Tribuna

Desmasculinización: el magisterio, a prueba

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El Papa Francisco lleva tiempo inmerso en un intento de “desmasculinizar” la Iglesia. Como ocurre con otras reformas emprendidas por Bergoglio, se trata de un proceso continuo cuyos resultados a día de hoy son inciertos. Pero el intento representa un paso adelante, no para lograr una democratización de las estructuras eclesiales con la inclusión de “cuotas femeninas”, sino para encarnar mejor el Evangelio. Más allá de la potestad sacerdotal reservado a los hombres, hay mucho que actualizar. Sobre todo, porque alcanzar la igualdad de género en la Iglesia significa propiciar una comunidad “desclericalizada”, en la que los sacerdotes no son vistos como poseedores del poder, sino como quienes realizan un servicio.



Al hablar del deseo de Francisco de “ampliar los espacios para una presencia femenina más incisiva en la Iglesia” –expresado en ‘Evangelii gaudium’– muchos pasan por alto el hecho de que la otra cara de esta apertura es la superación de la cultura eclesial machista. “Sin embargo, nos hemos dado cuenta, especialmente durante la preparación y celebración del Sínodo, de que no escuchamos lo suficiente la voz de las mujeres en la Iglesia”, escribe el Papa en el prólogo del volumen de varios autores “¿Desmasculinizar la Iglesia? Comparación crítica sobre los ‘principios’ de H.U. von Balthasar”, publicado en enero de 2024. Añade que es “necesario escucharnos unos a otros para ‘desmasculinizar’ la Iglesia”. Una esperanza expresada con palabras similares en noviembre de 2023, en su encuentro con la Comisión Teológica Internacional.

Abrirse a la presencia femenina en la Iglesia y desmasculinizarla son movimientos interdependientes. Tanto es así que, en la reflexión del Papa, la necesidad de abandonar el enfoque masculino surge del camino del Sínodo sobre la sinodalidad que en su ‘instrumentum laboris’ desea “un mayor reconocimiento y promoción de la dignidad bautismal de las mujeres”. Al final de la primera sesión de la asamblea, celebrada en el Vaticano el pasado mes de octubre –la primera en la historia en la que 54 mujeres tuvieron derecho a voto– se aprobó un documento que afirma que “muchas mujeres hablaron de una Iglesia que hace daño” por “el clericalismo, machismo y ejercicio inapropiado de la autoridad”.

Un mes después, el Papa reunió al Consejo de Cardenales en Santa Marta para abordar el tema del “papel de la mujer en la Iglesia”. Invitó a dos teólogas, Lucia Vantini y Linda Pocher, y al teólogo Luca Castiglioni para que compartieran su punto de vista con los cardenales. Las intervenciones se publicaron en el volumen “¿Desmasculinizar la Iglesia?”.

Condena machista

En más de diez años de pontificado, Francisco ha cuestionado los estereotipos de género machistas. En una catequesis sobre la familia, en enero de 2015, lanzó la alarma sobre la “sensación de orfandad” que experimentan los niños debido a la ausencia de sus padres porque están ocupados con el trabajo o porque cuando están son incapaces de ocuparse de su educación. Son innumerables las ocasiones en las que ha reprochado, especialmente a los padres, que no encuentren tiempo para “jugar con sus hijos” o les ha pedido que cuiden del camino de sus hijos, como hizo san José con Jesús. Al carpintero de Nazaret, el Santo favorito del Papa, dedicó su Carta Apostólica ‘Patris Corde’, donde indica que las virtudes paternas son la ternura, la castidad y la hospitalidad, unas actitudes alejadas del cliché del páter familias.

El Papa ha demostrado que no concibe rígidamente la complementariedad entre los padres, fomentando una visión poco convencional de las tareas masculinas. “Es simplista la idea de que todos los roles y relaciones de ambos sexos estén encuadrados en un modelo único y estático”, aclaraba a los participantes en una conferencia. En ‘Amoris laetitia’, afirma que “ocuparse de las tareas domésticas o de algunos aspectos de la crianza de los hijos no hace al marido menos masculino”.

Puesta en valor de la mujer

Aún más explícito fue el Papa en 2018, en la carta a la profesora y escritora María Teresa Compte Grau: “Me preocupa la persistencia en las sociedades de una cierta mentalidad machista, (…) que, en la propia Iglesia, el servicio al que todos estamos llamados, a veces se convierta en servidumbre para las mujeres”. Más adelante reitera la necesidad de “una investigación antropológica renovada (…) que profundice cada vez más no solo en la identidad femenina, sino también en la identidad masculina”.

Critica a quienes consideran las actuales dificultades de la familia un efecto de la emancipación femenina. “Es una forma de machismo, que siempre pretende dominar a las mujeres”, aclaraba en una catequesis sobre el matrimonio en abril de 2015.

Estas citas demuestran que la enseñanza del Papa Francisco siempre ha promovido el abandono de una visión machista en las relaciones familiares y eclesiales y el desarrollo de un nuevo modelo de masculinidad, junto con una puesta en valor de la mujer. Antes de reforzar la contribución femenina, tengo la impresión de que el Magisterio debe tomar conciencia de que la igualdad en la Iglesia todavía no existe. Es necesario dejarse ayudar, especialmente por las mujeres teólogas, para cerrar la brecha de género y desenmascarar lenguajes idealizadores que perpetúan las desigualdades y para construir una Iglesia que sea verdaderamente pueblo de todos y todas.


*Artículo original publicado en el número de marzo de 2024 de Donne Chiesa Mondo. Traducción de Vida Nueva

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