Tribuna

Las leyes contra la blasfemia vistas por una teóloga musulmana

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Nour Hajjar, uno de los cómicos más destacados de Líbano, fue interrogado a finales de agosto, amenazado y puesto bajo custodia policial, y luego puesto en libertad (aunque sigue siendo perseguido), tras un chiste sobre la religión musulmana. El cómico, él mismo musulmán, se burlaba en realidad de su madre, que pidió al recitador del Corán en el funeral de su cuñado que le diera lo mejor del Corán, como si fuera un DJ. La broma continuó con el recitador-DJ.



Una blasfemia castigada con la cárcel

Para una parte de la comunidad suní -mi comunidad- esta broma era una blasfemia. Las autoridades suníes presentaron una denuncia contra él basándose en dos artículos del derecho penal libanés, uno relativo a la paz civil y otro a la blasfemia.

En otros 83 países existen artículos de la ley que penalizan los ataques a símbolos religiosos, conocidos como leyes sobre la blasfemia. En la mitad de los casos, estas leyes no se aplican. En el Líbano, la blasfemia (o ataque a símbolos religiosos) se castiga con penas de seis meses a tres años de cárcel.

El 80% de los casos de aplicación de estas leyes se registran en solo 10 países: Pakistán, Irán, Rusia, India, Egipto, Indonesia, Yemen, Bangladesh, Arabia Saudí y Kuwait. La mayoría de estos países tienen el islam como religión de Estado. En Pakistán, Irán y Arabia Saudí, pero también en Mauritania y Brunei, la blasfemia se castiga con la pena de muerte.

Manifestación en contra de la absolución de la cristiana Asia Bibi en Pakistán/EFE

Manifestación en contra de la absolución de la cristiana Asia Bibi en Pakistán/EFE

Alejarse de quienes se burlan de la religión

Pero, ¿qué dice el Corán sobre las ofensas a la religión? Nunca pide represalias en estos casos. Al contrario, los versículos que tocan el tema instruyen a los musulmanes a alejarse cuando la gente se burla de la religión o de sus símbolos hasta que cambien de tema: “Cuando veas a los que parlotean de Nuestros signos, déjales hasta que cambien de conversación” (Al An’am 6: 68) y “Ya se os reveló en el Libro que cuando oyerais los signos de Allah y vierais como ellos los negaban y se burlaban, no os sentarais en su compañía hasta que no hubieran entrado en otra conversación” (Al Nisa’4: 140).

El primer versículo pertenece al periodo de revelación de La Meca, cuando los musulmanes eran perseguidos: por tanto, es comprensible en un contexto de debilidad. Pero el segundo pertenece al contexto de Medina, donde los musulmanes eran fuertes y podían imponer sus leyes. Se trata, pues, de un mandato para todas las circunstancias.

Violación de los principios éticos en el corazón de la religión

El gran imán de Al-Azhar y el papa Francisco, en el documento sobre la fraternidad humana, continúan en esta línea: “Dios, el Todopoderoso, no necesita ser defendido por nadie y no quiere que su nombre se utilice para aterrorizar a la gente”.

Quienes se aferran a las leyes contra la blasfemia en todo el mundo creen que están haciendo lo correcto al defender los símbolos religiosos. No se dan cuenta de que al hacerlo están violando los principios éticos que constituyen el núcleo de su religión.


*Artículo original publicado en La Croix, ‘partner’ en francés de Vida Nueva