Tribuna

Homilía, sermón, predicación… ¿De qué se trata?

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¿Qué es la homilía?

La palabra homilía procede del griego ‘homilia’, que significa “asamblea, asunto habitual” y “conversación, charla familiar, lección de un maestro”. Es el discurso que pronuncia el celebrante durante la Misa, Laudes o Vísperas, después de la proclamación del Evangelio. La homilía actualiza el texto bíblico y prepara a los fieles para entrar en la celebración de la Eucaristía. Está reservada a un ministro ordenado (diácono, sacerdote u obispo). Es obligatoria en la misa dominical y recomendada durante la semana.



La homilía se inspira, por una parte, en la retórica griega y latina y, por otra, en la tradición judía de comentario e interpretación bíblica (‘Midrashim’). En el Nuevo Testamento, vemos a Jesús, y luego a Pablo, hablando en la sinagoga para pronunciar la homilía, que viene después de la lectura de la Torá y los profetas. Cualquier miembro de la comunidad podía así pronunciar una homilía y aportar “una palabra de exhortación para el pueblo” (Hch 13,15).

Orígenes (185-253) es considerado el “padre de la homilía cristiana”. Otros grandes predicadores marcaron los inicios de la Iglesia: en Oriente, Juan Crisóstomo (c. 354-407), Máximo el Confesor (580-662); en Occidente, Ambrosio (339-397), Agustín (354-430), Cesáreo de Arlés (470-543), León Magno (c. 390/400-461).

El Concilio Vaticano II (1962-1965) revalorizó la práctica de la homilía, basada en la Biblia y la liturgia. La obligación de pronunciar una homilía se introdujo en 1964. Para distinguir su dignidad y su vínculo directo con las Escrituras, se pronuncia desde el ambón.

El derecho a la palabra puede extenderse a los laicos “en una iglesia u oratorio, si la necesidad lo requiere en determinadas circunstancias o si la utilidad lo sugiere en casos particulares”, dice el derecho canónico (n. 766). Es el caso, entre otros, de los agentes de pastoral o los catequistas en África o América Latina.

¿En qué se diferencia la predicación de la homilía?

Predicación procede del verbo ‘praedicare’, que en latín clásico significa “proclamar, publicar; jactarse” y “anunciar; decir”, luego, bajo la influencia cristiana, “enseñar una doctrina, anunciar el Evangelio”.

La palabra predicación tiene el significado de “discurso” y “sermón”; a partir del siglo XVI, en la época de la Reforma, designa el “lugar donde se reúnen los protestantes”, luego el “sermón de un ministro protestante”. La expresión “prêchi-prêcha” [sermonear], acuñada en el siglo XVII por los satíricos, ridiculiza los discursos afectados. Se utiliza para describir discursos moralizantes, farragosos, sosos…

¿Cuál es la especificidad de predicar?

En la Edad Media, había dos tipos de predicación. La primera es erudita y sigue estrictamente las reglas de la retórica. Se trata de un comentario sobre un tema tomado de la Biblia, pero el vínculo con las Escrituras desaparece en el siglo XIII y solo queda el desarrollo del tema. Esta forma de predicación, preconizada por la filosofía medieval llamada escolástica, se impuso en los seminarios. También se inspiraba en la literatura, la mitología y la filosofía.

La otra forma de predicación es popular y se centra en la dimensión religiosa y moral de la vida de los fieles. Los ejemplos se toman de la vida cotidiana. Se recurre a leyendas o extractos de la vida de santos, pero muy poco a la Biblia.

El Concilio de Trento (1542-1545) reorganizó la predicación. Su decreto sobre la misa estipula que los sacerdotes deben “dar frecuentemente algunas explicaciones (…) basadas en los textos leídos en la misa (…) y esclarecer el misterio de este sacrificio, especialmente los domingos y días festivos”.

Tradicionalmente, la predicación va más allá de la celebración litúrgica y puede llevarse a cabo en todos los lugares y circunstancias. No está restringida a los clérigos.

¿Y el sermón?

Sermón procede del latín ‘sermo’, que significa “palabras intercambiadas, conversación, charla; lenguaje coloquial” y también “manera de expresarse, estilo”. Es el equivalente de la palabra “homilía”, pero su contenido se centra más en la moral y la doctrina cristianas (de ahí la expresión “sermonear a alguien”, es decir, animar o criticar una determinada conducta). En el Evangelio de Mateo, Jesús comienza su enseñanza con un gran discurso llamado el Sermón de la Montaña. En este innovador discurso, Jesús expone su moral basada en las Bienaventuranzas.

La palabra sermón se utiliza menos en la Iglesia desde el Concilio Vaticano II, que favoreció la vuelta a la homilía, más arraigada en las Escrituras.


*Artículo original publicado en La Croix, ‘partner’ en francés de Vida Nueva