EDITORIAL VIDA NUEVA | La muerte de otros dos soldados españoles en Afganistán eleva a 97 las víctimas en 10 años. Aquel país vive una situación de guerra permanente desde hace más de 30 años y padece una sangría humana interminable e insoportable, con decenas de miles de víctimas civiles inocentes. Afganistán muestra el alcance de la pérdida de los valores cuando la economía y la geopolítica imponen sus intereses.
El Gobierno español, que en su día justificó nuestra presencia con ayuda humanitaria y que ahora anuncia a bombo y platillo la retirada de nuestras tropas, ha de replantearse esa presencia en un país sujeto a los señores de la guerra. La colaboración con otras naciones quizás fuera más efectiva para el futuro de Afganistán que perpetuar esta carnicería.
En el nº 2.760 de Vida Nueva.
