Tribuna

Escuela y familia, un pacto urgente

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Nuestro trabajo está inspirado en las palabras del Santo Padre: “Joven, te digo, ¡levántate! ¡Levántate! Te hago testigo de lo que has visto”. Nuestro objetivo, como formadores, es ayudar a los niños a saber cómo valerse por sí mismos, a elegir cuándo decir decir “sí” y cuándo decir “no”. Los jóvenes aprenden haciendo: la experiencia es el mejor de los maestros.

Nadie actúa solo y también nosotros, los adultos y los maestros, debemos crear una alianza: necesitamos un pacto entre las escuelas, las familias, los educadores, los formadores y todos los adultos del mundo; y lo importante es que la familia esté en el centro de esta coalición.

“Contaminar el mundo con buenas prácticas”

Los formadores necesitamos formación, trabajar juntos. Una de las iniciativas que estamos tratando de lograr con Fidae, la federación de escuelas católicas primarias y secundarias, es construir vínculos mejores y más fuertes con las familias. En este momento hay muchos documentos, tantas reglas escritas que los maestros debemos seguir, pero lo que necesitamos aún más es la práctica, la experiencia. El papel de todas las escuelas, y en particular de las escuelas católicas, es ayudar a los jóvenes a identificar las opciones más adecuadas para sus vidas a través del trabajo duro.

Es una tarea ardua. Lo importante es creer en los jóvenes, verlos crecer y querer ser parte de su crecimiento. Ofrecerles pautas, pero sin ser intrusivos. Necesitamos sentir los problemas, imaginar cómo enfrentarlos, actuar y luego contaminar el mundo con buenas prácticas. ¡Es lo que intentamos enseñarles con el proyecto ‘Yo puedo’! Los estudiantes aplican a los temas del desarrollo sostenible la metodología Design for change, basada en el «siente, imagina, actúa, comparte». Lo que realizarán 5000 niños en el mundo se presentará al Papa en Roma en noviembre.

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