Editorial

Lecturas de un símbolo

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Los que leyeron como una ofensa la escultura en que Cristo aparece crucificado entre un martillo y una hoz le atribuyeron al presidente Evo Morales malas intenciones y un ánimo de agravio contra el Papa. Nunca han protestado, sin embargo, por la invocación del nombre de Dios en vano en los billetes de dólar en donde Dios resulta de nuevo crucificado en el símbolo del dios dinero donde se lee: In God we trust.

Los dos, la escultura y el billete, son símbolos susceptibles de variadas interpretaciones.

Otra debió ser la lectura hecha por el escultor del símbolo que pretende reunir el sentimiento cristiano y el comunista en una sola pieza. Este sacerdote, el padre Luis Espinel Camps, asesinado en La Paz en 1980, quiso con su escultura lo que en Colombia intentaron el padre Camilo Torres y los sacerdotes de Golconda, lo mismo que los teólogos de la liberación para quienes, por sobre los cálculos y las ideas de los políticos de izquierda y de derecha, la suerte de los pobres adquiría la categoría de un interés superior.

Si se equivocaron buscando la liberación de los pobres como un prerrequisito para celebrar la eucaristía con coherencia, resultaron precursores de la visión pastoral de Francisco.

Su discurso a las organizaciones sociales en Santa Cruz de la Sierra oído en los años 60 habría causado un escándalo parecido al que estalló cuando en las páginas de Frente Unido apareció la plataforma política redactada por Camilo Torres.

Es una voz que no teme salir a la calle y armar lío

Proclamó Francisco que el futuro del mundo está en las manos de los pobres. Los mismos que son las víctimas de las exclusiones, de un sistema que ha puesto bajo amenaza el suelo, el agua, el aire y a todos los seres de la creación. Han sido sometidos a un castigo salvaje (la expresión es suya), por tanto, los pobres no aguantan: es necesaria una resistencia activa contra el sistema idolátrico del gran capital. Y siguieron las afirmaciones que causaron escozor leídas en su reciente encíclica contra el régimen económico del capitalismo que ha convertido al mundo en un basurero. También hizo evidente que ante la propuesta comunista para liberar a los pobres hay otra opción inspirada en el Evangelio. Es un lenguaje sin concesiones:

“¿Qué puedo hacer yo, cartonero, catadora, pepenador, recicladora, frente a tantos problemas si apenas gano para comer? ¿Qué puedo hacer yo, artesano, vendedor ambulante, transportista, trabajador excluido, si ni siquiera tengo derechos laborales? ¿Qué puedo hacer yo, campesina, indígena, pescador, que apenas puedo resistir el avasallamiento de las grandes corporaciones? ¿Qué puedo hacer yo desde mi villa, mi chabola, mi población, mi rancherío, cuando soy diariamente discriminado y marginado? ¿Qué puede hacer ese estudiante, ese joven, ese militante, ese misionero que patea las barriadas y los parajes con el corazón lleno de sueños pero casi sin ninguna solución para sus problemas? Pueden hacer mucho. Pueden hacer mucho. Ustedes, los más humildes, los explotados, los pobres y excluidos, pueden y hacen mucho. Me atrevo a decirles que el futuro de la humanidad está, en gran medida, en sus manos, en su capacidad de organizarse y promover alternativas creativas, en la búsqueda cotidiana de las ‘tres T’. ¿De acuerdo? Trabajo, techo y tierra. Y también, en su participación protagónica en los grandes procesos de cambio, cambios nacionales, cambios regionales y cambios mundiales. ¡No se achiquen!”.

El Papa invitó a los pobres del mundo a organizarse para urgir un cambio global, no por una opción política, sino para generar procesos, no para ocupar espacios, sino para instaurar el nuevo orden de un amor efectivo que se rebela contra la injusticia.

Pidió entonces una economía al servicio de los pueblos; marchar en paz hacia la justicia y defender a la Madre Tierra. La de Francisco es una voz que no teme salir a la calle y armar lío.

¿Que el Papa hace política? Sí, pero es notoria la diferencia entre esa política y la de Rafael Correa y Evo Morales cuando intentaron aprovechar políticamente la visita papal. Los dos presidentes, obrando dentro del estrecho y poco lúcido esquema de los políticos profesionales, quisieron hacer de su figuración al lado del Papa un argumento burdamente publicitario. Correa, contra cualquier norma protocolaria, recibió al Papa con un extenso discurso que hizo un claro contraste con el breve y cuidadoso saludo papal; y cuando Evo con su escultura quiso hacer un espectáculo, encontró un inesperado y discreto silencio del Papa.

Los pobres no aguantan más, es necesaria una resistencia activa contra el sistema idolátrico del gran capital (Francisco)

La reacción de Francisco, si es que lo fue, sería ese discurso, el más político en la gira, ante los líderes y activistas sociales del continente.

Es una política distinta, por lo elevada, y es elevada porque se centra en el bien común, que en este caso exhibió su singularidad de amor y solicitud por todos los habitantes de las periferias de la sociedad.

El Evangelio, con su preferencia por los pobres y excluidos y su definida lógica en contravía con las lógicas del mundo, es claramente político, cuando se entiende la política como una forma del amor a los demás. Vistas así las cosas no resulta tan disparatada la fusión de la cruz con la hoz y el martillo.

Hombres como el escultor del símbolo o como Camilo Torres o como los teólogos de la liberación obraron convencidos de que el elemento común entre marxistas y cristianos: la solidaridad con los pobres, la sed de justicia, hace fuertes a unos y a otros, más allá de sus debilidades, errores y limitaciones.

Unos y otros pretenden salvar a los pobres, no siempre conscientes de los equivocados y dañinos métodos que han escogido para lograrlo. Lo que no saben es que son los pobres los que, en últimas, los salvarán a ellos protegiéndolos de sí mismos.