Editorial

“No basta amarlos…”

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La prioridad para Juan Bosco siempre fueron los jóvenes

“La juventud está perdida…” ¿Cuántas veces los adultos han etiquetado así a las nuevas generaciones tan solo por ser distraídos o indiferentes? ¿Cuántas veces los adultos han juzgado negativamente a la juventud por tener un tatuaje o por usar pantalones rotos? ¿Cuántas veces los adultos han menospreciado las opiniones de los jóvenes por considerarlos inmaduros? Pero lo más llamativo es que, muchas veces, esos adultos son educadores, docentes, maestros, profesores. Es decir, son personas que han decidido dedicar su vida a la enseñanza para el crecimiento y el desarrollo de los niños, adolescentes y jóvenes.

Como adultos, no podemos dejar de ver en los jóvenes que aún les falta crecer, madurar; que aún les falta leer más, conocer más sobre la vida. Pero no se puede negar que atraviesan una etapa de la vida en que están creciendo, inspeccionando la vida, para madurar y convertirse en varones y mujeres adultos.

Así lo entendió Juan Bosco. Siendo un novel sacerdote, se compenetró de las necesidades y las tristezas de los jóvenes de Turín de mediados de siglo XIX. En una Italia donde la Revolución Industrial comenzaba a deshumanizar las relaciones sociales, a generar el desarraigo que sentía el campesino al tener que emigrar a la ciudad, y a profundizar un estilo de vida “desarrollado” en donde “ser” significa “tener”, Juan Bosco fue comprendiendo la misión que Dios le encomendaba y fue tejiendo su carisma. En ese contexto de convulsión social y económica, Juan Bosco supo qué dar como sacerdote a los más pobres y necesitados. Para él, la prioridad fueron los jóvenes. Para ellos, él (y luego sus primeros salesianos) vivió, trabajó y les dejó a la Familia Salesiana como fuente de atención, dedicación y acompañamiento.

Con su método educativo, que denominó Sistema Preventivo –opuesto al sistema represivo, tan propio de la época, no solo para educar sino también para controlar y someter a las masas en el modelo de producción industrial que se imponía– logró conocer la psicología juvenil para poder meterse en el corazón de cada uno de los jóvenes. A 200 años de su nacimiento y a 157 años de la fundación de su congregación, el Sistema Preventivo aún sigue poniéndose en práctica con éxito en cada una de las presencias salesianas del mundo.

Este modelo pedagógico que Don Bosco pensó para los jóvenes de la Italia del siglo XIX es un esquema de trabajo escolar y pastoral que sigue teniendo vigencia para la educación de los jóvenes del mundo. Porque todavía sigue habiendo niños sin techo y sin familia, adolescentes que sin la formación necesaria tienen que salir a trabajar prematuramente. Porque todavía hay muchísimos jóvenes sin oportunidades para poder seguir estudiando o para conseguir un empleo digno.

Frente a esta realidad tan propia de este tiempo, la obra de Don Bosco sigue estando al servicio de los jóvenes para educarlos, acompañarlos y contenerlos desde la razón y con amabilidad. Procurando mirarlos con el amor de Dios.