Tribuna

Ante la fecundidad: una nueva desigualdad

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Las mujeres jóvenes de hoy se enfrentan a un nuevo problema, casi desconocido para las generaciones anteriores: el de ser capaz de concebir un niño antes de que el pasar de los años lo haga más difícil. Por muchas razones, el número de mujeres en las sociedades occidentales que eligen –o se ven obligadas a elegir por trabajo o por falta de pareja– posponer la maternidad, está creciendo a un ritmo alarmante, y con frecuencia las mujeres no están bien informadas de los límites que el pasar de los años implica con respecto a la reproducción.

Muchas jóvenes, de hecho, piensan que los tratamientos de fertilidad son capaces de hacer concebir un hijo a cualquier edad, cómplices también de las noticias transmitidas por las revistas de famosas que procrean a edades muy avanzadas. En la realidad, el efecto de esta elección pospuesta es la disminución de la natalidad: hoy en día en muchos países occidentales las tasas de fecundidad son inferiores al nivel de sustitución, que es de 2,1 hijos por mujer, y hay un alto porcentaje de mujeres que no tienen hijos, aunque desea la maternidad.



Según una encuesta mencionada en el informe Istat 2017, Salud reproductiva de la mujer, la mayoría de las mujeres italianas declaran que quieren una familia con dos hijos, pero luego, en la realidad, resulta que el número medio de hijos por mujer es de 1.34 (uno de los más bajos del mundo) y que el número de mujeres sin hijos aumenta constantemente (más del 20 por ciento) con una tasa variable de país a país.

Además, el 75% de las mujeres con un hijo planean al menos otro, pero después de un control a los seis años, solo un poco más del 50 por ciento ha cumplido este proyecto, mientras que el 50 por ciento restante con edad superior a 36 años ha desistido debido a la edad.

Dos preocupaciones

Estos datos son la base de dospreocupaciones: la sostenibilidad demográfica de la población a largo plazo y la creciente brecha entre la fertilidad deseada y la lograda.

La diferencia entre la fecundidad esperada y la fructífera contradice los auspicios de la Organización Mundial de la Salud, que define la salud reproductiva como la posibilidad de decidir libremente cómo y si reproducirse, y para cada mujer puede convertirse en una fuente de frustración y estrés porque, incluso si el análisis de las causas de la infertilidad es complejo y requiere la contribución de numerosas disciplinas, está claro que el aplazamiento de los nacimientos constituye el factor predominante para determinarla.

El aplazamiento progresivo de la maternidad ha llevado a las mujeres italianas a tener la edad media del parto más alta de Europa, 31’8 años en 2015; con un 8’6% de las madres mayores de 40 años.

La causa principal de la disminución de la fertilidad femenina con la edad está representada por el continuo agotamiento y envejecimiento de los los ovocitos. La disminución de la fertilidad con la edad de la mujer, como probabilidad de ser estéril, aumenta en el 4’5% a los 25 años, 12% a los 35 años, 20% a los 38 años; alcanza repentinamente el 50% a los 41 años; 90% a la edad de 45 años y a los 50 años casi toda la población femenina es estéril.

Falta de políticas de conciliación

Hasta los años sesenta, la mayoría de las mujeres tenían el primer hijo entre 20 y 30 años; un período que hoy está destinado al estudio, la formación, la búsqueda de trabajo, el inicio de una carrera, todas las actividades que compiten con la maternidad, por la falta de políticas de bienestar social y de igualdad de género. Además los hombres no sienten el peso del tiempo, para ellos el reloj biológico no se mueve tan rápido.

Las tecnologías reproductivas deben ser vistas positivamente, ya que ayudan a las parejas que no pueden concebir de forma natural para tener hijos, pero no deben crear la ilusión de poner el reloj biológico al revés.

Solo una cuarta parte de las parejas que no logran concebir recurren a la reproducción asistida, y de éstas, sólo una de cada cinco parejas logra un embarazo y el 76% de estos embarazos se completan con éxito. En Europa, los nacimientos de reproducción asistida varían entre el 1% y 4% y los datos muestran que las mujeres más jóvenes (menores de 29 años) tienen más probabilidades de tener un embarazo con reproducción asistida.

El reloj biológico masculino

Al posponer la maternidad a una edad entre 30-40 años o más, las mujeres se ven obligadas a lidiar con su “reloj biológico”. Tiene razón quien dice que la metáfora del reloj biológico se ha utilizado para estigmatizar, bajo la cobertura del determinismo biológico, el papel de la mujer, porque el tiempo también actúa sobre los hombres y muchos estudios han demostrado no solo que la fertilidad masculina disminuye con la edad, sino que el aumento en la edad paterna aumenta el riesgo de complicaciones en embarazos, anomalías genéticas y riesgos como defectos neurocognitivos y autismo.

Los efectos de la edad materna son mucho más conocidos que los de la edad paterna y que las predicciones de fecundidad basadas en la edad de la mujer se consideran suficientemente confiables y predictivas.

Ante la falta de cambios en la sociedad, en el bienestar y en la relación entre hombres y mujeres, será difícil para las mujeres jóvenes de hoy, superar la ansiedad del reloj biológico, que sin embargo no involucra a sus pares.

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