Editorial

La Vida Religiosa no desaparecerá

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Publicado en el nº 2.730 de Vida Nueva (del 20 al 26 de noviembre de 2010).

Se está celebrando a la hora de cerrar este número la Asamblea General de la CONFER. Es uno de los momentos importantes de los religiosos en España. Muchos cristianos, pastores incluidos, están pendientes de sus reflexiones. Lo han expresado abiertamente. Lo que se dice y se piensa en las esquinas de nuestro país, se termina sabiendo en el centro. Y en este punto, es ya muy claro que no hay un pensamiento único. Es más, se expresa con claridad que la pluralidad no sólo es el ámbito normal de la comunión, sino que es el único camino. Una lección importante que debería conocerse y aceptarse más en la vida de la Iglesia.

La XVII Asamblea General ha versado sobre la esperanza. Con palabras claras, el presidente Elías Royón abrió el encuentro centrando su reflexión en qué esperan y cómo trabajan desde CONFER en esa línea de crear y dar esperanza. La magnitud de la Vida Religiosa en España es notable. Sesenta mil personas con edad elevada –no mucho más que el clero diocesano y el laicado– son muchas personas. Si a éstas añadimos todas las que, vinculadas a ellas, viven su fe (sea en la parroquia, la escuela o la sanidad) nos encontramos con buena parte del pueblo de Dios creyente en España. No es despreciable. Hay que abordarlo con seriedad. Merecen un respeto.

La visita del Papa a Santiago de Compostela y Barcelona ha supuesto un esfuerzo notable. El poso que queda tras ella es leído por nuestros religiosos en clave de esperanza. Por unas horas, el Papa captó el sentir que necesita expresiones muy explícitas para llegar a entender lo que se lleva dentro. La Vida Religiosa española entendió que el Papa está con ella.

La víspera, a los obispos brasileños, reunidos en visita ad limina, les habló del envejecimiento de los consagrados y de la responsabilidad de todos en la pastoral vocacional. Lección de eclesiología. “La Iglesia sin religiosos, sencillamente, no es”, les dijo Benedicto XVI.

Este discurso, por su significatividad, es una voz importante que debe ser tenida en cuenta en las intervenciones de esta Asamblea General. Dijo también el Papa: “Ante la disminución de los miembros en muchos Institutos y su envejecimiento, evidente en algunas partes del mundo, muchos se preguntan si la Vida Consagrada sea hoy también una propuesta capaz de atraer a los jóvenes y a las jóvenes. (…) La Vida Consagrada como tal tiene su origen en el propio Señor que escogió para Sí esta forma de vida virgen, pobre y obediente. Por eso la Vida Consagrada nunca podrá faltar ni morir en la Iglesia”.

Si la Vida Consagrada es un bien de toda la Iglesia, algo que interesa a todos, también la pastoral que busca promover las vocaciones a ella debe ser un compromiso sentido por todos: obispos, sacerdotes, consagrados y laicos. Todo un reto a una pastoral vocacional conjunta.

El Papa, en su discurso, ha hecho llegar su gratitud por la labor de los consagrados, recordando en especial a los ancianos y enfermos, a cuantos atraviesan momentos de crisis y de soledad, a quien sufre y se siente confuso, y también a los jóvenes que hoy llaman a la puerta de sus casas y piden entregarse a Jesucristo en la radicalidad del Evangelio.

Esta Asamblea de CONFER concluye con esperanza. Sólo hay religiosos y religiosas, superiores mayores que están trabajando, no tanto para sobrevivir, sino para crear Iglesia. Hombres y mujeres creyentes, como dibuja el Papa en su discurso, conscientes del momento histórico, el momento social y la responsabilidad de transmitir la fe. Un texto que debiera ser una buena hoja de ruta.

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