Publicado en el nº 2.723 de Vida Nueva (del 2 al 8 de octubre de 2010).
El Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales, que preside el arzobispo Claudio Maria Celli, celebra la próxima semana en Roma un nuevo Congreso Mundial sobre Prensa Católica, siguiendo con la costumbre ya iniciada hace unos años. Esta vez se abordará la problemática y el futuro de la prensa católica y los desafíos globales que presenta el fenómeno de Internet. Igualmente se tratará sobre la comunión eclesial y las controversias, así como la libertad de expresión y la Verdad en la Iglesia. El reto de la prensa digital estará de forma destacada sobre la mesa. Cerca de 200 representantes, entre ellos Vida Nueva, procedentes de más de cincuenta países, se darán cita durante los próximos días para reflexionar sobre este reto ya apuntado por Benedicto XVI: pensar en una pastoral en el mundo de la cultura digital y en un diálogo cultural en conjunto.
Cada día se hace más necesaria la presencia de la Iglesia en el mundo de la comunicación global. Y no sólo para salir al frente de las controversias, algo en lo que se viene trabajando con eficacia desde lo que se ha dado en llamar “comunicación institucional” o “comunicación en conflicto”, sino también, y fundamentalmente, por la propia esencia del mensaje evangelizador: siempre y en todos los lugares. Nuevas formas ante nuevos retos. Y la comunicación en prensa, radio, televisión, digital o en las redes sociales es cada vez más un reto apasionante. Poner el anuncio del Evangelio en el corazón de la cultura moderna usando sus medios, aunque no todos sus métodos.
Y todo ello teniendo en cuenta la fidelidad al mensaje, sin romper la libertad de expresión que en la Iglesia debe pasar por una crítica sana en plena comunión eclesial. Distinguir ente comunión y crítica positiva, alejándose de la mera propaganda, es un servicio a la Verdad. No es el momento de una apologética en los medios, sino el momento de usar los espacios para la propuesta, la formación y la información. Una sana información es la base para una comunión afectiva y efectiva. Quienes no conocen las cosas, difícilmente podrán sentirse familia, haciéndolas suyas.
Es urgente que la Iglesia misma sepa tener un proyecto comunicativo que incluya a los profesionales católicos, sin retorcidos sectarismos, y tenga también en cuenta a los muchos profesionales que, desde la buena voluntad y desde su profesionalidad, trabajan en estos medios. Hoy la Iglesia lleva a cabo en su rica misión una actividad ingente que ha de ser conocida y expuesta en los medios de información.
Pero no solamente hay que cuidar de la información y del servicio a la Verdad desde una crítica constructiva. También hay que ahondar en la importancia que ha de tener en cada diócesis, congregación religiosa, movimiento laical o conferencia episcopal un proyecto comunicativo serio, abierto, propositivo, capaz de generar confianza, sin recelos a los medios, sino fajados en el diálogo propositivo.
En este sentido, urge la potenciación de las facultades de Comunicación de la Iglesia y de los colectivos de profesionales cristianos de este ámbito, así como el empeño de los obispos en destinar sacerdotes y laicos para esta tarea. Con las herramientas adecuadas, se podrá estar a la altura de un mundo que ya se mide en Internet, descubriendo un nuevo espacio en el que evangelizar.
Internet es la Terra Incognita en la que la Palabra de Dios ha de resonar con fuerza. No podemos perdernos en sus flaquezas, ni temer sus desvaríos, sino acentuar sus bondades y servir desde la Red a la evangelización. Este Congreso ayudará a abrir los ojos, dentro y fuera de la Iglesia.
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