joya mística y filosófica. Ha sido publicada recientemente una traducción al italiano con una introducción del catalán Francesc Torralba, uno de los más grandes filósofos españoles contemporáneos, un pensador refinado y en sintonía con Llull. ilustración de Tomás de Zárate para el n 3001 artículo de Gianfranco Ravasi

En esta obra, la lengua catalana, que está todavía en pañales, desvela ya su originalidad manifestándose en toda la musicalidad y frescura de su condición casi experimental. Como dice el título, el corazón del libro es la relación del amigo, es decir, el cristiano, con el amado, que es Dios. Esta ascensión hacia lo infinito y lo trascendente sin abandonar el rigor de una búsqueda racional y espiritual, queda delineada a través de una polícroma panoplia simbólica. Se implica a toda la naturaleza vegetal y animal: el agua asume un significado catártico al calmar la sed, la prisión del amor empuja a la lucha pero también al abandono sobre el lecho de amor, la ropa adquiere un valor alegórico… Es sobre todo el camino el que asume un valor arquetípico porque es la filigrana del peregrino de las cosas que puede ver en su recorrido hacia la invisible e inefable divinidad.

En esta ciencia del amor, que es uno de los capítulos fundamentales de la mística y de la tecnología, son muchas las leyes y los conocimientos necesarios, así como los ejercicios interiores y las opciones éticas. No obstante, la meta final es sencilla y única, luminosa y gloriosa y se trata de una experiencia existencial destinada a exaltar las extraordinarias potencialidades del alma. Por eso la lectura de los versos de Llull está abierta a todos, creyentes o personas en búsqueda de un más allá o de un ente que esté por encima de nuestros límites, pero que también esté disponible al encuentro.

Él mismo así lo define en uno de sus versículos: “Amor y amar, y amigo y Amado se convienen tan fuertemente en mi Amado, que son una actualidad en esencia; y amigo y Amado son cosas distintas, concordantes sin contrariedad alguna, ni diversidad de esencia y por eso Amado es amable sobre todos los amores”.

Publicado en el nº 3.001 de Vida Nueva. Ver el sumario