Editorial

Servir a la Iglesia sin servirse de ella

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Publicado en el nº 2.731 de Vida Nueva (del 27 de noviembre al 3 de diciembre de 2010).

En la fiesta de Jesucristo Rey del Universo, el Papa presidió en la basílica vaticana la concelebración eucarística con los 24 nuevos purpurados creados en éste su tercer consistorio. Benedicto XVI tuvo la oportunidad de repasar algunos puntos importantes de la misión misma de la Iglesia y de lo que supone el servicio eclesial. El magisterio pontificio se enriquece con estas aportaciones de gran relevancia, pues dan la oportunidad de mostrar al mundo las fuentes de este servicio, muchas veces escondido en el oropel y el poder. La figura de los cardenales en la historia ha podido llegar de forma desenfocada y, en la actualidad, este tipo de actos pueden servir para mostrar su auténtica misión. El Papa ha querido en estos días traerlos a la actualidad con el mensaje de servicio. “En la Iglesia nadie es dueño, sino que todos son llamados, todos son enviados, todos son guiados por la gracia divina. ¡Y ésta es nuestra seguridad!”. Fueron palabras dirigidas a los cardenales, y en donde se ha podido escuchar un mensaje para toda la Iglesia.

El Papa ha recordado con acierto que la grandeza no está en el dominio, sino en el servicio. “No es la lógica del dominio, del poder según criterios humanos, sino la lógica de inclinarse para lavar los pies, la lógica del servicio, la lógica de la Cruz, que es la base de todo ejercicio de autoridad”. El Papa recordó a los nuevos purpurados que se trata de seguir a Jesús en su donación de amor humilde y total a la Iglesia, su esposa, en la Cruz.

Una ceremonia revestida de un protocolo  que despierta curiosidad en el espectador ajeno a estos actos, con uno de los ceremoniales más antiguos del mundo y que ha reunido junto al Papa a todos los cardenales de la Iglesia. Y no sólo para el acto en sí, sino también para la reflexión de temas que ocupan y preocupan hoy tanto al Papa como a toda la Iglesia. Esta iniciativa –que ya Juan Pablo II puso en marcha y que el actual pontífice ha seguido– presenta una oportunidad para el encuentro, el diálogo, el consejo y la oración. Es eso lo que se ha hecho con temas como la persecución religiosa en el mundo, una preocupación cada vez más urgente entre los cristianos. También se ha hecho un análisis de la Dominus Iesus, declaración vaticana emitida hace diez años, si bien no ha tenido el eco que se esperaba. Otro tema de interés ha sido la novedad que supone el ingreso en la Iglesia católica de cristianos de la confesión anglicana siguiendo la Anglicanorum Coetibus, un paso más en la tarea ecuménica, así como el lamentable y preocupante tema de la pederastia en la Iglesia. Se han estudiado nuevas normas para aplicar en estos casos. Los cardenales han hablado y orado con el Papa. Una bella estampa de comunión desde todos los rincones de la tierra en donde la Iglesia está presente. Una oportunidad para mostrar la comunión con el sucesor de Pedro.

Aunque este consistorio ha sido tachado de poco revolucionario en lo que se refiere a la reforma de la curia vaticana, dado el perfil de algunos de los nuevos cardenales, sí se ha advertido que el Papa continúa su lenta reforma en otros detalles. Dejando algunos aspectos en donde están, ha abogado de manera extraordinaria por los campos de la cultura, la comunicación y la nueva evangelización. Son los tres campos en los que el Papa ha puesto su acento peculiar, y desde donde pretende reformar la curia, mirando más al futuro que al pasado. La reforma de la curia en este Papa es parte de la reforma necesaria en la Iglesia. Y es ésa la tarea fundamental de Benedicto XVI, quien ha priorizado de forma expresa la necesidad de renovación interior para poder salir al mundo hostil.

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