Tribuna

Laudato si’: el grito de la tierra… y de los pobres

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Con ‘Laudato si’’, Francisco ha acertado en poner sobre la mesa de los católicos una cuestión que llevaba décadas planteándose: el cuidado de la Casa común. Un grito de la tierra que guarda una estrecha relación con el grito de los pobres, que son los que más sufren las consecuencias de la degradación medioambiental. El texto comienza recordando que hay un consenso científico muy consistente que indica que nos encontramos ante un preocupante calentamiento del sistema climático (LS 23). Si la actual tendencia continúa, este siglo podría ser testigo de cambios climáticos inauditos y de una destrucción sin precedentes de los ecosistemas, con graves consecuencias para todos (24). Son palabras contundentes. Lo primero es ser conscientes de que nos encontramos como humanidad ante un problema de extrema gravedad.

En la encíclica, el Papa desenmascara lo que él denomina el “paradigma tecnocrático dominante”, que es más que una forma de utilizar la tecnología; es una manera “utilitarista” de pensar y de vivir. Lo que está ocurriendo nos pone ante la urgencia de avanzar en una valiente revolución cultural (114). Sí, es un cambio cultural: dejar de anteponer nuestro beneficio económico y nuestra comodidad y poner decididamente en el centro el cuidado de la vida. Y se trata también de hacer la experiencia de una conversión, de un cambio del corazón (218) y de una transformación espiritual. Necesitamos cultivar una espiritualidad de conexión que, como a Francisco de Asís, nos ayude a sentirnos hermanos de todo lo que nos rodea (216).

Finalmente, es necesario llegar a cambiar el comportamiento. El Papa nos recuerda la necesidad de una conversión integral que tenga en cuenta la urgencia del deterioro social y medioambiental que estamos causando con nuestro insensato modelo de producción y consumo. Para ello necesitamos convertirnos comunitariamente.

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