Editorial

Opiniones de caricatura

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La ponderada y muy sabia posición de la Conferencia Episcopal sobre la unión entre homosexuales y la pretensión de darle categoría de matrimonio, no apareció en los medios de comunicación. Hubo un silencio inexplicable alrededor de este documento que, así fuera solo por razones de equilibrio informativo, debió hacerse conocer sobre todo, porque al dar cuenta de la opinión de la Iglesia, mostrada como parte opositora del proyecto de ley, no se le dejó espacio a la opinión oficial.

En cambio otras opiniones –ni lúcidas ni prudentes ni orientadoras ni ilustradas– fueron destacadas y controvertidas. Una de esas opiniones motivó la caricatura de Vladdo en Semana (Ed. 1618, pág. 109) y fue atribuida a la Conferencia Episcopal.

El hecho plantea varias preguntas:

  • ¿Quién habla en nombre de la Conferencia Episcopal?
  • ¿Cualquiera de las decenas de padres que trabajan en la Conferencia con títulos variados de Directores, Subdirectores, Jefes de Departamento, Adjuntos, Auxiliares, etc.? ¿Cualquiera de ellos habla por el episcopado?
  • Los periodistas sabemos que hay un vocero oficial, monseñor Falla y presumimos que cuanto dice él, representa la voz del episcopado. ¿Pero los demás, qué? ¿Ellos también son voceros?
  • Existe un derecho a la libertad de expresión que no se le puede restringir a nadie, a condición de que sea expresión con nombre propio y solo como voz de una persona con nombre y apellido. Pero crear el equívoco de que una opinión personal es una voz institucional crea confusiones como la que refleja la caricatura de Vladdo al hacerle eco a una opinión que es solo caricatura de la voz del episcopado.