Editorial

Los discursos de Río y la renovación eclesial

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papa Francisco en la entrevista con la prensa en el avión de Brasil a Roma 28 julio 2013

El papa Francisco, durante la entrevista con la prensa en el avión de Brasil a Roma

EDITORIAL VIDA NUEVA  |  Este ejemplar de Vida Nueva que tiene entre sus manos, el primero tras la pausa veraniega, mantiene una clara continuidad con el número especial que todas las ediciones de esta revista dedicaron a cubrir informativamente el histórico encuentro de julio pasado, en Brasil, del primer papa latinoamericano con millones de jóvenes.

En el editorial en el que se analizaba lo allí visto y vivido, se decía: “Lo que ha sucedido en Río de Janeiro durante la 28ª Jornada Mundial de la Juventud simplemente es inabarcable porque, a pesar de haber sellado con una clausura para la memoria –tres millones de participantes en la Misa conclusiva de Copacabana–, lo acontecido parece que apenas está dando comienzo”.

Y por ser aquel hito inabarcable –también en términos periodísticos– hemos querido que este número fuese también, en cierta medida, especial para ofrecer a nuestros lectores todos los discursos con los que Francisco cautivó a jóvenes y no tan jóvenes. Un total de 32 páginas con las palabras del Papa que, dado “que apenas está dando comienzo”, conviene volver a leer con detenimiento porque en ellas se encierran claves que a buen seguro determinarán la andadura de su pontificado.

“Lo que ha sucedido en Río de Janeiro simpelmente es inabarcable porque,
a pesar de haber sellado con una clausura para la memoria,
lo acontecido parece que apenas está dando comienzo”

En estos textos frescos y siempre cercanos a los interlocutores a quienes iban dirigidos, sin que eso signifique rebajar las exigencias que conlleva el compromiso, se trasluce la idea que el Papa tiene para la renovación de la Iglesia, que ya había tenido ocasión de apuntar en sus intervenciones en las congregaciones generales previas al Cónclave de marzo pasado, y más en profundidad, contenidas en el Documento de Aparecida de 2007, en el que el entonces cardenal Bergoglio jugó un papel determinante.

Volver a leer esos discursos es también una invitación a que las Iglesias particulares, y todos los miembros que las conforman –pastores, sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos–, hagan examen de conciencia sobre el nivel de su compromiso, del desempeño de sus dimensiones discipular y misionera, de su relación con el mundo en el que se insertan, del trato con los hermanos de otras confesiones, de la práctica de la caridad, del lugar que ocupa la misericordia… Ajustar estos niveles, nos viene a decir el Papa, llevará, consecuentemente, a que se produzcan también los inevitables ajustes en las estructuras.

“Estos textos que les brindamos en su integridad,
nos ayudarán también a entender qué es lo que molesta
a quienes son claramente refractarios al ‘efecto Francisco'”

Releer estas alocuciones del Papa, tenerlas cerca, nos ayudará a entender mejor los cambios que se avecinan. Los días 1, 2 y 3 de octubre, Francisco se reunirá por primera vez de manera oficial con el grupo de ocho cardenales creado en abril para ayudarle en la reforma de la Curia romana y aconsejarle en el gobierno de la Iglesia universal. Allí le presentarán las propuestas que esta comisión, coordinada por el cardenal hondureño Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga, han ido recibido a lo largo de estos meses en una práctica de la colegialidad que muchos echaban en falta.

Y, en definitiva, estos textos que les brindamos en su integridad, nos ayudarán también a entender qué es lo que les molesta a quienes, con las mismas artes con las que pusieron palos en algunas ruedas del pontificado de Benedicto XVI, son claramente refractarios al “efecto Francisco”.

En el número 2.860 de Vida Nueva. Del 31 de agosto al 6 de septiembre de 2013.

 

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