Francisco se une al duelo por Indi Gregory, la niña a la que la Justicia inglesa negó ser tratada en el hospital vaticano

Hoy se ha celebrado el funeral de la pequeña que fallecía el pasado 13 de noviembre tras ser desconectada del soporte vital

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El papa Francisco ha enviado, a través del cardenal secretario de Estado del Vaticano, Pietro Parolin, un mensaje al reverendo Patrick McKinney, obispo de Nottingham (Gran Bretaña), con motivo del funeral de la pequeña Indi Gregory, celebrado este 1 de diciembre.



“Su Santidad el papa Francisco se entristece al enterarse de la pequeña Indi Gregory, y envía condolencias y las garantías de su cercanía espiritual a sus padres, Dean y Claire, y a todos los que lloran la pérdida de esta preciosa hija de Dios”, reza el telegrama enviado a McKinney. “Al confiar a Indi a las manos tiernas y amorosas de nuestro Padre celestial, su Santidad se une a los reunidos para su funeral para agradecer a Dios Todopoderoso por el regalo de su vida demasiado corta”. “Ora igualmente para que el Señor Jesús, que dijo a sus discípulos: ‘Dejen que los niños vengan a mí, porque a estos es a los que pertenece el Reino de los Cielos’, les conceda consuelo permanente, fortaleza y paz a todos ustedes”, concluye el mensaje.

Un tratamiento “inútil y doloroso” para la Justicia

Indi Gregory, fallecía tras ser desconectada del soporte que la mantenía con vida en un hospital de Nottingham, el Queen Medical Centre, el pasado 13 de noviembre. A sus nueve meses, padecía una extraña enfermedad mitocondrial y los médicos del hospital decidieron interrumpir el tratamiento al considerar que era “inútil y doloroso”. Una decisión que contó con el rechazo frontal de sus padres, Dean Gregory y Claire Staniforth, que recurrieron la medida en los tribunales.

Su petición fue atendida a principios de noviembre por el Gobierno de Giorgia Meloni, que concedió de urgencia a la pequeña la nacionalidad italiana para que pudiera ser tratada en el Bambino Gesú, el hospital vaticano. Sin embargo, el Tribunal de Apelación denegó el permiso para su traslado a Roma (ni tampoco a su hogar, como reclamaban sus padres en última instancia), siendo enviada a un centro para enfermos terminales. Así, imperando el criterio médico, fue desconectada y, tras varias horas de vida por sus propios medios físicos, la pequeña finalmente fallecía.

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