Tribuna

Ensanchar la tienda: una contribución europea al Sínodo

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Introducción

Nuestra reunión de expertos sinodales y fieles experimentados europeos tuvo lugar entre la redacción del Documento para la Etapa Continental (“Ensancha el espacio de tu tienda [Is 54, 2]”), en Frascati en octubre de 2022, y la Asamblea eclesial europea, en Praga en febrero de 2023. Su objetivo era reflexionar sobre el primero como una contribución al segundo, reuniendo la sabiduría obtenida de más de 50 procesos sinodales en las diócesis y naciones de la Iglesia católica romana en Europa durante los últimos diez años.



Queríamos aprender lo que el Espíritu había estado haciendo en los procesos sinodales en nuestro continente, examinar tanto lo que habían posibilitado como lo que habían impedido las transformaciones que estos procesos habían producido, para resaltar algunas formas en las que la conversión sinodal puede ser promovida dentro de la Iglesia católica romana. Lo hicimos con un espíritu de humildad, conscientes de que una reunión de dos días no podría ofrecer nada parecido a un tratamiento exhaustivo del tema, pero confiados en que estas ideas podrían servir a las Iglesias locales que buscan avanzar más en este camino.

Aunque no comenzamos con un examen específico de los signos de los tiempos, los presentes éramos conscientes de dos factores principales en el trasfondo del Sínodo sobre la Sinodalidad. El primero es la conciencia de que los rápidos cambios sociales y culturales exigen que, como tantas veces en la historia de la Iglesia, el vino nuevo eterno de Jesucristo requiere odres frescos si el Evangelio ha de ser proclamado en nuestro tiempo y lugar.

Unos turistas otean desde un sendero de los montes Tatra, en Kasprowy (Polonia)  EFE/ Grzegorz Momot

Los seguidores de Cristo están llamados a descifrar la presencia y la acción de Dios en el mundo en realidades de fe, esperanza y amor, y la misión de la Iglesia es ayudar a las personas a hacer lo mismo. La sinodalidad, abrazada con fe y paciencia, tiene el potencial de dejar que el Espíritu Santo ilumine al Pueblo de Dios con respecto a las nuevas estructuras y mentalidades que esta misión requiere. El segundo es una conciencia de la disfunción institucional y el fracaso en muchas dimensiones, que exige una humilde apertura a la conversión y al cambio.

Los 47 participantes de toda Europa se reunieron en un ambiente de oración y fraternidad, entre hermanas y hermanos, como iguales, y con una apertura a la experiencia y reflexión de los demás. Utilizamos métodos sinodales de conversación espiritual y trabajamos en inglés y en francés.

Lo que sigue es un breve resumen de algunas de las perspectivas y frutos de nuestra reunión.

1. Transformaciones positivas

El punto de partida de este encuentro fueron las experiencias, no las teorías, de sinodalidad. Nos escuchamos hablar de muchas transformaciones, principalmente en modalidades interiores o discretas, que nos inspiran esperanza y expectación para el futuro. Entre ellas, figuraban aquellas en que las personas se sintieran reconocidas porque habían sido escuchadas, lo que a su vez producía una conciencia de que eran sujetos activos y protagonistas en la Iglesia, corresponsables de su misión. Las experiencias sinodales han permitido a muchas personas tener una experiencia directa de una Iglesia más fraterna, diversa y colaborativa, más misionera y comprometida con las necesidades y los sueños de nuestra época.

También nos escuchamos acerca del gozo y el consuelo de pasar de la discusión y el debate al discernimiento espiritual, y tuvimos la sensación de que el Espíritu realmente está obrando a través del instinto de fe de la gente corriente.

Finalmente, escuchamos muchos testimonios de un fuerte aumento de energía y esperanza en la Iglesia, sentimos que a través de la sinodalidad se abren nuevos horizontes y posibilidades. Estamos agradecidos por estas transformaciones y por las señales de que el Espíritu está obrando a través de ellas.

2. Buenas prácticas

Estamos agradecidos también por las buenas prácticas y actitudes que han facilitado estas transformaciones.

En el corazón de ellas está la práctica de la conversación espiritual con sus diversos elementos: oración, silencio, facilitación para garantizar una escucha estructurada y disciplinada, participación igualitaria, etc. Las reuniones presenciales en grupos pequeños se consideraron especialmente importantes, ya que permitieron a las personas compartir experiencias concretas en lugar de puntos de vista abstractos u opiniones generales, en una atmósfera que nos permite escuchar lo que el Espíritu puede estar diciendo a través de esas
experiencias.

Se enfatizaron actitudes y enfoques que pudieran ayudar: celebrar la diversidad y estar listos para escuchar voces externas o desafiantes; mantener con confianza nuestras tensiones y desacuerdos sin tratar de resolverlos, sino permitirles que nos ayuden a crecer. Gracias a la escucha, supimos de la importancia de la paciencia, la confianza
y las expectativas realistas, así como también de una actitud de humildad, apertura y discernimiento.

Se hizo hincapié en otros dos puntos. Uno es la importancia de la formación en estos procesos, posibilitando a las personas comprender el estilo y el propósito de los procesos sinodales, así como la razón de ser de estos métodos antiguos.

El segundo es la importancia vital de que la sinodalidad se aprenda haciendo la experiencia; aquellos que han participado son transformados por la experiencia y pierden el miedo a ella. La clave para desarrollar la sinodalidad en la Iglesia católica romana es la reflexión sobre esa experiencia, aprendiendo siempre cómo desarrollar y adaptar los métodos al contexto.

