Editorial

La Pascua de la alegría y de la paz

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Publicado en el nº 2.606 de Vida Nueva (Del 22 al 28 de marzo de 2008).

Es Pascua. La Iglesia entera ha renovado el Misterio que le da su razón de ser: la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo. Desde las más esbeltas catedrales hasta las más sencillas capillas; desde el campo hasta el mar; desde la montaña hasta el valle; desde Roma hasta el último rincón de América Latina, ha resonado el grito esperanzador de una nueva Pascua. Cristo, vencedor del pecado y de la muerte, ha ascendido glorioso a lo más alto del cielo y en la tierra ha quedado el encargo sublime de hacer germinar los valores del Reino que Él sembró y por los que murió y resucitó, abriendo un camino para que sigamos sus huellas. Sus heridas nos curaron y su Vida es ya nuestra vida. Desde Vida Nueva deseamos a todos una Feliz Pascua de Resurrección. Deseamos que el Amor renovado aliente la vida de los hombres y mujeres que, puesta la esperanza en el Crucificado que Vive, roturan cada día las páginas de la Historia, haciendo más humano y más cristiano el mundo en el que hemos sido puestos como luz y testimonio.

Junto a la vivencia de la Pascua, el cristiano renueva también su compromiso con la justicia y con la paz. El Resucitado regala a su Iglesia los dones de la paz, la alegría y la valentía. Estos dones, puestos al servicio del mundo, harán que el mal no anide en el corazón de la Historia. El mensaje pascual de Benedicto XVI ha sido claro y valiente pidiendo, una vez más, por la paz y señalando las injusticias de nuestro mundo como rastros de muerte en la Historia. El Papa se ha mostrado especialmente sensible a la situación del Tibet, abogando por un diálogo que resuelva la tensión y la opresión en la que viven muchos tibetanos. Pero el Papa, como es habitual, ha mirado las heridas abiertas en otras geografías sangrantes de nuestro planeta: “¿Cómo no pensar en estos momentos -se preguntaba-en algunas zonas africanas como Darfur o Somalia, en el martirizado Oriente Medio, especialmente en Tierra Santa, en Irak, el Líbano y ahora en el Tibet? Animo a buscar soluciones que salvaguarden el bien y la paz en estas regiones”, añadió. La bendición Urbi et Orbi resume el mensaje de la Iglesia al mundo y propone un camino de Vida, en medio de la cultura de muerte que se impone con la guerra y con acciones violentas. Propone un camino de esperanza y de gozo. Cada año, el Papa recuerda lo esencial del cristianismo en estas palabras que son recogidas por los medios de comunicación en el tono propositivo en el que se proclaman.

Desde este espíritu reiteramos la felicitación pascual: ¡Feliz Pascua a los laicos, a los religiosos y sacerdotes, a las mujeres y a los niños, a los enfermos, a los presos, a los agobiados y a los ateos, a los ignorantes y a los sabios! ¡Feliz Pascua a todos! La novedad de la Pascua es su universalidad. Desde ella se entiende mejor un mensaje que no es propiedad de nadie, sino que se abre al mundo como una luz esplendorosa de gozo y de alegría para seguir dando a todos los hombres y mujeres de buena voluntad unas razones para creer, unas razones para amar y unas razones para esperar. Es la Pascua del Señor.