Tribuna

¿Bebés modificados genéticamente? Han cruzado todos los límites

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La frase que encabeza estas reflexiones es de Ángel Carracedo, uno de los referentes mundiales en Genética. “Si este es el mundo que viene, yo me bajo. Me parece aterrador”, añadió este catedrático de la Universidad de Santiago de Compostela. Locura, barbaridad, irresponsabilidad, horrible, monstruoso… la comunidad científica internacional agotó el vocabulario de la indignación para expresar su rechazo unánime ante las informaciones que llegaban de China.

Quien ha despertado semejante aluvión de indignación, en un sector poco dado a ello, es He Jiankui, investigador en una universidad china: hace unos días anunció que habían nacido los primeros bebés modificados genéticamente. Conviene tener claro que el objetivo del ensayo, en el que participan siete parejas en las que los varones tienen infección de VIH, no es evitar la transmisión del virus del sida, ya que la infección estaba controlada y existen, además, otros métodos para no transmitirla a la descendencia, sino proporcionar a los padres la posibilidad de que sus hijos estuvieran protegidos en el futuro. A día de hoy, la noticia no ha podido ser contrastada por fuentes independientes.

El investigador chino He Jiankui

El investigador chino He Jiankui, durante la presentación de su trabajo en la Universidad de Hong Kong

La tecnología utilizada, CRISPR, es una herramienta reciente para la edición del genoma. Actúa como unas tijeras capaces de cortar cualquier secuencia de ADN de forma específica y permitir la inserción de cambios en la misma. El fenómeno biológico en el que se basa lo descubrió en 1993 un investigador valenciano, Francisco Juan Martínez Mojica. El descubrimiento no despertó un interés especial.

Hasta 2012, cuando Jennifer Doudna y Emmanuelle Charpentier –ambas premio Princesa de Asturias de Investigación Científica y Técnica 2015– demostraron que podían utilizarla para hacer cambios específicos en el ADN de una célula. Desde entonces, la técnica se ha ido perfeccionando, de tal modo que ahora ofrece a los científicos la posibilidad de cambiar una secuencia de ADN de una forma fácil, rápida, precisa y barata.

Pero todos los investigadores coinciden en subrayar que CRISPR está muy lejos de ser una técnica que se pueda emplear en seres humanos de forma segura y eficiente. Existen riesgos de mutagénesis que aún no controlan los científicos. Por ejemplo, en el caso que nos ocupa se ha silenciado la actividad de un gen que codifica una proteína involucrada en la respuesta al VIH: ¿se sabe qué otras funciones controla? Ni idea. ¿Qué pasará cuando se perpetúe a la descendencia? Ni idea.

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