3. Obstáculos

También discutimos sobre obstáculos y mentalidades que no ayudan. Los procesos sinodales se reducen a veces a poner el foco en las cuestiones estructurales y funcionales, prestando poca oración y poca apertura a lo que el Espíritu puede estar impulsando. Y, recíprocamente, existe el riesgo de que los procesos sinodales no se traduzcan en cambios estructurales donde estos son necesarios.

También escuchamos que, a menudo, hay una falta de convicción o apoyo a los procesos sinodales por parte de los que tienen autoridad, y en algunos casos existe una resistencia activa, lo que hace que las personas se mantengan alejadas. En otros casos, la sinodalidad se confunde con el mero intercambio de opiniones.

Un hombre pasea a primera hora por el Paseo Nuevo de San Sebastián. EFE/ Javier Etxezarreta

Tampoco ayudan el derrotismo y el escepticismo, arraigados a menudo en el miedo al cambio, el aferramiento a ciertos hábitos, el deseo de refugiarse en el pasado y el miedo a los extraños. Hemos oído hablar de una polarización más fuerte que tiene lugar en respuesta al Sínodo que, paradójicamente, se da al mismo tiempo que una mayor fraternidad y comunión.

Oímos hablar de los peligros de escuchar solo voces familiares. La autoexclusión, o la exclusión por parte de otros, debilita la sinodalidad. Si bien la expresión de emociones fuertes es parte del intercambio honesto, permanecer atrapado en ellas puede ser un problema. Otras mentalidades inútiles son una impaciencia con la naturaleza lenta de los procesos sinodales o poner el foco en resultados específicos (y la decepción cuando no suceden), así como una actitud rígida.

4. Recomendaciones

Finalmente, consideramos qué pasos o acciones concretas podrían darse ahora para facilitar la conversión sinodal de la Iglesia católica romana en todos los niveles.

Conscientes de que el desafío clave para la Iglesia católica romana en Europa es la distancia entre el mundo institucional y la gente, así como entre los diversos grupos de la Iglesia (DCS 22-27), proponemos que se centre en el desarrollo de plataformas de encuentro: espacios sinodales donde las experiencias de las personas se tomen en serio y permitan la escucha mutua y crecer juntos en la comunión. Mediante el diálogo interno, así como el diálogo ecuménico y, por supuesto, el diálogo con todas las personas de buena voluntad, la Iglesia católica romana puede comprender mejor la revelación de Dios (cf. Gaudium et spes, 44). Eso nos ayudará a anunciar mejor el Evangelio en el lenguaje de la gente de nuestro tiempo, como sucedió en Pentecostés.

Esto pide introducir hábitos sinodales en todos los niveles de la Iglesia católica romana: parroquia, diócesis, conferencia episcopal, región, etc. Pero también depende de todos los que vean en la Iglesia dónde pueden introducir inmediatamente la conversación espiritual en las actividades diarias de su grupo, movimiento, servicio, proyecto o cualquier otro tipo de iniciativa. Y al hacerlo, encarnamos por este medio la verdad teológica de que la Iglesia es el Pueblo de Dios.

Esta conversión sinodal de base exige también un mejor intercambio de prácticas, herramientas y perspectivas a través de las redes eclesiales, y un compromiso genuino con la formación de obispos, sacerdotes, religiosos y fieles laicos. No se puede hacer sin un liderazgo que facilite el proceso de discernimiento y tome en serio su resultado. Además, supone una conciencia y reflexión sobre dónde reside el poder y cómo se ejerce.

Finalmente, es vital que las personas vean que los procesos sinodales conducen a cambios concretos y, por lo tanto, se puede confiar en ellos.

Conclusión

Salimos del encuentro consolados por el espíritu sinodal de una Iglesia “en camino” que hemos experimentado durante estos días y con un renovado compromiso de ayudar a hacerlo realidad. Confiamos en que estas pocas reflexiones y perspectivas contribuyan al trabajo vital que tendrá lugar en Praga y a la fecundidad del Sínodo sobre la Sinodalidad.


Preparado por el comité de redacción: Austen Ivereigh, Philippe Berrached, Alphonse Borras, Arnaud Join-Lambert,
Jos Moons, Björn Szymanowski.

Comité organizador de la reunión: Aldegonde Brenninkmeijer, Jean Ehret, Hans Geybels, Arnaud Join-Lambert, Jos Moons.

Entre los presentes se encuentran, entre otros: Markus Adolphs (Germany), Avril Baigent (United Kingdom), Philippe Berrached (Belgium/France), Vincent Billot (Luxembourg), Alphonse Borras (Belgium), Aldegonde Brenninkmeijer (Belgium), Camino Cañón Loyes (Spain), Rachel Chlela (Belgium/Lebanon), Carine Devogelaere (Belgium), Jean Ehret (Luxemburg), Marie Anne Florin (France), Joseph Galea-Curmi (Malta), Hans Geybels (Belgium), Konrad Glombik (Poland), Pedro Gomes (Belgium/Portugal), Judith Gruber (Belgium/Austria), Tomáš Halík (Czech Republic), Christian Heckmann (Germany), Austen Ivereigh (United Kingdom), Marcin Jewdokimow (Poland), Arnaud Join-Lambert (Belgium), Igna Kramp (Germany), Michael Kuhn (Belgium), Laetitia van der Lans (The Netherlands), Annemarie C. Mayer (Germany), Isabelle Morel (France), Jos Moons (Belgium/The Netherlands), Ikenna P. Okpaleke (Belgium/Nigeria), Julian Paparella (Italy/Canada), Lucio Adrián Ruiz (Vatican), Renée Schmit (Luxembourg), Matthias Sellmann (Germany), Björn Szymanowski (Germany), Gabriele Tornambe (Italy), Christophe Wermeille (Switzerland).

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